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EL LIBERAL . Opinión

La generala Villarruel, ¿es de izquierda?

Por Dr. Carlos Scaglione. Docente de la UNSE

 La Generala de Emilia Delfino revela la biografía inédita y completa de la Vicepresidenta

 La Generala, de Emilia Delfino, revela la biografía inédita y completa de la Vicepresidenta.

19/07/2025 12:54 Opinión
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En la defensa que realizó la semana pasada de su acción en la sesión del Senado que convalidó aumentos para las jubilaciones, programas de ayuda a discapacitados y recursos para las provincias, Villarruel argumentó contra los ataques que recibió del mileísmo en los siguientes términos: una de dos, o bien la estabilización económica en curso es exitosa y por tanto debe incluir a los más desprotegidos, o bien la llamada estabilización no es tal (porque cualquier aumento del gasto la pone en serio riesgo) y habría que recortar gastos en viajes y en la SIDE.

La derechista Victoria Villarruel desea ser la izquierda del orden político en el que Milei hace de centro simbólico. Este deseo no sería posible si no fuera porque el nuevo orden emerge de un intento de ilegalizar y perseguir a todos aquellos que funcionan como oposición social y política al programa de expropiación acelerada en marcha.

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En la reciente biografía de la vicepresidenta, La Generala, Emilia Delfino asume la tarea de completar el retrato de este vástago de la familia militar procesista restituyendo con precisión detalles que remiten a una historia que no ha quedado atrás. Hija, sobrina y nieta de militares (de Marina y Ejército) que formaron parte del terrorismo de Estado y educada en un catolicismo conservador (lefebvrista), Villarruel se presenta como el rostro alternativo de la "nueva derecha", partícipe autorizado de la llamada "batalla cultural" y protagonista de un giro estratégico que la llevó a abandonar la explicita defensa de los genocidas, en favor de las demandas de lo que llama" víctimas del terrorismo".

¿Cuál es la consistencia de la pretensión de Villarruel de jugar "a la izquierda" de un orden político que ella misma ayudó a forjar apoyando el Régimen de Incentivos para Grandes Inversiones (RIGI) –que entrega recursos naturales a empresas multinacionales a cambio de nada– y precisa de la ilegalización de la protesta social y de la oposición política para funcionar?

Si la derecha pretendidamente democrática de este país, en sus diversas graduaciones, no logra cortar su dependencia material y psicológica con el terrorismo de Estado es en buena medida porque el programa del "Proceso de reorganización nacional" aplicado a partir de 1976 no involucró exclusivamente a militares y a empresarios, sino también a los cuadros espirituales e intelectuales del bloque de clases dominantes. El patrón de acumulación por valorización financiera emergido entonces compromete actualmente al nuevo estrato de jueces, periodistas, hombres de negocios, burócratas ministeriales e influencers, dirigentes sindicales y cuadros represivos que forman el apoyo ejecutivo al rumbo general del gobierno. 

La idea según la cual la derecha tiene dos alas diferenciadas –una liberal/globalista y otra nacional/católica (conservadora e industrialista)– que se expresaría en un choque entre Milei contra Villarruel es ante todo el sueño húmedo de la derecha peronista, que lee el conflicto entre "globalismo" y "nacionalismo" con un esquematismo apabullante. Basta leer, en La generala, quienes son los organizadores iniciales de este planteo. Cuadros del peronismo pro norteamericano como Miguel Ángel Toma (de la SIDE de Menem), o Vicente Massot (empresario de Bahía Blanca, politólogo guía del nuevo fascismo argentino, primer periodista acusado por delitos de lesa humanidad). Son ellos quienes sacaron la foto de la vice junto con Isabelita

Que personajes tan irritantes aspiren a monopolizar el juego de las diferencias dentro del restringido orden político actual impone una reflexión: el liberalismo de mercado de Milei y el patriotismo procesista de Villarruel se corresponden con dos tipos de alucinaciones igualmente reaccionarias. Una se representa en lo común como mercado libre, y la otra como un "combate" por la "patria", sin otra materialización posible en la realidad que la de un orden inquisitorial y fundado en propiedad privada concentrada (de la tierra y la renta). La diferencia entre una y otra, no abre posibilidades políticas, sino que las clausura. Se trata de un juego de complementarios, en el que detrás de la cruz y la nación se encuentran indefectiblente (ayer tanto como hoy) los Martínez de Hoz. Libertarios y nacional-procesista son las modalidades consagradas de concebir su proyecto concentrado y elitista en forma común con matices para aniquilar el concepto de una vida democrática con el respeto a las minorías que nos incluya a las grandes mayorías en el progreso y la verdadera libertad. 

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