PRESIDENTES DE OCTUBRE: AMORES Y ROMANCES

El mes de octubre de este año permitirá conmemorar el inicio de la restauración democrática que comenzó con las elecciones generales de 1983, celebradas el 30 de octubre de aquel año. Pero también en estos tres meses que restan para llegar a 2024 será importante tomar en cuenta que por primera vez en la historia institucional cinco períodos presidenciales consecutivos concluirán con el ciudadano que los comenzó en la primera magistratura: Néstor Kirchner, Cristina Fernández de Kirchner en dos ocasiones, Mauricio Macri y Alberto Fernández.

Hay curiosidades que tienen que ver con la fecha de nacimiento de los presidentes argentinos: los que ocuparon el sillón de Rivadavia, incluso don Bernardino, antes de la unificación de la República en 1861, todos nacieron antes de la Revolución de Mayo de 1810: el primero de todos en 1785, Vicente López y Planes en 1786, Justo José de Urquiza en 1801 y Santiago Derqui en 1809. Todos los presidentes posteriores lo hicieron después de aquel magno acontecimiento, siendo Domingo Faustino Sarmiento el más cercano al 25 de mayo, ya que nació el 15 de febrero de 1811.

Para recordar a algunos de esos ciudadanos que ocuparon el sillón de Rivadavia vamos a transitar por sus historias románticas, ya que sin duda para gobernar la Argentina hace falta un templado corazón y en los dos ejemplos de hoy lo comprobaremos con creces.

JUSTO JOSÉ DE URQUIZA: EL HOMBRE DE LOS HIJOS INCONTABLES

El primer presidente constitucional de los argentinos fue el entrerriano Justo José de Urquiza y García, que por los avatares de la política de entonces sólo pudo gobernar sobre las trece provincias históricas del interior del país, ya que Buenos Aires no aceptó en 1852 participar del Congreso Constituyente de Santa Fe en igualdad de condiciones con el resto de las jurisdicciones. Aunque se puede afirmar que por imperio del acuerdo de San José de Flores, el Pacto de la Unión Nacional, don Justo José fue el presidente de todos los argentinos entre el 11 de noviembre de 1859 y el 5 de marzo de 1860, cuando entregó el mando a su sucesor Derqui en el primer traspaso presidencial de la historia argentina, producido en Paraná.

Urquiza, hijo de un cántabro y una porteña llamados José Narciso y María Cándida, nació en el arroyo de la China en las cercanías de la Villa de la Concepción del Uruguay el 18 de octubre de 1801. Vale destacar que Urquiza llamó a sus establecimientos agropecuarios con el santo de sus padres los dos más importantes: el palacio San José y el saladero Santa Cándida, y al resto de sus estancias como sus hermanos. Sin duda, don Justo José ha sido el presidente de mayor talante empresario de la historia nacional, pero además el más romántico y prolífico, ya que la leyenda provincial le asigna más de cien hijos. El listado de las mujeres que lo acompañaron a lo largo de su vida es impresionante.

Su primera pareja se llamó María Encarnación Diez Morón, que le daría a Urquiza su primogénita: María de la Concepción nacida en 1820. La segunda compañera de Urquiza, con quien convivió una década, fue María Segunda Calvento, madre de Pedro, José Diógenes, Waldino y José Francisco, nacidos entre 1823 y 1829. Vale destacar que la mayoría de los vástagos de Urquiza convivieron con él a lo largo de su vida. Durante la década de 1830, en la que Urquiza va fortaleciendo su poder político y económico en la provincia de Entre Ríos, convive con María de la Cruz López Jordán, de quien nace Ana Dolores, quizá la predilecta del Organizador, que se casaría con su secretario Benjamín Victorica.

A inicios de los 1840 nacerá el único hijo que lleva su nombre, Justo José, hijo de María Juana Zambrana, madre también de María Juana nacida en 1842. Al mismo tiempo llegaría al mundo Cándida Margarita, y cuatro años después Clodomira del Tránsito, hijas de Tránsito Zambrano. Vale destacar que ya era Urquiza el hombre fuerte de la Mesopotamia y ejercía como gobernador. En 1846 también fruto de la ocasional relación de Urquiza con María Romero nacería Aurelia Roberta. En 1847 fue dada a luz Dorotea Medarda, cuya madre fue Cándida Cardozo.

Pero la vida romántica de Urquiza daría un vuelco cuando conoce a Facunda Dolores Costa, una porteña de veinte años, 30 años menor que él, con quien va a convivir desde 1851 hasta su muerte. Sería la madre de los últimos once hijos de Urquiza y la única mujer con la que se casaría y en dos ocasiones, ya que en la capilla del palacio San José se realizó la ceremonia religiosa el 12 de octubre de 1855, matrimonio que sería revalidado en la iglesia de la Inmaculada de Concepción del Uruguay el 23 de abril de 1865. El fruto de esta relación quedará plasmado en el nacimiento de Dolores, Justa, Justo, Cayetano, Flora del Carmen, Juan, Dominga, Flora Teresa, Cipriano, José y Cándida Amelia, todos nacidos entre 1853 y 1870, y la última, dos meses antes del asesinato de Urquiza.

Como un sino trágico familiar, el 11 de abril de 1870 cuando se produce el atentado que costó la vida del Organizador, también fueron muertos sus hijos Waldino y Justo José. Durante su presidencia Urquiza envió un proyecto de legitimación de sus hijos al Congreso Federal, aprobado como ley 41, que dice en su único artículo: "Se autoriza al Poder Ejecutivo Nacional para que en vista del espediente (sic) que el Excmo. Sr. Presidente, Brigadier General don Justo José de Urquiza, para obtener la lejitimación (sic) de sus hijos naturales, le otorgue ésta con derecho a heredarle los lejitimados en virtud de esta sanción, concurriendo con perfecta igualdad en cuanto a la patria potestad, herencia y demás derechos civiles con los que puedan ser lejitimados por subsiguientes matrimonios, o nazcan lejítimos en virtud de éste".

MARCELO DE ALVEAR: TODO POR UN AMOR

Se puede afirmar sin duda que el presidente porteño radical Alvear es sin duda el primer mandatario con mayor abolengo de la historia argentina. Nieto de los generales Carlos de Alvear y Ángel Pacheco, fundadores de la Patria, fue Marcelo el octavo hijo de los diez que tuvieron Torcuato y Elvira. Nacido el 4 de octubre de 1868, su nombre completo era Máximo Marcelo Torcuato, pero nunca usó ese primer nombre que significaba un mandato pesadísimo, habida cuenta de la prosapia familiar.

Fue Marcelo un hombre de convicciones y no de conveniencias, ya que decidió hacerse radical, y cuando amó, lo hizo con la mujer que deseaba y no con las que las convenciones sociales argentinas le imponían. Llegó a los treinta años sin noviazgos formales y sería entonces cuando su vida cambiaría para siempre. Algunos dicen que en el teatro Politeama de Buenos Aires, otros que en el Solís de Montevideo, pero lo indiscutible es que la cantante lírica nacida en Lisboa Regina Pacini lo flechó cuando cantó en el río de la Plata en 1899. Marcelo, apresurado, compró rosas rojas y blancas y se las ofreció a Regina en el camerino, donde quien lo recibió fue la madre de la cantante, su futura suegra.

Desde entonces y por ocho años, Marcelo la siguió por el mundo presenciando todas las funciones que la considerada como la mejor cantante del momento brindaba en los grandes teatros del mundo: Londres, París, San Petersburgo, Palermo, Venecia, Milán, Berlín, Madrid, y cada vez la ceremonia de las rosas. Vale aclarar que la fortuna personal de Alvear era una de las más grandes de América, incrementada por la donación de vida de tres de sus tías, que lo veían destinado a la soltería. Finalmente, Marcelo decidió jugar su carta final: en el teatro real de San Carlos, en Lisboa, al entrar al escenario Regina vio que la sala estaba vacía. Desde un palco sonó un aplauso y la grave voz de Marcelo que decía: "Hoy cantás para mí". El porteño había comprado todas las localidades de la función, y terminada la presentación subió al escenario, se arrodilló frente a su amor y le pidió matrimonio. Regina aceptó inmediatamente, dejando de lado para siempre su carrera, y las propuestas de príncipes polacos, militares rusos, nobles italianos y millonarios franceses que recibía casi cotidianamente.

Se casaron en la iglesia lisboeta de Nuestra Señora de la Encarnación el 29 de abril de 1907, se fueron a vivir a París donde Marcelo le obsequió a Regina el palacio de Coeur Volant, hoy embajada de Guinea en Francia, y siguieron juntos, formando una pareja cuyo glamour supo ilustrar la presidencia y la función de primera dama. Cuando el príncipe de Gales visitó la Argentina en 1925 y Alvear era el primer mandatario, luego de saludar a doña Regina, el heredero del trono británico le dijo al argentino: "Este país es una república, pero su esposa es una reina". Marcelo y Regina fueron esposos durante 35 años, hasta la muerte de él en 1942. No tuvieron hijos y ella veló la memoria de su esposo durante los 23 años que lo sobrevivió.

El cuidador de la bóveda de los Alvear donde hoy están sepultados los esposos, don Serafín Frosz, quien cumplió esa tarea durante sesenta años, me contó una divertida anécdota: Regina iba todos los lunes de 9 a 12 a rezar frente a la tumba de Marcelo, donde lo esperaba una silla Luis XVI, gemela a la que usaba en su despacho de la Casa del Teatro, institución genial que ambos fundaran. Terminada su meditación, Regina tomaba del brazo a Serafín y lo invitaba a comer, para "arreglar cuentas". Quien esto escribe notaba que el trabajador tenía algo "entripado" cuando contaba el episodio. Luego de varias charlas, se develó el misterio: Regina ordenaba "fetuccini con salsa y dos vasos de moscato" para ella y el cuidador. Fueron 23 años, lunes tras lunes, año tras año, almorzando pastas. Nunca pudo decirle Serafín que a él las pastas no le gustaban.

Muchos otros presidentes protagonizaron historias de amor, muchas legales y otras tantas clandestinas. No faltará oportunidad para abordarlas en estas queridas páginas de "EL LIBERAL". l

POR EDUARDO LAZZARI, HISTORIADOR

ANÉCDOTAS

DE LA HISTORIA

ALVEAR Y PACINI EN SU PALACIO EN PARÍS.

UNO DE LOS POCOS RETRATOS FAMILIARES DE URQUIZA Y COSTA.

PRESIDENTES DE OCTUBRE: AMORES Y ROMANCES