Por el Lic. Juan Barraza Sociólogo
Del Monstruo al Asesino en Serie Del Monstruo al Asesino en Serie
Este viaje a través del monstruo, nos presenta la figura de una criatura no humana que ha fascinado y aterrorizado a la humanidad desde tiempos inmemoriales. Desde la creencia mítica en bestias sobrenaturales hasta la fría realidad del crimen, exploramos la oscura evolución de cómo percibimos, identificamos, definimos y redefinimos el mal que reside entre nosotros. Uno de los claros y tantos ejemplos de la figura del mal es la licantropía, concepto que refiere a la transformación de un humano en lobo, es uno de los arquetipos de horror más antiguos. En la mitología y el folclore, el licántropo encarna la pérdida de la razón y el control, la manifestación de una bestialidad inherente que irrumpe violentamente en la civilización.
El hombre lobo representa el temor a lo incontrolable, a la pulsión animal que reside bajo la superficie de la conducta civilizada. Esta criatura monstruosa no tiene razón en el momento de cometer su depredación. El acto de matar es visto como el resultado de una fuerza externa o una maldición, descargando la culpa del individuo a una entidad sobrenatural. El monstruo es el otro metamorfizado, el que mata, el que se desconoce así mismo y a los demás. Ahora bien, ante un análisis del perfil criminal de esta especie de criatura, concluiríamos que estamos en presencia de tipo de asesinos en serie "desorganizado", por las mutilaciones a sus víctimas sin medir ninguna planificación ni cálculo para cometer sus crímenes.
También te puede interesar:

Sin embargo, el retorno del gótico en el siglo XIX, ha reivindicado una lista de criaturas que representan lo monstruoso, lo inhumano, lo oscuro, la conducta más abyecta y vil, en películas, series, documentales, cuentos literarios, tales como Drácula, Frankenstein, el Dr. Jekyll y Mr. Hyde, y un destacado número de personajes, mezclas de maligno y héroe que generan en la actualidad morbo, fascinación y lucro, tales como depredador, Alien, Vénon, Hulk, otros.
Asimismo, en distintas culturas y su sistema de control social, la representación del mal y su admiración es identificada por otra clase de monstruo, por ejemplo en México La llorona; en Paraguay el Pombero perteneciente a la cultura Guaraní; en diferentes zonas de nuestro país la Mujer de blanco, la Mujer de negro, El Lobizón; en nuestra cultura regional el Alma-mula, el Runa Uturungo (hombre - tigre), el Kakuy, el Sachayo (hombre enano), el Perro familiar; de hecho, los padres para ejercer mecanismos de control hacia sus hijos hace unos 30 años atrás, ante la desobediencia de estos últimos, asustándolos por la aparición de la bruja, el cuco, el hombre de la bolsa, etc. Pues, en otras partes del mundo, principalmente en Europa, la creencia mítica de la figura del vampiro, un tipo de monstruo que acecha en la oscuridad, silencioso y calculador. Un ser sobrenatural que succiona la sangre de las personas en las noches.
Durante el año 1484, precisamente el siglo XV mediante la proclamación de una bula (decreto), el papa de la época apelo a las autoridades eclesiásticas y civiles de todas partes del mundo, con el propósito de cooperar con los inquisidores y demonólogos contratados por la iglesia, en dar guerra y erradicar a brujas, vampiros, hombres lobos y todo tipo de herejía, guiados por el inquisidor alemán Heinrich Kramer, autor del triste y celebre manual de misoginia para la caza de brujas titulado Malleus Maleficarum (el martillo de las brujas). Era tal la ignorancia reinante en aquellas épocas y la creencia en criaturas sobrenaturales como licántropos y brujas, aunque estas últimas en la actualidad existen, el referido manual estaba repleto de contradicciones teológicas. Según Vronsky (2020),"el libro explica el caos de la deserción religiosa culpando a los terroristas del diablo, brujas y los hombres lobos". El manuscrito se convirtió en una guía para inquisidores, jueces y fiscales. Lo curioso es que la imagen del inquisidor Kramer, durante el siglo XX y comienzos de este, fue iconizada por los cineastas y productores de películas de ficción Drácula y el hombre lobo, bautizándolo como el famoso justiciero Van Helsing el cazador de monstruos.
La alegoría del monstruo vampiro que bebe de la sangre de sus víctimas, según el análisis de Garrido (2021) al referirse a la obra de Drácula de Bran Stoker, es la perfecta metáfora de un asesino en serie. El vampiro vive en la medida que pueda matar, literalmente, si Drácula no mata se muere. En comparativa, si un asesino en serie no mata se le va la vida, pero la vida psíquica. Para Stoker, la creación de la imagen del vampiro un personaje manipulador, organizado, sigiloso, calculador y depredador, que engaña a sus víctimas para luego matarlas y beber de su sangre, es un frenesí sexual que experimenta y morboso en sí mismo. Si tuviéramos que perfilar al vampiro, su imagen encuadraría en un tipo de asesino sistemático y organizado, un típico modus operandi que refleja a los famosos asesinos en serie más letales, como el caso de Ted Bundy, Peter Kurten "El vampiro de Dusseldorf", Andrei Chikatilo "El carnicero de Rostov", Luis Alberto Garavito "La bestia", y otros tantos que practicaban luego de matar a sus víctimas, necrofilia, canibalismo y vampirismo. De hecho, en la época que fue creado Drácula en 1897 inspirado en la historia de Vlad Tepes "El empalador", el autor que le dio vida literaria eterna al vampiro, ya conocía los espeluznantes asesinatos provocados en Whitechapel por el autodenominado Jack el destripador, e incluso lo menciona en su obra.
Análogamente, Mary Shelley al crear la obra de Frankenstein, fue una adelantada para la criminología moderna al marcar un paralelismo para entender cómo funciona la mente de un asesino en serie. Porque la trama que envuelve la misma en toda su argumentación, refiere al médico creador del monstruo, el Dr. Víctor Frankenstein, quien le da vida y el nombre a la tremebunda criatura. Que al ser abandonado por su padre el doctor Víctor, el abominable engendro decide tomar venganza quitándole la vida no solo a los seres queridos del doctor, sino a todos aquellos que se interpongan en el camino, lo rechacen y denosten su terrorífica y temible imagen. Hoy en día, si se analizara la conducta de este tipo de mente siniestra, se lo encasillaría en un asesino en serie "mixto", es decir un tercer tipo de la clasificación dada por el FBI. Porque por un lado (planificación y amenaza), le advirtió a su padre el Dr. Frankenstein que iba a matar a sus familiares y demás seres queridos, si no hacia lo que él le había encomendado (la obstinada idea de crearle una compañera con sus mismas características físicas). Y por otro (arrebato - impulso), mataba a cualquier persona sin mediar cálculo ni premeditación, tan solo por ser rechazado.
Con el advenimiento de la psicología y la criminología, el foco del horror se desplaza de lo sobrenatural a lo psicológico. El mito del monstruo de la noche es reemplazado por la figura del asesino en serie, el depredador que opera en cualquier parte y a cualquier hora, indistinguible de la gente común. El asesino en serie es la personificación del mal mismo, un individuo racional, organizado, silencioso, o por lo contrario, irracional, desorganizado que elige consciente o no actos de violencia extrema. Ya no es una maldición, sino una patología, una elección perversa, o una enfermedad esquizoide. Sin embargo, a diferencia del frenesí incontrolado del licántropo, muchos asesinos en serie exhiben una meticulosa planificación y un componente ritual en sus crímenes, demostrando un perturbador nivel de control sobre sus impulsos y víctimas.
Los estudios de asesinos en serie, como Gary Ridway, Arthur Shawcroos, Dennis Rader (BTK), John Wayne Gacy, H.H. Holmes, Joaquim Kroll, Andrés Filomeno Mendoza o Jeffrey Dahmer, nos fuerza a confrontar la aterradora idea de que el verdadero monstruo no es una bestia mítica ni sobrenatural, sino un producto de la sociedad "sociópata", en palabras de Cesar Lombroso "un criminal nato" hoy conocido como psicópata, un genético. El monstruo es, inquietantemente, uno de nosotros. Este viaje, desde el monstruo al asesino serial, refleja cómo la sociedad ha intentado dar respuesta a la violencia inexplicable: que mueve a una persona a matar otra, sus traumas vividos en el pasado, los trastornos antisociales de la personalidad que puede acarrear, abandono y ausencia de sus padres, padres golpeadores, abusadores o alcohólicos, madres prostitutas, sociópatas, con base genética psicopática o una enfermedad paranoide - esquizoide. En fin, pasamos de temer al aullido bajo la luna llena, a temer la sonrisa vacía, el engaño y la mirada fría de un vecino. El miedo ya no está en lo mítico, sino en la oscuridad de las disposiciones psicológicas innatas del ser humano.









