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EL LIBERAL . Viceversa

Crónicas milanesísticas

Por Belén Cianferoni.

05/05/2024 06:00 Viceversa
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Ojalá tengas la valentía de dejar tu nombre atrás, tu apellido y todos los recuerdos que coleccionas para poder volver a formar parte del universo. Pensemos en tu infancia, en tu sánguche de milanesa favorito, el sabor de la gaseosa, el dolor en los ojos de tanto mirar al sol, la belleza de perseguir a las pelusas por la ventana. 

Hoy, como una exploradora infantil, estoy dejando todo atrás para poder encarar el desafío de gustos que se enredan entre Santiago del Estero y La Banda, más precisamente en sus mercados. El sol acompañó ambas jornadas, un fin de semana me fui a comer al armonioso mercado de Santiago. 

No defrauda, te aviso, sigue firme como rulo de estatua. Vos no sabes, pero el sanguche te espera y te llama. "Pipe" es ese recuerdo que sigue siendo un hermoso regalo del presente, un viaje en el tiempo en cada bocado. Un sándwich simple, pero que galopa ágil en la llanura de tu boca. 

Entrar a un mercado es adentrarse en el sueño interminable de la infancia, y recordar lo que es caminar de la mano con tu papá y tu mamá a la salida del colegio. El rumbo de los días, en la actualidad, es incierto, y nos dejamos llevar fácilmente por el laberinto de las palabras. 

Unos dicen palabras de más, otros guardan más silencio que otros, pero el estómago nos vuelve esos seres primordiales que se escapan del silencio y buscan el sustento primordial. Despojándome de cualquier timidez y pomposidad, llevé mis pasos al mercado "La Unión". Encontré una espera interesante, pero no superaba la belleza de su kilométrico sánguche de milanesa. 

Dios y el chino esperan en el mercado hasta las 14 horas, con el sándwich más amigable que vas a degustar. Es distinto al sándwich de Santiago, y celebro esa diferencia con mi cariño infantil. Son dos comidas hermanas, con sabores queridos, y generan el mismo cruce en la mandíbula, pero aún así, a pesar de la búsqueda interminable, sé que seguiré siendo una huérfana que busca en cada bocado las reminiscencias de las picadas de Don Gallito.

 La verdad es que hoy la fiesta ha terminado, pero el poncho no aparece, mi infancia sigue sin aparecer, aunque lo intenté.

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