Por Christian Buteler.
¿Cuál es el valor de equilibrio del dólar para Argentina? ¿Cuál es el valor de equilibrio del dólar para Argentina?
Una semana después de que Argentina lanzara un nuevo esquema cambiario, comienzan a vislumbrarse los contornos de una reforma que marca un punto de inflexión para la atribulada economía del país. La transición de un régimen de tipo de cambio fijo con crawling peg a uno de flotación administrada dentro de una banda cambiaria ha generado optimismo entre inversores y economistas, aunque persisten interrogantes sobre su sostenibilidad a largo plazo. Con el dólar oficial cerrando en $1.160 un aumento del 5,69% respecto al nivel de la semana previa y un pico de $1.250 el lunes, los resultados iniciales ofrecen una ventana a los desafíos y oportunidades que se avecinan. Mientras Argentina navega este nuevo terreno, la administración del presidente Javier Milei apuesta por estas reformas para estabilizar la economía y restaurar la confianza de los inversores antes de las elecciones legislativas de 2025.
Un nuevo marco para una economía en crisis
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El nuevo esquema cambiario, anunciado el 10 de abril de 2025 por el Banco Central de la República Argentina (BCRA), representa un cambio significativo respecto al rígido sistema de crawling peg que regía el mercado cambiario desde diciembre 2023. Bajo el esquema anterior, el peso estaba sujeto a una devaluación controlada del 1% mensual, una política ampliamente criticada por generar atraso cambiario y agotar las reservas. El nuevo sistema establece una banda cambiaria con un rango inicial de $1.000 a $1.400 por dólar. El límite superior aumentará un 1% mensual, mientras que el inferior disminuirá en igual magnitud, creando un corredor que se amplía progresivamente para brindar flexibilidad sin perder control sobre la volatilidad.
El nuevo esquema cambiario, anunciado el 10 de abril de 2025 por el Banco Central de la República Argentina (BCRA), representa un cambio significativo respecto al rígido sistema de crawling peg que regía el mercado cambiario desde diciembre 2023. Bajo el esquema anterior, el peso estaba sujeto a una devaluación controlada del 1% mensual, una política ampliamente criticada por generar atraso cambiario y agotar las reservas. El nuevo sistema establece una banda cambiaria con un rango inicial de $1.000 a $1.400 por dólar. El límite superior aumentará un 1% mensual, mientras que el inferior disminuirá en igual magnitud, creando un corredor que se amplía progresivamente para brindar flexibilidad sin perder control sobre la volatilidad.
El cambio vino acompañado de una liberalización parcial de los controles de capital, una característica estructural del panorama económico argentino. Los individuos ahora pueden comprar dólares libremente con fondos en cuentas bancarias. Sin embargo, las empresas siguen enfrentando restricciones similares a las del esquema anterior. Para abordar deudas acumuladas, el BCRA introdujo una nueva serie de bonos BOPREAL, permitiendo a las empresas saldar obligaciones pre-2025 de manera ordenada.
El telón de fondo de estas reformas es el acuerdo de Argentina con el Fondo Monetario Internacional (FMI), finalizado el 11 de abril de 2025, que proporciona una línea de crédito de u$s20.000 millones, incluyendo un desembolso inicial de u$s12.000 millones. El acuerdo, descrito por el BCRA como un requisito previo para la liberalización cambiaria, está destinado a fortalecer las reservas, que permanecían negativas en aproximadamente -u$s6.400 millones en términos netos a principios de abril. El respaldo del FMI, junto con financiamiento adicional de prestamistas multilaterales y una facilidad de recompra de u$s2.000 millones con bancos internacionales, ha dado al gobierno un margen de maniobra para implementar su ambiciosa agenda.
Desempeño en la primera semana: ¿un comienzo prometedor?
La semana inaugural del nuevo régimen, acortada por feriados, sirvió como una primera prueba de su resiliencia. El dólar oficial abrió en $1.250 el lunes 14 de abril, reflejando nerviosismo inicial del mercado, pero se estabilizó en $1.160 al cierre de la semana, un 5,69% por encima del nivel previo. Crucialmente, el tipo de cambio se mantuvo muy por debajo del techo de la banda de $1.400, evitando que el BCRA tuviera que intervenir vendiendo reservas. Este resultado fue un alivio para los responsables de la política económica, quienes temían que un rápido testeo del límite superior pudiera socavar la confianza en el naciente sistema.
Varios factores contribuyeron a este debut relativamente tranquilo. El mensaje del gobierno ha sido claro: busca anclar el tipo de cambio cerca del límite inferior de la banda, idealmente en torno a $1.000. Para respaldar este objetivo, el BCRA ha mantenido una postura monetaria restrictiva, enfocándose en los agregados transaccionales de M2 para contener las presiones inflacionarias. Además, reducciones temporales en los impuestos a las exportaciones agrícolas (retenciones) y una nueva medida que permite a inversores no residentes acceder al mercado oficial para inversiones mantenidas por al menos seis meses han generado optimismo sobre ingresos de capital. Estas medidas están diseñadas para incentivar estrategias de carry trade.
Desafíos y riesgos: el enigma de la productividad
A pesar de la respuesta inicial positiva, el centro del debate sigue siendo cuál será el valor del dólar cuando en realidad debería ser: ¿cuál es el tipo de cambio de equilibrio que refleja la productividad del país? Un tipo de cambio competitivo debería, en teoría, respaldar una balanza comercial positiva al hacer que las exportaciones sean atractivas y las importaciones manejables. Sin embargo, datos recientes sugieren que el tipo de cambio actual podría estar demasiado apreciado para lograr este equilibrio, lo que plantea preocupaciones sobre la sostenibilidad del nuevo marco.
El sector turismo ofrece una ilustración clara. En enero y febrero de 2025, con el dólar MEP promediando $1.164 y $1.223, respectivamente, el sector registró un déficit récord de US$2.000 millones, el mayor en 15 años. Este desequilibrio refleja un aumento en los viajes al exterior, impulsado por un peso relativamente fuerte, lo que ha drenado reservas y destacado la sensibilidad del sector a la dinámica del tipo de cambio.
La balanza comercial más amplia presenta un panorama igualmente preocupante. Aunque Argentina ha dependido históricamente de las exportaciones agrícolas para generar ingresos en dólares, el primer trimestre de 2025 vio el superávit comercial de bienes reducirse un 85% en comparación con el mismo período de 2024. Las importaciones crecieron más del 30%, impulsadas por un peso más fuerte y una demanda reprimida tras años de restricciones
Estos desequilibrios resaltan una tensión fundamental: aunque el nuevo régimen ofrece mayor flexibilidad que su predecesor, no elimina el riesgo de una mala alineación del tipo de cambio. Un tipo de cambio fijo, como el que experimentó Argentina bajo el crawling peg, a menudo lleva a una sobrevaluación y al agotamiento de reservas. Sin embargo, incluso una flotación administrada dentro de bandas puede sostener distorsiones si el tipo de cambio no se alinea con los fundamentos económicos.
Proyecciones: equilibrando estabilidad y competitividad
De cara al futuro, el éxito del nuevo régimen dependerá de cuatro factores clave: la acumulación de reservas, el traspaso inflacionario, la estabilidad política y la vuelta a los mercados de crédito. La capacidad del BCRA para reconstruir reservas es crucial, no solo para respaldar al peso, sino también para restaurar la confianza en la viabilidad externa de Argentina.
La inflación sigue siendo otra variable crítica. Las primeras estimaciones sugieren que la inflación de abril podría rondar el 4%, impulsada por el ajuste inicial del tipo de cambio. Un bajo traspaso el grado en que los cambios en el tipo de cambio se trasladan a los precios al consumidor será esencial para mantener el apoyo social a las reformas. La política monetaria restrictiva del BCRA y la disciplina fiscal del gobierno, que apunta a un superávit primario del 1,3% del PBI en 2025, ofrecen cierta protección, pero cualquier desliz podría reavivar las expectativas inflacionarias.
La dimensión política no puede ignorarse. Con las elecciones legislativas de octubre de 2025 en el horizonte, la administración Milei enfrenta presión para ofrecer resultados económicos tangibles. La liberalización del tipo de cambio ha sido un logro emblemático, pero sus beneficios mayor inversión, creación de empleo y crecimiento de las exportaciones tomarán tiempo en materializarse.
Finalmente, la vuelta a los mercados voluntarios de crédito es fundamental para un país que enfrenta una pesada carga de vencimiento en los próximos años y que parece ya haber alcanzado el máximo de asistencia de organismos financieros internacionales.
Un paso adelante, pero no una panacea
El nuevo esquema cambiario de Argentina es una mejora notable respecto a los controles asfixiantes del pasado, ofreciendo mayor flexibilidad y un camino hacia la unificación cambiaria. Los resultados de la primera semana, aunque alentadores, son solo un punto de partida. El desafío del gobierno ahora es aprovechar las fortalezas del régimen mientras mitiga sus vulnerabilidades, particularmente el riesgo de una mala alineación del tipo de cambio y su impacto en el comercio y la inflación.
Para los inversores, el panorama es cautelosamente optimista. Las oportunidades de carry trade creadas por los altos rendimientos en pesos y los controles de capital relajados son atractivas, pero vienen con riesgos ligados a la volatilidad global y la política doméstica. El mercado, por su parte, seguirán de cerca la trayectoria de las reservas del BCRA, la evolución de la balanza comercial, el nivel de actividad y el empleo como indicadores de la viabilidad del régimen. Mientras Argentina se acerca a un año electoral crucial, el nuevo esquema cambiario representa una apuesta a seguir normalizando la economía argentina. Si tendrá éxito dependerá del delicado equilibrio entre las fuerzas del mercado y la disciplina de las políticas, un equilibrio que Argentina ha luchado por alcanzar en el pasado.