Son 10 estudiantes del país que accedieron al certamen. En la lista hay dos santiagueños: un varón y una mujer. Montenegro dio un paso al costado.
Santiagueño renunció a concurso de Inglaterra sobre Malvinas Santiagueño renunció a concurso de Inglaterra sobre Malvinas
La decisión de uno de los diez estudiantes argentinos de abandonar el polémico concurso "Conociendo a mis vecinos de las Islas Falklands" dejó al descubierto lo que muchos advertían desde el inicio: detrás de la fachada de un inocente intercambio cultural se escondía una maniobra de propaganda destinada a romantizar la ocupación británica en el Atlántico Sur.
La retirada de Gustavo Montenegro Haro, joven santiagueño y estudiante de la Universidad Nacional de Córdoba, no fue un simple cambio de postura. Fue, en sus propias palabras, un acto de "lucidez" frente a lo que calificó de una "emboscada" diplomática.
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Su dimisión se convirtió así en un gesto de denuncia pública contra la estrategia del Reino Unido y de los isleños kelpers, que buscaron involucrar a jóvenes universitarios de la Argentina en un operativo de seducción política.
"Me expuse al rechazo de mis compatriotas y sufrí una violencia fuera de escala en redes sociales", relató el estudiante en un extenso comunicado publicado en sus redes. Más allá del costo personal, su reflexión final reveló el verdadero trasfondo del episodio: la necesidad de seguir concientizando sobre la Causa Malvinas para evitar que nuevas generaciones de argentinos y sudamericanos vean su voz e imagen manipuladas con fines coloniales.
Concurso
El concurso, impulsado en agosto por las embajadas británicas en la Argentina, Uruguay y Paraguay, invitaba a universitarios mayores de 18 años a presentar propuestas para "acercarse a la realidad de sus vecinos de las Falklands".
El certamen, que ya va por su sexta edición, cuenta con el auspicio directo del gobierno isleño, en abierto contraste con la posición argentina y sudamericana que desde hace décadas denuncia la ocupación británica del archipiélago.
La controversia escaló con la renuncia de Montenegro Haro, que quebró la narrativa cuidadosamente diseñada por la delegación británica.
El discurso oficial de "convivencia cultural" quedó resquebrajado, mostrando su verdadero propósito: legitimar la presencia británica en un territorio que la Argentina reclama desde mediados del siglo XIX y que fue escenario de la guerra de 1982, en la que murieron 649 soldados y oficiales argentinos.
Más allá del episodio individual, lo ocurrido con Montenegro Haro revela la tensión permanente entre dos proyectos irreconciliables: la voluntad soberana de la Argentina sobre las islas y la estrategia británica de consolidar su dominio mediante operaciones diplomáticas y culturales que buscan instalar una idea de normalidad.








