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"La democracia cumplió 40 años y no tiene mucho que festejar, la ciencia política tampoco"

Julio Burdman habló con motivo del Día del Politólogo en Argentina.

30/11/2024 06:00 Política
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En el marco del Día del Politólogo, que se recordó ayer, el licenciado en Ciencias Políticas, Julio Burdman, sostuvo que "la democracia cumplió 40 años y no hay mucho que festejar. Y eso quiere decir que la ciencia política argentina, cuya historia corta está muy atada a esos 40 años, tal vez tampoco".

El profesional, quien además es doctor en Ciencias Políticas, y docente e investigador de la UBA, mantuvo un diálogo con licenciado en ciencias políticas Joaquín Villalba Cieri, y docente de la UCSE, en el que abordaron el momento actual de la profesión, y el rol del politólogo.

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En esta línea, Burdman sostuvo que "la tensión más importante que vive el politólogo es la sospecha, cada vez más ostensible, de que el denominado 'consenso alfonsinista' (una expresión de Marcos Novaro, retomada por Marcelo Leiras) está en una crisis garrafal", y que "la elección de Milei puso todo eso sobre la mesa". 

"La democracia cumplió 40 años y no hay mucho que festejar. Y eso quiere decir que la ciencia política argentina, cuya historia corta está muy atada a esos 40 años, tal vez tampoco. No estoy acusándonos de nada, los politólogos no tenemos la culpa de la declinación nacional, pero tampoco podemos decir 'qué buen laburo hicimos, qué dirigencia exitosa formamos'. El país se empobreció hasta niveles insospechados a mediados de los 80, que fue cuando la ciencia comenzó a expandirse por las universidades, y los politólogos no lo evitamos (no sé si hubiéramos podido), pero tampoco lo advertimos", analizó.

Desafío actual

Consultado sobre el desafío que tienen los politólogos en la actualidad, sostuvo que "nuestra época de transformaciones geopolíticas demanda otro foco sociopolítico en la estatalidad. Esa es, en parte, la razón que me llevó a aprender geopolítica: la intuición de que nuestra ciencia política está poco situada, espacial y territorialmente, en el drama de nuestra estatalidad fallida".

"Un país que sufre semejante declinación socioeconómica tiene una crisis de estatalidad. Yo hice mi doctorado en Francia y creo que las ciencias sociales francesas, con todas sus variedades y veleidades, están más conectadas con la realidad social francesa post 1968 que las nuestras. Lo mismo podemos decir las ciencias sociales coreanas, donde el tema que ocupa a muchos investigadores es Pyonyang, la amenaza nuclear y la unificación... En Argentina toda esta tensión está flotando en el aire, pero no sé si llegó aún a madurarse en las universidades", amplió. 

Acentuó que "lo que necesitamos es que la agenda de investigación de la ciencia política convencional se mueva de su excesiva concentración en las instituciones y la representación política, y se vuelque más a la organización del estado nacional, el mal llamado federalismo, la gobernabilidad económica y sus bases sociales, el rol ejecutivo de las provincias, y un largo etcétera que describe cómo funciona verdaderamente el gobierno en Argentina".

Sobre los 30 años de la reforma constitucional de 1994, y la modernización del Estado, aseguró que "todas y cada una de las reformas semipresidencialistas que Alfonsín llevó al célebre 'núcleo de coincidencias básicas' fracasaron, porque estaban desconectadas de los problemas de la estatalidad argentina". 

"Milei está intentando reconstruir el poder del Estado nacional, aunque suene paradójico que lo haga desde un discurso antiestatista. Estamos llenos de paradojas, pero como dice Woody Allen: 'mientras funcione...'".

¿Cuánto más perdurará el castigo a la casta como programa de gobierno?

"Creo que el discurso anticasta tiene cuerda para rato, porque en mi opinión no refleja solo la insatisfacción con tal o cual gobierno, sino un rechazo más profundo hacia los resultados acumulados del consenso de 1983. La elección de Milei, analizada desde el sistema de partidos, fue una ruptura profunda, casi revolucionaria: electores de todos los colores dejaron de votar a quien venían votando, y le dieron el poder a un completo outsider, que sin eufemismos avisó que venía a "motoserrar" todo lo que pudiera. Entonces, si lo vemos desde la teoría de la revolución, la casta sería el antiguo régimen y lo nuevo se va a erigir sobre la base del rechazo a lo viejo. Si ese es el caso, la narrativa anticasta no tiene fin visible. Pero también puede ser que me equivoque, que Milei no sea ninguna revolución electoral, y que en las próximas elecciones se reconstruya el modelo bicoalicional anterior. Veremos: las urnas de 2025 y 2027 hablarán".

¿Pueden recomponerse las estructuras políticas en Argentina? 

"El experimento mileista es historia presente, pero realmente no veo plausible que los derrotados se reconstruyan sin atravesar por una profunda renovación. Porque la crisis no es solo de una generación de dirigentes: colapsaron las estructuras que los sostenían. El estado de bienestar, las políticas compensatorias contra la pobreza: todo está en cuestión. Y la resistencia de los perdedores, que son muchos y saben más de política que los ganadores, carece de modelos movilizadores: no hay sueño que ofrecer. Las fuerzas de lo político están en el gobierno nacional, y en algunos gobiernos municipales innovadores: todo lo demás está bailando en la cubierta del Titanic".

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