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EL LIBERAL . Santiago

Los santiagueños de Tucumán 

Por el historiador Eduardo Lazzari.

Retrato de los santiagueños Gallo y Uriarte en la Casa de la Independencia

Retrato de los santiagueños Gallo y Uriarte en la Casa de la Independencia.

13/07/2025 06:00 Santiago
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La historia de las relaciones entre las provincias de Santiago del Estero y del Tucumán han dado lugar a polémicas, discusiones, debates y sobre todo han inspirado el humor entre los provincianos. Por eso, jugando con el título de este artículo, y teniendo en cuenta la conmemoración del magno acontecimiento de la Declaración de la Independencia en estos días, ha parecido a quien escribe estas letras que el recuerdo de los dos ilustres santiagueños que fueron signatarios del acta que cambió la historia el 9 de julio de 1816 merece dedicarles el recuerdo de aquel glorioso acontecimiento.

   Aquel día, las Provincias Unidas en Sudamérica, decidieron "que es voluntad unánime e indubitable de estas Provincias romper los violentos vínculos que los ligaban a los reyes de España, recuperar los derechos de que fueron despojados, e investirse del alto carácter de una nación libre e independiente del rey Fernando séptimo, sus sucesores y metrópoli". Dos religiosos santiagueños fueron protagonistas de aquel hecho que significó la concreción jurídica de la Revolución iniciada en Buenos Aires en 1810 y el inicio del estado nacional que concluiría con la sanción de la Constitución Nacional en 1853.

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PEDRO LEÓN DIAZ GALLO 

    Pedro Gallo nació en la "madre de ciudades" el 27 de junio de 1782, en el seno de la familia del capitán de milicias burgalés Vicente Díaz Gallo y la santiagueña Sabina López de Velazco Paz y Figueroa. Al finalizar el siglo XVIII viajó a Córdoba para estudiar en el Real Convictorio de Montserrat, y luego en la Universidad, llamada por entonces de San Carlos. Allí recibió el título de maestro en filosofía y fue ordenado sacerdote. De regreso, fue enviado a Loreto, donde nace su amistad con Pedro Uriarte. Finalmente llegó a ser el cura de Santiago en los tiempos de la Revolución de Mayo. 

   Fue electo para discutir en Buenos Aires el Estatuto Provisional de 1815, y luego promovido como diputado por Santiago del Estero en el Congreso General Constituyente de 1816. Activo participante de las discusiones, el 9 de julio firmó el Acta de la Independencia, redactada por fray Cayetano Rodríguez y leída por Juan José Passo. En otro orden de cosas, propició el perdón para los sublevados al mando de Juan F. Borges a fines de 1816. Trasladado el Congreso a Buenos Aires en 1817, le tocó presidir las sesiones durante un mes. En 1818, fruto de su relación con María de Jesús Beltrán, nace su hijo Pedro Martín Gallo Beltrán, quien se convertiría en otro ilustre santiagueño. 

   Redactor y defensor de la fallida Constitución de 1819, es arrestado por el gobernador de Buenos Aires, Manuel de Sarratea en 1820, luego de la disolución del Congreso. A su regreso a Santiago, integra el movimiento autonomista que consagró a Juan Felipe Ibarra gobernador, siendo su ministro. Es el signatario del Tratado de Vinará en 1821. Postulado para el Congreso reunido en Buenos Aires en 1826, declina el nombramiento. Es diputado provincial y evidencia entonces su pensamiento federal. En 1838 el gobernador Ibarra lo postula para hacerse cargo del obispado de Salta, chocando con la decisión del cabildo capitular. Finalmente es nombrado vicario foráneo de Santiago del Estero en 1840.  

   En 1851, a causa del enfrentamiento entre el gobernador Mauro Carranza y Manuel Taboada, Gallo intenta huir hacia el norte, pero en Antajé es arrestado y torturado. Poco después abandona para siempre su tierra natal y muere en San Miguel del Tucumán el 16 de febrero de 1852. Su casona natal fue la sede del Museo Histórico Provincial y merece ser restaurada para su conservación para la posteridad.

PEDRO FRANCISCO DE URIARTE

   Hijo del vizcaíno Juan José Uriarte y de la santiagueña Bernarda de Ledesma Valderrama, Pedro Francisco nace en Santiago del Estero el 27 de junio de 1758. Familiar lejano de Manuel Belgrano, queda huérfano de padre mientras estudia en el colegio de San Francisco, donde descubre su vocación religiosa, que concreta estudiando en la Universidad de Córdoba. Recibe los títulos de maestro en artes y en teología, y es ordenado presbítero el 27 de diciembre de 1783 por el obispo José de San Alberto. Se traslada a la capital del virreinato y es nombrado capellán de la Santa Casa de Ejercicios de Buenos Aires, fundada por la santiagueña Santa María Antonia de Paz y Figueroa. En 1793 será nombrado titular del recientemente creado curato de Loreto, cargo que ocupará hasta su muerte. Allí recibirá como cura teniente a Pedro León Gallo. Adhiere fervientemente a los ideales revolucionarios de 1810

   Fue elegido diputado por Santiago a la Junta Grande en 1811. Como signo de su honestidad al volver a su tierra, devolvió los viáticos que le sobraron. Fue diputado al Congreso General Constituyente de 1816 y proclamó la Independencia el 9 de julio de 1816. Estará en la comisión redactora del Estatuto Provisional de 1817. Fue vicepresidente del Congreso en Buenos Aires, y allí propuso una ley de tierras, lo que lo convierte en el pionero de la colonización en el país. Apoyó la sanción de la Constitución de 1819, y su fracaso hizo que fuera arrestado junto a su viejo camarada Gallo, por orden del gobernador porteño Sarratea, acusándolos de traidores a la Patria. Liberado, viajó a Loreto y reasumió su tarea pastoral, en medio de los conflictos por la autonomía provincial. 

   Adherente a las ideas unitarias, durante las convulsiones de 1830 estuvo preso a manos de Juan Felipe Ibarra. Muere celebrando la misa por Santa Rosa de Lima el 30 de agosto de 1839, a los 81 años. Vale destacar que el voto de Uriarte consagró a la santa limeña como patrona de la independencia de las Provincias Unidas. Fue sepultado en la iglesia de Loreto, que se inundará años después, y recién en 1942 se procedió al rescate de los restos del prócer, que hoy reposan en un mausoleo ubicado en el templo moderno del curato que por 44 años encabezara Uriarte.

   Vale también entonces recordar los hechos de aquel 9 de julio para tomar dimensión histórica del papel que ocuparon Díaz Gallo y Uriarte.

LA DECLARACIÓN DE LA INDEPENDENCIA  

   La casa de Francisca Bazán de Laguna, un caserón alquilado por las autoridades del Congreso para sesionar y en la que se debió tirar abajo una pared para tener un salón que cobijara a todos los diputados, fue el ámbito sagrado en que se tomaron las grandes decisiones que fortalecieron el rumbo revolucionario. Se ordenó seguir la guerra. Se estableció la capital de estado en Buenos Aires. Se eligió al primer Director Supremo como mandatario de todos los pueblos de las Provincias Unidas, Juan Martín de Pueyrredón. Los acontecimientos iban a acelerarse cuando Manuel Belgrano, luego de su regreso como diplomático en Europa, 

   El 6 de julio, en una sesión secreta, Belgrano impulsa a los diputados a declarar a las provincias reunidas como independientes, y a fundar una monarquía constitucional. La descripción que realiza sobre el giro de los acontecimientos en el mundo, contrario a los propósitos revolucionarios, sumada a la solidez de sus argumentos, fueron fundamentales para que el 9 de julio de 1816 se proclamara jurídicamente la Independencia de las Provincias Unidas de Sudamérica. Es impresionante reflexionar sobre el hecho de que estos hombres, fundadores de la Nación, tuvieron la responsabilidad histórica de hacer lo que había que hacer, aunque todo estaba en contra. 

   La gran herencia de ese día está resumida en la frase del general José de San Martín: "Serás lo que debas ser, o no serás nada". Es el mandato eterno que los hombres de Julio dejaron para los argentinos de todos los tiempos. De los 33 diputados elegidos al inicio del Congreso, no firmaron el acta los ausentes Del Corro, Fernández Campero y Moldes. Pueyrredón, en su carácter de primer gobernante argentino independiente fue testigo del juramento, pero no signatario del acta magna. 

EL ACTA DE LA INDEPENDENCIA

   El acto solemne de la proclamación estuvo presidido por Francisco Narciso de Laprida y la lectura del documento estuvo a cargo de Juan José Passo, secretario perpetuo del Congreso. Se tomó juramento uno a uno a los 29 diputados que la firmaron. Se hicieron varias copias autenticadas, gracias a las cuales nos ha llegado el texto original. La Declaración propiamente dicha fue extraviada en la década de 1830 y aún hoy no se sabe su destino, más allá de hipótesis y acusaciones.

   Nunca hay que dejar de lado el hecho que los diputados redactaron, juraron y publicaron el Acta de la Independencia en los tres idiomas más hablados en el territorio: castellano, quechua y aymara. La modernidad de esta decisión asombra aún hoy y puede destacarse el hecho que varios de los congresales hablaban todas esas lenguas. Unos días después, el 20 de julio se hizo una corrección al texto que no sólo nos liberaba de "Fernando VII, sus sucesores, la metrópoli" sino también de "de toda otra dominación extranjera".

   Gallo y Uriarte: dos glorias santiagueñas que la historia debe recuperar, para consolidar la tradición de los grandes hombres y mujeres que contribuyeron para la grandeza fundacional de nuestro país. 

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