Por Pbro. Dr. Marcelo Trejo.
El Pacto de Vinará, me importa tres carajos El Pacto de Vinará, me importa tres carajos
Días atrás se conmemoró otro año más de aquel Pacto en Vinará, un pueblo santiagueño fronterizo con Tucumán donde se entrelazó caminos conjuntos de pacificación y desarrollos.
Momento histórico que convalidó las autonomías provinciales, dejando atrás las guerras fratricidas y proyectó gobernabilidades autónomas.
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De esta manera y junto a otros tantos, el Pacto de Vinará (1821) constituye un hito de alianza política que antecedela conformación de la República Argentina. Alianzas previas y constituyentes de la Nación.
Por ello, el respeto a sus identidades socio-culturales, tanto como las libres autonomías de gestión y progresos económicos provinciales, son las dimensiones que justifican y garantizan el sentido man común nacional.
Sin embargo, tales vectores hoy son maltratados y activan entonces la necesidad de reforzar pactos y alianzas. Los desafíos de paz social y bien estar popular ya no se ubican entre los límites provinciales antes socavados.
Hoy se requiere afianzar el derecho de los pueblos y regiones del país frente a un enemigo mayor. Se trata de la violencia institucional de un manifiesto estado nacional prostituido, dado por la manera incorrecta de posicionarse en su naturaleza de ser y oficio.
Por otro lado, estos Pactos no sólo son dibujos institucionales pre-existentes.Ellos encarnan historias de pueblos y dan forma a los anhelos de mujeres y hombres de nuestros suelos patrios. Una matria generadora de un modelo político con delegados provinciales convocados en parlamento federal.
Federalismo configurado democráticamente en los espacios legislativos nacionales; siempre y cuando, los parlamentarios protagonizan los intereses de su autónoma provincia y región.
Sin provincias no hay federalismo; sin federalismo no hay país; - y agregamos –tampoco hay Nación sin Congreso representativo.
Qué bien nos hace recordar el Pacto de Vinará de otrora; qué conveniente las Alianzas Regionales de hoy frente a un derruido ejecutivo nacional; qué precioso valor es defender los bienestares populares en espacios de legislación democrática; aunque todo ello importe "tres carajos" a los desencajados de sus sitios.
