Dolar Oficial: - Dolar Blue:- Dolar CCL:- Dolar Bolsa: - Dolar Mayorista: -

EL LIBERAL . Santiago

Las ciudades del NOA y los viajeros durante la época colonial

24/07/2018 23:00 Santiago
Escuchar:

Las ciudades del NOA y los viajeros durante la época colonial Las ciudades del NOA y los viajeros durante la época colonial

HACÉ CLICK AQUÍ PARA UNIRTE AL CANAL DE WHATSAPP DE EL LIBERAL Y ESTAR SIEMPRE INFORMADO

Las distintas etapas por las cuales se fundaron las ciudades en el norte argentino, tuvieron sus  propias características y surgieron de acuerdo con las necesidades planteadas por los españoles. La primera –desde el Camino del Inca- configura a Santiago del Estero (1553) en los llanos y desde allí a Londres (1558), Córdoba (1559), Cañete (1560) y Nieva (1561). Salvo Santiago, el resto de las urbes se encontraron en las tierras altas y alrededor de la vieja ruta incaica, es decir, dentro de la zona de la civilización Calchaquí, por lo que sus duraciones fueron cortas debido a los ataques sufridos por parte de las naciones que habitaron en sus cercanías. Por eso, los conquistadores -desde Santiago del Estero- dieron comienzo a la segunda etapa de fundaciones a través de nuevos caminos direccionados por los llanos, por lo que nacieron –en 1565- San Miguel en Ibatín (luego fue hacia La Toma ubicada a 12 leguas hacia el norte en cercanías de los caminos comerciales), Cáceres en el norte cerca del río Salado (1567) y Córdoba (1573) hacia el sur de Santiago. La protección brindada por Ibatín desde los piedemontes fue fundamental para la supervivencia de la Madre de Ciudades, por lo que las rutas fueron consolidadas y ampliadas durante la tercera etapa de fundaciones iniciada luego de la corta existencia de Alava (1575). Pocos años después, surgieron Salta (1582), La Rioja (1591), Madrid de las Juntas (1592) y San Salvador de Jujuy (1593). Estos nuevos emplazamientos de las tierras altas representaron las órdenes del virrey Toledo acerca de resguardar el paso comercial hacia Charcas y de contener a las parcialidades de los Calchaquíes, aunque también fueron aseguradas las ciudades de los llanos.

De manera simultánea al proceso fundacional, fueron surgiendo y afianzándose las nuevas conexiones camineras: el Camino de La Plata (unía a Santiago del Estero con Esteco, Salta y Jujuy) y el Camino Real (su configuración comercial correspondía a Córdoba, Santiago del Estero, Tucumán, Salta y Jujuy). Ambas rutas sirvieron para la defensa de los centros urbanos y del naciente tráfico comercial y humano; además, esta conformación caminera regional fue una alternativa al Camino del Inca hasta que finalmente la antigua vía fue reemplazada por los derroteros de los llanos. El otro camino destacado fue conocido como el del Palomar (tercera etapa de fundaciones), y debido a sus características geográficas, tuvo un direccionamiento recto desde Santiago del Estero hasta Jujuy y luego hacia Charcas, por lo que se disminuyeron las leguas y los tiempos recorridos por los comerciantes y los viajeros, lo cual fue una ventaja para ellos pero un perjuicio económico para algunas ciudades emplazadas en el Camino Real, como por ejemplo, San Miguel. Por último, también nacieron los caminos de Los Nogales y de Las Cuestas o Sierras, ambos situados en la salida de San Miguel (el primero fue la conexión del Camino Real hacia el norte en dirección recta a Salta y Jujuy, igualmente hacia el sur).

Las experiencias en los caminos Durante la segunda etapa fundacional, en una carta escrita en  1572 por Diego Pacheco al rey de España, fue expresada la existencia de tres ciudades en la  región: Santiago del Estero, San Miguel y Nuestra Señora de Talavera (Esteco I). Con respecto a las distancias, Pacheco adujo que desde Santiago a Esteco había “…cuarenta y cinco leguas camino del Perú y que al presente se anda y está asentada a la parte del norte”. Estas referencias del  gobernador fueron para el Camino de La Plata y su tránsito iniciado antes de 1572.

Diez años después, durante la tercera etapa de fundaciones en el Tucma, los que transitaron por las ciudades de la región fueron abandonando progresivamente la antigua ruta de los incas. En esos momentos, las urbes fueron: Santiago del Estero, San Miguel, Esteco o Talavera, Córdoba y la recién fundada Salta. El conquistador Pedro Sotelo de Narváez (morador en Santiago del Estero y cabildante en numerosas ocasiones) hizo una descripción –para el licenciado Cepeda- llamada “Relación de la Provincia de Tucumán”, en donde fueron detallados los 48 encomenderos y los 12.000 naturales existentes en Santiago del Estero, además de las riquezas naturales como la algarroba, el chañar, la miel, el maíz, la cera, el algodón y la cochinilla.

También fueron destacadas las exportaciones de la “ropa de la tierra” para las minas de plata en  Potosí. Con respecto a los caminos y las distancias entre las ciudades, el Capitán expuso que Nuestra Señora de Talavera se encontraba a “…cincuenta leguas de Santiago del Estero…camino que se acostumbra ahora para el Perú…”, y que el tránsito era desde “…Córdoba a Santiago y de Santiago a Nuestra Señora de Talavera y de Nuestra Señora de Talavera pueden venir hasta los Chichas; y desde el Perú se comunican…”.

Con respecto a la ciudad emplazada en Ibatín, según el Capitán, estaba “…en el Camino Real de Santiago para el Perú, aunque más se continúa el de Santiago por Talavera…”. Destacamos la preferencia de la ruta y que en 1582 ya se conocía la vía que conectaba a las ciudades con el nombre de “Camino Real”.

El fraile domínico Reginaldo de Lizárraga (Baltasar de Obando), visitador de los conventos de la Orden en 1589, durante la gobernación de Ramírez de Velazco hizo una descripción de las ciudades con un itinerario desde el norte, pasando desde Jujuy hasta Salta y luego a Esteco, recorriendo “… cincuenta leguas de buen camino carretero…” hasta arribar a Santiago del Estero en forma recta utilizando el Camino de La Plata. Al respecto, expuso el viajero que “… de la ciudad de Esteco a Santiago del Estero ponen cincuenta leguas, todas despobladas, a lo menos las cuarenta, porque a diez leguas de ella llegamos a dos pueblos de indios… a la mano derecha hay otra ciudad llamada San Miguel de Tucumán… de esta ciudad de Santiago a la de Córdoba…hay poco menos de noventa leguas…”. Nuevamente, la conexión caminera es Jujuy-Salta- Esteco-Santiago-Córdoba. En esta descripción fue destacada la bifurcación de los caminos y la ubicación de San Miguel por fuera de  la ruta de La Plata. Otra de las observaciones realizadas acerca de la jurisdicción santiagueña fue la cantidad de indios, avestruces, liebres, ganado vacuno y caballar, miel, trigo, maíz, algodón (nuevamente destacamos su importancia y exportación al Perú: “…se hace mucho lienzo de algodón, tan ancho como el de Holanda…y cantidad de pábilo, medias de punto, alpargatas,  sobrecamas y sobremesas…”) y la carencia de molinos “…a causa de no poderse fundar por la tierra arenisca, porque se componen con atahonas y cualquiera que en ellas quiera moler ha de llevar caballo propio…”.

En el siglo siguiente, en la “Descripción general del reino del Perú, en particular de Lima” manuscrito sin autor identificado y sin fecha, aunque con evidencias de haber sido redactado a inicios del siglo XVII), se hizo referencia a la salida de la ciudad de Santiago del Estero y su llegada en forma recta a Esteco “…que son 80 leguas, con algunos lugarejos de indios en medio del  amino.

Y en todo el camino hay mucho ganado…”. En esta descripción se encuentra nuevamente la utilización del mismo derrotero transcripto en los relatos anteriores. Pero, en cuanto a las  diferencias con Lizárraga, para el fraile fueron rutas despobladas mientras que para el autor anónimo hubo mucho ganado, por lo que debieron haber existido estancias en las cercanías.

También son diferentes los relatos en las 30 leguas adicionales contabilizadas a Esteco. Entonces, Pacheco, Sotelo de Narváez, Reginaldo de Lizárraga y el autor sin identificar de la “Descripción…”, detallaron el uso del Camino de La Plata en el siglo XVI y comienzos del XVII. Esta vía fue menos frecuentada en el siglo XVII cuando Nuestra Señora de Talavera de Madrid tuvo los inicios de una etapa en la cual su subsistencia se hizo cada vez más difícil debido a la disminución del comercio, a la falta de encomiendas y a los ataques de los naturales del Chaco. Si bien la ciudad contaba con la llegada de tres caminos, la situación fue complicándose mientras pasaron los años. La singularidad que poseen las cuatro experiencias analizadas, es que en ninguna ocasión los viajeros ingresaron a San Miguel, dejando de lado esta ciudad para transitar de forma recta entre Santiago del Estero y Esteco y luego hacia el Perú.

El primer ejemplo del Camino del Palomar se encuentra en una carta redactada en 1622 por el  tercer obispo del Tucumán, Julián de Cortázar. Si bien el obispo no hizo referencia al nombre del camino, es evidente que era el del Palomar en su sector del norte debido a la reseña hacia el paraje del Zapallar (ac tualmente en el departamento de Burruyacu, provincia de Tucumán), el cual se encontraba ubicado a 10 leguas de la estancia Palomar sobre la vera del camino. En la carta, Cortázar recomienda a los obispos el tránsito por esa vía “… por no haber otro camino que éste para la dicha ciudad de La Plata para partirse al punto vía recta para la dicha ciudad…”.

Pocos años después, Acarette du Biscay expuso sobre la realidad de Santiago del Estero que  “…comercian con mulas, algodón y cochinilla para teñir…es un pueblo de trescientas casas…rodeado de bosques de algarrobo, está situado sobre un río…ricamente dotado de  peces…la región está suficientemente dotada de aves silvestres, venados, trigo, centeno, cebada, frutas tales como higos, duraznos, manzanos, peras, ciruelas, cerezas, uvas…”. Con respecto a su itinerario, luego de pasar tres días en la ciudad fue hacia Salta, “...que dista cien leguas; y dejando San Miguel de Tucumán a la mano izquierda…tomé el camino de Esteco, encontrando en el viaje algunas aldeas de españoles acá y allá y muy pocos salvajes…”.

Las condiciones de los caminos y la decadencia de Nuestra Señora de Talavera de Madrid se  encuentra en una información de 1665 dirigida al rey por parte de Pedro García de Ovalle, por lo que fue expuesto que desde la salida de Santiago del Estero hacia el norte, “…los comerciantes y pasajeros, sin hacer escala en la ciudad de Esteco pasaron con las carretas que llevaban, unos  hasta  la ciudad de Jujuy y otros hasta la de Salta…”. Desde esos años, el Camino del Palomar fue uno de los más utilizados debido a la rectitud para llegar a Jujuy y desde allí con un ramal hacia Salta (en este caso, las ciudades de San Miguel y Talavera de Madrid fueron perjudicadas por las llanuras del Camino del Palomar).

En el “Croquis antiguo del camino de carretas desde Potosí a Buenos Aires” de 1687, existe  información más detallada sobre el Palomar que aquellas brindadas por Cortázar, Acarette y García de Ovalle, ya que por primera vez se localizan los nombres de las estancias “Palomar” y “Tenené” (actualmente en el departamento Jiménez) en las descripciones de los viajeros (aunque Tenené ya figuraba en un mapa jesuita elaborado algunas décadas anteriores). Orestes Di Lullo hizo la reproducción de una parte del documento: “…desde Jujuy el derrotero se abre en dos caminos hacia el sud, uno que va directamente a Salta y otro que pasa por Alisos, Perico, Pavas y Cobos, uniéndose a la otra vía entre Cobos y Ciénaga... cruza el pasaje y el Río de las Piedras,  llega a Metán y por Horcones entra a la Provincia de Santiago del Estero...yendo un ramal por San Miguel de Tucumán, y siguiendo el otro por Zapallar, Tenené, Sotelos.

Aquí vuelve a dividirse. Una rama cruza el río Dulce y se dirige a Santiago del Estero, después de empalmar con el ramal que pasaba por San Miguel, y la otra costea la margen izquierda del Dulce, pasando por Vado y Bazán, para cruzar el río recién a esta altura y entrar a la ciudad de Santiago”.

En el siglo XVIII, el presidente de la Real Audiencia de Charcas, José Cipriano de Herrera y Loziaga, anduvo por las calles de la ciudad de Santiago del Estero y luego por su jurisdicción rural a través del camino del Palomar, detallando su periplo en una obra titulada como “Viajes. De España a Buenos Aires, Córdoba, Mendoza, Potosí, Chile y Lima en los años 1713 y 1717”. El funcionario de Charcas expuso que el camino transitado desde Santiago del Estero hasta Salta fue “…arenisco y montuoso, y mucho más al norte…tierras habitadas por indios infieles de distintas naciones, todas grandemente opuestas a los españoles por su altivez.

Son de mediana estatura y usan arco, flecha, dardo y lanza, con cuyas armas han asaltado diversas veces a los poblados de los españoles y aun a las ciudades…obligando a despoblar muchas tierras por lo acosado que vivían los españoles…”. Esta descripción nos acerca a la geografía del Camino del Palomar del norte y a la realidad humana y conflictiva que vivieron los españoles y los naturales durante la etapa final del siglo XVII y comienzos de la centuria siguiente.

Por último, las postas del Camino Real fueron descriptas por Concolorcorvo en la década de 1770. En Santiago del Estero pudo observar que “…las mujeres trabajan excelentes alfombras y chuses…”. En el camino hacia el norte, el viajero fue por el Camino Real hacia Vinará, San Miguel (Los Nogales), río de Tapia, Bipos, Pozo del Pescado, río de Tala, el Arenal, Sauces, Rosario y La Plata, llegando hasta Horcones y a la unión del Camino Real con el Camino del Palomar. Una parte de la descripción de su viaje es la siguiente: “…desde Los Nogales hasta el río de Tapia, que es  caudaloso y con algunas piedras, y de allí a la orilla del río nombrado Bipos, es el camino estrecho y molesto para carretas de tanto peso, y sólo a fuerza de cuartas se camina…

El río de los Bipos también es pedregoso y de mucho caudal, y a una legua de distancia está el de Chucha, también pedregoso y de aguas cristalinas, y se previene a los señores caminantes que manden a recoger agua de un arrollo cristalino que está antes del río Zárate, que por lo regular son sus aguas muy turbias y sus avenidas forman unos cequiones en el camino real, en el espacio de medio cuarto de legua, muy molestos a los que caminan a caballo…”.

Concluimos que las elecciones camineras de los viajeros estuvieron fundamentadas por las condiciones de las rutas en cuanto a los llanos o las zonas montañosas, además de las distancias entre las ciudades y los peligros por los ataques de los naturales. Según las documentaciones, y a través de las descripciones del “Derrotero de postas, caminos y leguas desde Buenos Aires a Potosí de 1775”, elaboramos unas comparaciones entre las leguas de los derroteros: el Camino de los Nogales a Jujuy tenía 92 leguas, pero sumadas las de Santiago hasta San Miguel por el Camino Real (59) eran 151. Si optaban los viajeros por el Camino de las Cuestas, disminuía el recorrido a 88  leguas hasta Jujuy, pero sumando las 59 leguas la travesía ascendía hasta 147. Por otro lado, travesando el Camino del Palomar en senda recta hasta Jujuy se transitaban 113 leguas.


Lo que debes saber
Lo más leído hoy