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EL LIBERAL . Santiago

Elizabeth Loftus y los estudios de la memoria ¿se pueden crear Falsos Recuerdos?

02/02/2019 22:49 Santiago
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Elizabeth Loftus y los estudios de la memoria ¿se pueden crear Falsos Recuerdos? Elizabeth Loftus y los estudios de la memoria ¿se pueden crear Falsos Recuerdos?

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Cuando nos ponemos a pensar en cómo

funciona la memoria, es muy fácil caer en la

tentación de pensar que el cerebro funciona

como un ordenador. Así, lo más intuitivo es

creer que los recuerdos son en realidad información

almacenada en el pasado que permanece

aislada del resto de procesos mentales

hasta que nos toca recordar esas experiencias,

conocimientos o habilidades. Sin

embargo, también sabemos que los recuerdos

suelen ofrecer una imagen distorsionada

del pasado.

Ahora bien... ¿los recuerdos

son imperfectos porque se deterioran con el

simple paso del tiempo, o es que lo que experimentamos

después de haber “memorizado”

esa información modifica nuestros recuerdos?

Dicho de otro modo, ¿nuestros recuerdos

quedan aislados del resto de procesos

metales que van ocurriendo en nuestro cerebro,

o se mezclan con ellos hasta el punto de

cambiar? Lo cual nos lleva a una tercera pregunta

más inquietante: ¿se pueden crear falsos

recuerdos? Una Neuropsicóloga estadounidense

llamada Elizabeth Loftus ha dedicado

varios años de su vida a investigar este

tema de los falsos recuerdos.

La psicología

cognitiva

Cuando Elizabeth Loftus empezó su carrera

en la investigación, la psicología cognitiva

estaba empezando a revelar nuevos aspectos

sobre el funcionamiento de los procesos

mentales. Entre ellos, por supuesto,

la memoria, uno de los temas que más interés

generaba al ser la base del aprendizaje e

incluso de la identidad de las personas.

Sin

embargo, en el ámbito judicial había otro motivo,

bastante más pragmático, por el que era

muy conveniente investigar el estudio de la

memoria: se tenía que determinar hasta qué

punto era fiable la información dada por los

testigos que asisten a los juicios, a las entrevistas

preliminares psicológicas e inclusive a

la Cámara Gesell o por las propias víctimas

de crímenes.

Loftus se centró en estudiar la posibilidad

no solo de que los recuerdos de estas personas

pudieran ser falsos o totalmente modificados,

sino que fuesen otras personas las

que introdujeran falsos recuerdos en ellas,

aunque fuese de manera intencionada.

El experimen to de los

coches

En uno de sus experimentos más famosos,

Loftus reclutaba a una serie de voluntarios

y les mostraba grabaciones en las que

se podían ver vehículos chocando entre sí.

Después de esta etapa de la investigación,

la Neuropsicóloga comprobó algo muy curioso.

Cuando se les pedía a los voluntarios que

recordasen el contenido de las grabaciones,

se utilizaron unas frases muy concretas para

decirles que tenían que evocar lo que habían

visto. En el caso de algunas personas, la

frase que utilizó contenía la palabra “contacto”,

mientras que en otros se cambiaba esta

palabra por el término “golpe”, “colisión”

o “rotura”.

El resto de la frase era siempre la misma

para todas las personas, y sólo cambiaba la

palabra con la que se describía la acción de

chocar. Lo que se les pedía a los voluntarios

era que dieran su opinión acerca de cuál era

la velocidad a la que iban los vehículos que

habían visto. Aunque todos los voluntarios

habían visto lo mismo, Elizabeth Loftus notó

que el modo en el que se les pedía que recordasen

lo que aparecía en los vídeos alteraba

sus recuerdos.

Las personas a las que se les habían dado

las instrucciones que contenían las palabras

“contacto” y “golpe” decían que los vehículos

iban a una velocidad más baja, mientras

que esta era significativamente más alta si se

les preguntaba a las personas con las que se

habían usado los términos “colisión” y “rotura”.

Es decir, que los recuerdos de las personas

variaban según el grado de intensidad

de choque que sugerían las palabras utilizadas

por los miembros del equipo de investigación.

Una sola palabra podía hacer que los

voluntarios evocasen escenas ligeramente

diferentes sobre lo que habían visto.

En el centro

comercial

Con el experimento de los videos de coches

chocando, Elizabeth Loftus aportó

pruebas acerca de cómo la información dada

en el presente puede alterar los recuerdos.

Sin embargo, sus descubrimientos fueron

más allá al mostrar que es posible “introducir”

falsos recuerdos en la memoria a través

de la sugestión. Esta investigación era algo

más complicada, ya que para llevarla a cabo

se necesitaba tener información sobre la

vida de los voluntarios. Es por ello que Loftus

se acercó a los amigos y/o familiares de

cada uno de ellos.

En la primera fase de la investigación,

se les narraba a los voluntarios,

uno por uno, cuatro anécdotas acerca de la

infancia de cada uno de ellos.

Tres de estos recuerdos eran reales, y

las explicaciones acerca de estas experiencias

habían sido construidas gracias a la información

que los familiares de los voluntarios

le habían dado a Loftus, pero uno era falso,

totalmente inventado.

En concreto, esta

anécdota ficticia trataba sobre cómo los

participantes se habían perdido en un centro

comercial cuando eran pequeños. Unos días

más tarde, se volvió a entrevistar a los voluntarios

y se les preguntó si recordaban algo

acerca de las cuatro historias que se les había

explicado en la primera parte del estudio.

Una de cada cuatro personas dijo recordar

algo acerca de lo que ocurrió cuando se

perdieron en el centro comercial. Pero, además,

cuando se les dijo que una de las cuatro

historias era falsa y se les pidió que adivinasen

cuál de ellas era pura ficción, cinco de

las 24 personas que participaron fallaron a

la hora de dar la respuesta correcta. Con un

mínimo esfuerzo por parte de Elizabeth Loftus,

un falso recuerdo se había instalado en

su memoria.

Las implicaciones

Los descubrimientos llevados a cabo por

Elizabeth Loftus supusieron una violenta sacudida

para los sistemas judiciales de todo el

mundo, esencialmente porque señalaban que

los recuerdos pueden ser distorsionados sin

que nos demos cuenta y que, por lo tanto, la

información de primera mano dada por testigos

y víctimas no tiene por qué ser fiable. Esto

hizo que se estimara como muy necesario

el recurso de sostener versiones de lo ocurrido

con pruebas materiales.

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