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Rosquetes de Loreto, una exquisita joya que atesora Santiago del Estero

La voz de doña Marta, más de tres décadas con el horno encendido para la elaboración de estos productos que alegran la vida.

Doña Marta

Doña Marta

03/09/2025 19:29 Interior
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Los rosquetes loretanos representan mucho más que un simple compañero del desayuno o la merienda. Para la comunidad de la ciudad de Loreto, a 60 km al sur de la capital santiagueña, son identidad, cultura e historia; una manera de explicarse a sí misma cada vez que alguien pregunta por la relación de Loreto con este tradicional manjar blanco. 

Su origen no tiene una génesis clara: algunos lo vinculan a los saberes de mujeres europeas que fusionaron el amasado especial de harinas alemanas con el merengue fino italiano; otros hablan de los padres jesuitas que lo utilizaban en ceremonias religiosas y festividades como la de San Blas. Lo cierto es que, con o sin certezas históricas, los rosquetes son parte inseparable de la vida loretana.

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En ese entramado de tradición y sabor aparece la figura de doña Marta Coronel, una mujer que lleva casi 40 años elaborando y vendiendo rosquetes; heredera de un oficio que en su familia ya suma más de un siglo.

Ella nos recibe en su casa en pleno corazón de Loreto. "Para mí es una fuente de vida. Con los rosquetes crié a mis hijos y los hice estudiar; hoy siguen siendo mi manera de salir adelante", cuenta con orgullo.

Doña Marta recibió a EL LIBERAL en su casa

Generosa cuenta que el proceso comienza de noche, alrededor de las nueve. Y cuidando los secretos de la elaboración Marta explica que "la masa tiene que ser ni muy blanda ni muy dura y se trabaja con un torno de madera, donde se corta y se moldea. Luego, los rosquetes pasan al horno de barro, allí adquieren esa textura inconfundible". 

A las dos de la mañana, aproximadamente, llega el turno del merengue, que antiguamente se aplicaba con cuchara y hoy se hace también con un pincel, buscando que la presentación sea más refinada. 

Apenas secos, entre las cinco y seis de la mañana, Marta ya está lista para venderlos: en su casa, en la terminal de Loreto o a través de familiares y colaboradores que los ofrecen en diferentes puntos de Santiago del Estero, incluso en la ciudad capital. 

"La calidad de los ingredientes es clave": harina buena, azúcar refinada, grasa sin olor, vainilla y anís Alicante. "El secreto está en que sean frescos, como el pan. Los rosquetes tienen que ser blanditos, bien hechos y sin mezquinar la materia prima", asegura.

Una herencia que atraviesa generaciones

Marta no está sola en esta tradición. La precedió su abuela Fortunata. Ella fue una de las pioneras, vendiendo rosquetes "en la época del tren". Después siguieron Petrona y Chela, junto con otras mujeres que marcaron camino. Hoy, además de Marta, sus hijos también participan: Milagros en todo el proceso, Joaquín hace empanadillas de batata, Yamila prepara los moroncitos y a ellos se suman varios jóvenes del pueblo que ayudan en la venta.

"No es solo un trabajo para mí y mis hijos, también para otras familias que me acompañan desde hace años", destaca.

La receta de rosquetes tiene sus secretos

La pandemia puso a prueba esa resistencia. Con la terminal de ómnibus cerrada, Marta debió volver a empezar casi de cero, horneando apenas dos docenas para subsistir y vendiendo desde su casa a un grupo reducido que podía acercarse. "Fue duro, pero salimos adelante con la ayuda de Dios", recuerda.

Hoy, los rosquetes no solo se ofrecen en su forma clásica. También existen versiones de copetín, de colores, rellenos con dulce de leche y adaptados a distintos eventos. Sin embargo, Marta asegura que los más buscados siguen siendo los tradicionales.

Cuando se le pregunta qué significa esta tradición para ella, se emociona, pero no duda: "Es mi vida. Con amor y responsabilidad sigo esta herencia, y espero que nunca se pierda. El rosquete es parte de Loreto y de nuestra historia".

Parada obligada de familias de turistas de paso por la ruta Nacional 9. Se lo sirve con el desayuno, con la merienda, como postre o cuando un antojo asalta a cualquier hora.

En Loreto hay muchas (y muy buenas) rosqueteras. Una particularidad que suma a los secretos de rosquete, es que sin explicación revelada, todas ellas viven en un mismo barrio, El Polígono.

Los productos Che-Mar de doña Marta Coronel se venden, además de en Lotero, en la vereda de la Facultad de Humanidades, casi frente al Hospital Regional (allí están Belén y Marcela) y en la zona del Banco Santiago.

Imágenes: Carolina Navarrete

Agradecimiento: J. Jozami

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