Por Amalia Domínguez.
Manuel Landsman: "Mi propuesta no es eliminar lo banal, sino recuperar lo profundo" Manuel Landsman: "Mi propuesta no es eliminar lo banal, sino recuperar lo profundo"
Mientras se graduaba de sociólogo en la Unse, Manuel Enrique Landsman escribió un ensayo titulado "La descripción de los planes de vida". En ese escrito dialogaba con Deleuze, Foucault y Lyotard, intentando comprender un fenómeno emergente: la proliferación de estilos de vida, terapias alternativas, creencias espirituales de nuevo cuño y discursos de autosalvación que parecían responder más con deseo que con razón a una crisis profunda de sentido en la cultura moderna. Aquel momento estaba atravesado por la disolución del sujeto moderno, y el auge de lo que entonces comenzaba a nombrarse como posmodernidad. Landsman analizaba entonces las líneas de fuga de la vida cotidiana, de las formas moleculares de resistencia, de las "escrituras de lo precario", del malestar que ya se dejaba ver en la multiplicación de "formas de vivir" sin referentes estables.
Hoy, varias décadas después, publica "La banalización de lo sagrado. Filosofía y resistencia en tiempos de IA". En este nuevo libro reflexiona junto con Byung-Chul Han, Sagan, Nicholas Carr y la neurociencia contemporánea. Pero el corazón es el mismo: cómo habitar una vida con sentido en un mundo que disuelve el sentido. Landsman dice: "Siento que regreso al mismo mapa, pero con coordenadas nuevas. Lo que antes llamábamos "planes de vida", hoy son perfiles, algoritmos, burbujas de consumo identitario. Lo que antes se presentaba como espiritualidad descentralizada, hoy es un mercado de experiencias vacías bajo packaging místico. Sólo pasaron cuarenta años entre aquel mundo y este, entre aquella y esta mirada. Lo que entonces se pensaba como alternativa, hoy ha sido subsumido por la lógica del capital simbólico digital. De allí el subtítulo de este libro: resistencia en tiempos de inteligencia artificial.
En la portada de su libro, la IA figura como coautora. ¿Cómo fue ese proceso? ¿En qué lo ayudó la inteligencia artificial? ¿No entra en contradicción con el subtítulo: "resistencia en tiempos de inteligencia artificial"?
En absoluto. Esa supuesta contradicción es, en realidad, el núcleo de la tesis. Resistir no implica negarse a usar una herramienta, sino decidir cómo y para qué se la usa. En este caso, la IA fue una especie de espejo y contrapeso: me permitió acelerar ciertas búsquedas semánticas, conectar citas, testear estilos, formular estructuras. Pero jamás reemplazó el pensamiento, ni la sensibilidad, ni el temblor. En otras palabras, la IA puede asistir en la escritura, pero no puede filosofar. El subtítulo remite justamente a esto: no estamos ante una guerra contra las máquinas, sino ante una disputa por el sentido del alma humana en un mundo hipertecnologizado.
¿Su libro ofrece pistas para habitar una vida con sentido? ¿O más bien invita a formular esa pregunta, dejando en manos del lector la respuesta?
Me gusta pensar que no doy respuestas, sino interrupciones. El libro está plagado de preguntas, algunas incómodas. No soy un gurú ni un coach: soy un pensador inquieto que se niega a naturalizar este presente. Lo que propongo es un espacio de pausa, de recogimiento simbólico, desde donde el lector pueda mirar su plan de vida si es que aún lo tiene con otra luz. En lugar de ofrecer sentido, intento defender el derecho a buscarlo con dignidad, sin que el algoritmo dicte los términos de esa búsqueda.
Usted habla de la cultura del like, y cómo ha mutado la noción de "yo". ¿Existe una puerta de salida a esta lógica del rendimiento emocional y la exposición permanente?
Sí, pero no es una salida exterior. No hay una app para escapar de las apps. Lo que propongo es más modesto y más radical: habitar la grieta. Es decir, recuperar la interioridad no como refugio, sino como trinchera simbólica. El yo que no busca impresionar, sino vibrar en silencio con lo que aún no fue colonizado. Ese yo que no rinde, pero respira. Que no se muestra, pero se transforma.
¿Cree usted que el problema de la inmediatez ese scroll eterno afecta los procesos de aprendizaje en la niñez?
Definitivamente. El régimen de inmediatez no solo deforma el tiempo, también atrofia la atención, que es la base de cualquier aprendizaje profundo. El niño que crece habituado a estímulos fugaces, difícilmente tolere la demora del pensamiento, el esfuerzo de una lectura densa, la belleza de una ecuación sin recompensa inmediata. Y el sistema escolar, en vez de resistir, muchas veces intenta competir con el algoritmo, simplificando aún más sus propuestas. El resultado: un vacío pedagógico que se vuelve cultural.
Usted describe los memes y frases motivacionales como formas de anestesia simbólica. ¿Qué propone frente a eso?
Primero, no demonizar el humor ni el meme. A veces el humor es resistencia, es trinchera. Pero cuando se vuelve un calmante, cuando solo sirve para evitar pensar, hay que encender las alarmas. Mi propuesta no es eliminar lo banal, sino recuperar lo profundo. Reintroducir la pregunta, el silencio, el asombro. No todo debe ser solemne, pero sí debemos rescatar espacios donde el alma no se ría solo para no llorar.
En redes sociales, el yo es vitrina. ¿Qué salida existe para un sujeto vacío de asombro, estetizado y mercantilizado?
El asombro, precisamente. Pero no como emoción decorativa, sino como grieta ontológica. Volver a mirar el mundo como si fuera la primera vez. Recuperar el temblor. Detenerse. Dejar de editarse. Porque si todo está diseñado para verse bien, lo más subversivo hoy es ser real. Recuperar el eros, no como marketing, sino como vínculo. Lo opuesto a la vitrina no es el retiro: es la comunión sin espectáculo.
¿Por qué cree que las fake news son más creídas que la verdad?
Porque lo viral ha reemplazado a lo verdadero como criterio de realidad. La emoción rápida, la pertenencia tribal y el diseño estético pesan más que la lógica o la evidencia. Ya no creemos en lo que es cierto: creemos en lo que se siente propio y se ve bien. El problema es que la IA puede falsificar todo eso, y lo está haciendo. El resultado es una democracia emocionalmente secuestrada por algoritmos.
Para cerrar, ¿podría sintetizar la reflexión final de su obra y decirnos qué espera que provoque en el lector?
En las páginas finales del libro digo algo que lo resume: La herramienta no es el problema. El problema es que hemos dejado de preguntarnos qué queremos hacer con ella, y para qué.
Mi aspiración con este libro no es convencer, sino provocar lucidez. Si al terminar la lectura alguien se detiene cinco minutos frente a una pantalla apagada y se pregunta qué diablos está haciendo con su vida entonces, el libro habrá cumplido su función.
BIO
Manuel Enrique Landsman es sociólogo, productor audiovisual y escritor radicado en Santiago del Estero. Su trayectoria combina la investigación sociocultural con la gestión de contenidos digitales, la producción de radio y la escritura crítica. Ha participado en proyectos audiovisuales como el largometraje Zoco de la Buri Buri, la Otra Ciudad y la serie documental Dulce y Salado, además de publicar artículos sobre políticas culturales en medios locales.
Ganador de varios reconocimientos académicos, entre ellos el Premio Ricardo Dino Taralli y el Premio Unse a la producción investigativa, Landsman es también coautor del libro Línea de Tiempo en la Ocupación del Espacio Argentino y Santiagueño y autor de la investigación Las Políticas de la Lengua en Santiago del Estero. Este año lanzó "La Evolución de la alimentación humana, desde sus orígenes hasta la actualidad", y "La banalización de lo sagrado. Filosofía y resistencia en tiempos de IA", donde reflexiona sobre el vaciamiento simbólico en la era digital y plantea una defensa del pensamiento crítico como forma de resistencia.








