Dolar Oficial: - Dolar Blue:- Dolar CCL:- Dolar Bolsa: - Dolar Mayorista: -

EL LIBERAL . Viceversa

“Fervor de Buenos Aires” Una centuria de poesía seminal

05/02/2023 01:16 Viceversa
Escuchar:

“Fervor de Buenos Aires” Una centuria de poesía seminal “Fervor de Buenos Aires” Una centuria de poesía seminal

Este año se cumplirá la primera centuria desde la edición del libro que inauguró la carrera literaria de Borges. Y decimos “la primera centuria” porque habrá innumerables. Tal suerte corren los clásicos.

Se trata de “Fervor de Buenos Aires”. Con este poemario comenzaba la trayectoria de quien fue, sin dudas, nuestro mejor escritor. El más culto, más perfecto y más universal.

Si bien brilló especialmente en el género de la narrativa -tanto en cuento como en producciones ensayísticas- su poesía, menos popular, es incluso más reveladora. Porque quita el velo sobre una especie de aleph de toda su obra. El punto de densidad mayor, que reúne todo el potencial de su pensamiento, tradición y estética. Si esto es atribuible a la actividad poética, en general, los poemas de este primer libro constituyen el núcleo mismo de la escritura, como si se tratara de una muestra de protones y neutrones única e irrepetible, destinada a anticipar la totalidad de los frutos de una vida. La célula de la que habría de surgir todo lo venidero.

Es que allí, en esos poemas más antiguos no sólo están las simientes de lo posterior. Se enuncian, aunque “in nuce”, en germen, todas las ideas, los temas, el imaginario, los tópicos obsesivos, los leit motives, las palabras favoritas, los silencios preferidos, las dudas y las incertezas. El mismo Borges lo advierte en su propio prólogo de 1969:

“… he sentido que aquel muchacho que en 1923 lo escribió ya era esencialmente ¿qué significa esencialmente?- el señor que ahora se resigna o corrige. Somos el mismo; los dos descreemos del fracaso y del éxito, de las escuelas literarias y de sus dogmas; los dos somos de Schopehauer, de Stevenson y de Whitman. Para mí, ‘Fervor de Buenos Aires’ prefigura todo lo que haría después.”

Distancia

Hagamos historia: En 1923 vio la luz el conjunto de poemas que el autor tituló “Fervor de Buenos Aires”. Corrían para él esos tiempos de recuperación del paisaje porteño después de larga ausencia de su ciudad natal. Es que durante años estuvo radicado en distintas ciudades europeas.

“Al cabo de los años del destierro volví a la casa de mi infancia y todavía me es ajeno su ámbito.”

Sin embargo la re-apropiación fue para su proceso interior un simple cavar en la propia raigambre.

“… sentí Buenos Aires. Esta ciudad que yo creí mi pasado es mi porvenir, mi presente; los años que he vivido en Europa son ilusorios, yo estaba siempre (y estaré) en Buenos Aires.”

Algunos críticos suelen sostener que la literatura, como otras artes, es un arma compensatoria. Especialmente hace presente aquello que permanece ausente. Un amor perdido, una vida fugada, el oro de una Edad perdida, la perfección de un sitio del que uno fue expulsado..

Aquí, según reza “Arrabales”, la voz poética confiesa haber creído que Buenos Aires era su pasado, la ciudad perdida.

En algún momento Borges debió sentirlo así, pero pronto se produce la recuperación que implica comprender que esa ciudad no es un sitio simplemente, sino una perspectiva desde donde se viven las cosas, desde donde se las piensa y siente. Porque Buenos Aires es, para el poeta del ’23 “mi porvenir, mi presente”. No obstante, sólo en la medida en que la distancia genera una sensación de pérdida, aunque sea efímera, es que ocurre la recuperación. Por aquello de que no es posible sopesar una cultura mientras se está inserto en ella. Es precisa cierta distancia para valorarla, y un referente cultural diverso con que compararla.

Raigambre

Lo cierto es que el texto recorre, como si de una caminata se tratara, los barrios bajos, los arrabales, los suburbios crecientemente inhóspitos a medida que todo se vuelve llanura. Y es allí donde cree encontrar el autor lo esencialmente identitario, el adn argentino, lo que esencialmente somos.

“Hacia el Oeste, el Norte y el Sur se han desplegado -y son también la patria- las calles; ojalá en los versos que trazo estén esas banderas.”

La indagación es personal, pero también describe la relación del poeta individuo con la sociedad de raigambre, el profundo ethos que incluye lo que se es pero también registra la entidad que han aportado todos los antepasados.

Ciegamente reclama duración el alma arbitraria cuando la tiene asegurada en vidas ajenas, cuando tú mismo eres el espejo y la réplica de quienes no alcanzaron tu tiempo y otros serán (y son) tu inmortalidad en la tierra.

Pensamiento

Por extensión, la ciudad es imagen de una visión y un sentir. Cuando en el prólogo se menciona a Schopenhauer, se introduce otro de los planteos que ya presagia un tema recurrente en la obra general de Borges. Consiste en observar la ciudad tomando como punto de partida el idealismo del filósofo que concibe toda realidad como un producto surgido de la conciencia subjetiva de un hombre. Claro, en este caso, será de una comunidad.

Nosotros tenemos para nuestras Pampas a la diuca a quien el gran Edgar Morisoli agradecía el prodigio de la aurora. “La diuca no canta porque esté por amanecer. Canta para que amanezca.”

Para Borges pervive la duda: ¿es la conciencia del hombre la verdadera creadora? ¿Es ella quien da existencia real tanto a la ciudad, como al alba?

Evoquemos aquí la Creación, su Creación de Buenos Aires:

“Curioso de la sombra y acobardado por la amenaza del alba reviví la tremenda conjetura de Schopenhauer y de Berkeley que declara que el mundo es una actividad de la mente, un sueño de las almas, sin base ni propósito ni volumen. Y ya que las ideas no son eternas como el mármol sino inmortales como un bosque o un río,

la doctrina anterior asumió otra forma en el alba y la superstición de esa hora cuando la luz como una enredadera va a implicar las paredes de la sombra, doblegó mi razón y trazó el capricho siguiente: si están ajenas de sustancia las cosas y si esta numerosa Buenos Aires no es más que un sueño que erigen en compartida magia las almas,

hay un instante en que peligra desaforadamente su ser y es el instante estremecido del alba, cuando son pocos los que sueñan el mundo y sólo algunos trasnochadores conservan, cenicienta y apenas bosquejada, la imagen de las calles que definirán después con los otros. ¡Hora en que el sueño pertinaz de la vida corre peligro de quebranto hora en que le sería fácil a Dios matar del todo Su obra! Pero de nuevo el mundo se ha salvado…”


Lo que debes saber
Lo más leído hoy