Por Facundo Rubén Piñón, Lic. en Relaciones Internacionales.
Gaza en jaque: la prolongación de un conflicto centenario Gaza en jaque: la prolongación de un conflicto centenario
El pasado 7 de agosto, el primer ministro israelí Benjamin Netanyahu confirmó su intención de ocupar militarmente la Franja de Gaza, tras haber transcurrido casi dos años desde el ataque perpetrado por Hamás en 2023, según fuentes oficiales. Este nuevo giro en el histórico conflicto ocurre en un contexto de crisis humanitaria y creciente presión internacional sobre Israel para disminuir la hostilidad contra civiles.
El plan de acción aprobado por el gabinete israelí prevé una ocupación en las próximas semanas, centrada en la ciudad de Gaza, el área más poblada de la Franja. Si bien se señaló que la medida tendrá efecto solo en el corto plazo y que no se prevé una anexión permanente del territorio, es seguro que generará aún más desplazados y una significativa escalada de violencia.
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Sin embargo, el rechazo hacia el anuncio no tardó en llegar, no solo desde el exterior, sino también desde el seno del mismo gobierno. Según reportes mediáticos, autoridades militares criticaron la operación, argumentando que sacrificaría innumerables vidas y recursos, y alargaría indefinidamente los enfrentamientos.
Aun así, las ambiciones de Netanyahu parecen no tener freno. Esta estrategia obedece a sus objetivos principales: erradicar definitivamente al grupo terrorista Hamas, disminuir al máximo las posibilidades de que se consolide un Estado palestino y obtener ganancias territoriales que favorezcan estratégicamente a Israel. Esto último ayudaría a alterar la relación de fuerzas en Oriente Medio, reforzando la posición israelí frente a sus adversarios regionales. En lo personal, el primer ministro reafirmaría su liderazgo interno e internacional al eliminar al principal enemigo nacional.
Este nuevo capítulo de la historia podría significar un cambio radical en la dinámica de un conflicto que enfrenta a árabes e israelíes desde hace casi un siglo. La ocupación privaría a la Autoridad Palestina del control de uno de sus dos territorios -supuestamente, de manera transitoria-. Además, sería una clara señal de que Israel adopta un enfoque orientado ya no a contener y condicionar al enemigo, sino controlarlo de manera directa.
Condiciones favorables en un contexto de alta tensión
Ciertos factores del escenario internacional y regional actual alentarían la ocupación. En primer lugar, los ataques de junio efectuados por Israel y Estados Unidos contra Irán limitaron la capacidad de este último para intervenir en el conflicto. En segundo lugar, el apoyo incondicional de los países árabes hacia la causa palestina empezó a menguar desde hace ya mucho tiempo, viéndose sustituido por posturas más pragmáticas y tolerantes hacia el vecino israelí. Por último, si bien el rechazo internacional hacia el plan de ocupación fue notorio, la mayoría de las potencias globales poseen limitadas opciones para sancionar o intervenir en la situación a bajo costo. El gobierno norteamericano -principal aliado de Israel- ha mostrado su apoyo incondicional, aunque ha manifestado preocupaciones.
De todas formas, el devenir del conflicto es incierto. Hay altas posibilidades de que una eventual ocupación desencadene una guerra urbana o de guerrillas en Gaza, como también ataques desde países vecinos -principalmente, por parte de la milicia Hezbolá en el Líbano-. Lo más probable es que las relaciones en la región se tensionen drásticamente, e Israel deba asumir la responsabilidad sobre la crisis humanitaria de los palestinos, frente a una opinión pública internacional que ejercerá una presión creciente.
