El espejo bonaerense

Las elecciones bonaerenses hicieron visible la realidad política del gobierno nacional: su fragilidad territorial y su inexperiencia para articular una alianza coherente y cohesionada. Por otra parte, su escasa o nula ductilidad discursiva. Esto último, reviste una importancia crucial, dado que las necesidades y las demandas de las sociedades son siempre dinámicas. La combinación de estos tres factores, constituye una amenaza cierta a la estabilidad de un gobierno al cual le restan dos años de gestión.

Lo ocurrido en la provincia de Buenos Aires muestra, entonces, de manera amplificada lo sucedido en otros distritos, Corrientes y Santa Fe, por indicar otros ejemplos. En ellos, también se observó la misma respuesta de la administración federal: falta de planificación y evaluación de posibles respuestas ante escenarios complejos y adversos. Dicho de otro modo: fueron tomados por sorpresa y sin estrategias a la mano.

Pasados ya varios días, el gobierno debería estar ocupado en recuperar la iniciativa y centralidad en la fijación de la agenda, algo en lo que hace algunos meses ha dejado de gravitar. Recuperar su influencia en los temas que se discuten, es imperioso para contrarrestar sus debilidades de estructura política e impulsar hacia adelante sus objetivos.

Del mismo modo, la actualización de su discurso es imprescindible si pretende recuperar el manejo de las cuestiones de gobierno. Y para impedir que aquellos a quienes venía a desterrar para siempre controlen la conversación pública. En este sentido, el gobierno, necesita ser más permeable a quienes lo critican desde el mismo universo ideológico. Enemistarse con los propios habitantes del mismo hemisferio de ideas por observaciones metodológicas o de estilo, es un error, que a esta altura del periodo de gobierno y a la luz de los resultados electorales provinciales y de una elección nacional que se avecina, es una actitud que debería abandonarse rápidamente. Es un infantilismo político imperdonable.

En política, como en otros órdenes de la vida social y personal, el aprendizaje ocupa un lugar central. Pero, con una gran diferencia de grado. En términos de la vida pública, los errores al igual que los aciertos tienen millones de víctimas o beneficiarios, con efectos no siempre mensurables e imprevisibles. El control de daños o la exploración de nuevos enfoques o estrategias de abordaje de temas, forma parte habitual de la praxis política. Insistir en lo que no funciona, algo que parece hacer el gobierno en su diseño electoral y que también es visible en su discurso repetitivo y monotemático, es un mecanismo peligroso que lleva inexorablemente a una senda minada de fracasos.

¿Está a tiempo de adaptarse? ¿Recuperará la iniciativa? ¿Podrá vencer la inmovilidad? ¿Logrará generar mínimos consensos de gobierno? ¿Escuchará a sus socios de ideas? Estos interrogantes solo los pueden responder los mismos integrantes de la alianza libertaria gobernante. El espejo bonaerense es una seria advertencia de lo que puede ocurrir si evita afrontar los desafíos que esas preguntas le plantean.