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Elecciones argentinas: anécdotas, curiosidades y picardías

Por Eduardo Lazzari

22/10/2023 07:17 Santiago
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Hoy los argentinos marchamos a las urnas para elegir al ciudadano o la ciudadana que ostentará el cargo político más importante del país: la Presidencia de la Nación. Será la quincuagésima persona que ocupará el más alto sitial de la República. Es la 31ª elección presidencial de la historia, ya que hubo presidentes elegidos en más de una ocasión y otros que lo fueron por renuncia o muerte del titular del Poder Ejecutivo Nacional. Pero para los millones de ciudadanos que acudimos a cada llamado electoral cumpliendo con el sagrado deber, el honorable derecho y la clara obligación de votar, el domingo de los comicios ha servido muchas veces para presenciar anécdotas, descubrir curiosidades y sobre todo observar algunas picardías que le dan calor a la jornada.

Desde aquel Cabildo Abierto de 1810, donde unos 270 vecinos de Buenos Aires iniciaron el camino hacia la libertad al destituir al virrey Baltasar Hidalgo de Cisneros, hasta esta elección de hoy, en que somos llamados a votar 35.394.425 ciudadanos en 104.577 mesas, han transcurrido dos siglos y trece años, en los que se han celebrado cientos de comicios a nivel nacional, provincial y municipal que han llenado de sentido el andamiaje institucional que proponen la Constitución Nacional de 1853, las constituciones provinciales y las leyes orgánicas municipales, que hacen de la Argentina un país federal, representativo y sobre todo republicano.

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LA LEY "SÁENZ PEÑA"

Un acontecimiento fundamental para la conmemoración de los actos electorales es recordar la ley 8.871 que el presidente Roque Sáenz Peña, a través de la gestión de su ministro del Interior Indalecio Gómez, propusiera al Congreso Nacional para ordenar el sistema electoral con una reforma ambiciosa que logró el empadronamiento de todos los hombres mayores de 18 años, la obligatoriedad del voto para quienes estuvieran comprendidos en ese padrón, y el secreto a través de la emisión del sufragio en un cuarto "oscuro", es decir sin ojos indiscretos que observaran la opción elegida por el ciudadano, introduciendo en un sobre entregado por las autoridades de mesa alguna de las boletas propuestas por los partidos políticos: la que ese ciudadano quisiera.

Antes de asumir la presidencia en 1910, Sáenz Peña se reunió con Hipólito Yrigoyen, el líder radical que propugnó durante dos décadas la abstención revolucionaria para lograr un sistema que resguardara la libertad del sufragio, hasta entonces cantado y a la vista de las barras partidarias en los atrios de las iglesias. Yrigoyen no aceptó la oferta de dos ministerios en el gabinete nacional, a pesar de lo cual Sáenz Peña mantuvo su promesa de modificarel sistema de comicios. Una vez sancionada el 13 de febrero de 1912 la ley hasta hoy llamada "Sáenz Peña",Yrigoyen siguió desconfiando aunque los radicales santafesinos aceptaron ir a las urnas bajo el nuevo régimen y consagraron a Manuel Menchaca como el primer gobernador en el país elegido por el voto popular en absoluta libertad.

Las características del voto establecido por la nueva ley son: obligatorio para todos los ciudadanos entre 18 y 70 años de edad empadronados, que fue la forma que la dirigencia nacional encontró para interesar a los millones de hijos de inmigrantes que no tenían demasiada vocación por los asuntos públicos; secreto a través de disposiciones que protegían el ejercicio de la voluntad del ciudadano, protegido por los recaudos tomados por la ley; y universal, ya que no había otra condición que la ciudadanía para ser votante, ni económicas como existían hasta entonces, ni de instrucción, ni de ideologías.

El cambio fue tan grande que el mismo Yrigoyen, escéptico por vocación, diría que "me venció el ensayo", a la vez que Saénz Peña pudo sentir la satisfacción de que el pueblo siguió su pedido de ir masivamente a las urnas, poniendo en juego su propio poder de tal forma que terminó ganando en 1916 la oposición a su partido la presidencia de la Nación. Don Roque murió en 1914, por lo que no fue testigo de su gran reforma modernizadora del civismo del país. Salvo pocas modificaciones los argentinos votamos hace 110 años bajo el imperio de esta gran ley.

EL VOTO FEMENINO

Cinco hitos marcan la presencia de la mujer en las elecciones argentinas. El primero fue cuando el gobernador sanjuanino Domingo Faustino Sarmiento otorgó en forma consuetudinaria el voto femenino para las elecciones de alcaldes de las ciudades y pueblos de la provincia cuyana en 1863, lo que fue ejercido en pocas ocasiones pero fueron los primeros comicios en Sudamérica donde la mujer votó. El segundo episodio está vinculado a la acción de la médica Julieta Lanteri, que luego de estudiar la legislación nacional referida al voto popular encontró que ella reunía todas las condiciones que establecía el ordenamiento legal: era mayor de edad, ejercía una profesión u oficio honorable, era propietaria y tenía una renta importante.

Lanteri Se presentó en un juzgado civil a cargo del juez Llavallol y logró una sentencia que decía: "Como juez tengo el deber de declarar que su derecho a la ciudadanía está consagrado por la Constitución y, en consecuencia, que la mujer goza en principio de los mismos derechos políticos que las leyes… acuerdan a los ciudadanos varones… porque ningún habitante está privado de lo que ellas no prohíben". Así fue que el 26 de noviembre de 1911, en un hecho histórico que no es recordado como se merece doña Julieta votó en el atrio de la iglesia San Juan Evangelista del barrio de la Boca. Advertidos los legisladores sobre el tema mientras discutían la llamada ley "Sáenz Peña" introdujeron la aclaración sobre el carácter masculino del voto. Esta saga concluyó cuando, ya sancionada la reforma electoral en 1912, Lanteri se presentó en los cuarteles militares de Palermo para hacer la conscripción, pero en esa misión fracasó y el voto femenino debió esperar cuatro décadas más.

En la década de 1920 dos provincias argentinas incluyeron para las categorías de candidatos locales el voto de la mujer: San Juan y Santa Fe. Las polémicas fueron enormes y no sobrevivió a esa década la posibilidad del sufragio femenino. Incluso cuando fue intervenida San Juan un decreto firmado por el enviado del Poder Ejecutivo Nacional determinó en los considerandos que "el voto femenino había sometido a las familias sanjuaninas al caos que significaba que las madres e hijas se ocuparan de asuntos que no le competían, dejando de lado sus responsabilidades hogareñas".

Finalmente en 1947 fue sancionada la ley 13.010 que estableció la igualdad jurídica entre el hombre y la mujer tanto para la emisión del voto como para la posibilidad de una candidatura a cualquier cargo electivo en el país. Eso permitió la entrega a todas las ciudadanas de la libreta cívica, un sucedáneo de la libreta de enrolamiento masculina, que tenía otras características ya que la ley del voto femenino dejaba de lado el cumplimiento de cualquier obligación militar a las mujeres argentinas. Este logro civil, aprobado el 9 de septiembre de 1947, fue la consagración de la lucha de mujeres como Cecilia Grierson, Victoria Ocampo, Elvira Rawson y María Eva Duarte.

LAS ELECCIONES DURANTE EL "FRAUDE PATRIÓTICO"

La década de 1930 fue de un gran impacto a nivel global a raíz de la gigantesca crisis económica desatada por la quiebra de la Bolsa de Nueva York, conocida como la Gran Depresión. Las consecuencias políticas fueron gigantescas, y no puede omitirse recordar el surgimiento de Mussolini en Italia, Hitler en Alemania, Franco en España, Oliveira Salazar en Portugal, Stalin en la Unión Soviética, los golpes de Estado en los países de Sudamérica, y en la Argentina, la revolución del ?30 encabezada por el general José Félix Uriburu, que interrumpió siete décadas de continuidad institucional, ejemplares para el continente.

Si bien el golpe fracasó en sus objetivos, la manipulación del proceso electoral de 1931 llevó a la proscripción del candidato radical Marcelo Torcuato de Alvear por medio de una sentencia judicial que sostuvo que no habían pasado los seis años previstos en la Constitución para su reelección.Decididos los radicales a la abstención, en noviembre de 1931 se impuso Agustín P. Justo, el candidato de la Concordancia (alianza entre conservadores, radicales anti - personalistas y socialistas independientes)quien disfrutó de la falta de oposición hasta que la Unión Cívica Radical volvió al ruedo en 1935. Entonces las fuerzas conservadoras decidieron en cada provincia el temperamento para enfrentar el nuevo desafío y en muchos casos adoptaron el "fraude patriótico", lo que resulta un oxímoron ya que nada fraudulento puede servir a la Patria.

Eso llevó a resultados diferentes en todo el país, por ejemplo en Córdoba donde los conservadores se sentían naturalmente ganadores y eso provocó el sorpresivo triunfo del radical Amadeo Sabattini para la gobernación mediterránea. En la provincia de Buenos Aires, la victoria correspondió a Manuel Fresco, que instrumentó una estructura muy afiatadade fraude electoral para conservar el poder. Vale una anécdota ocurrida en Coronel Pringles, al sur de la provincia, cuando un paisano entró al cuarto oscuro y eligió la boleta radical. Desde las alturas del salón escuchó una voz que le decía "No se equivoque amigo". Al mirar hacia el lugar desde donde provenía el sonido,vio una escopeta que le apuntaba. El hombre cambió su voto y se retiró ¿en paz?Estos fraudes llevaron al sucesor de Justo, Roberto M. Ortiz, a intervenir Buenos Aires impidiendo la asunción de Alberto Barceló.

En Santiago del Estero gobernaría durante esa década el Partido Radical Unificado con Juan Bautista Castro, que se convirtió en el único gobernador en el país que completó su mandato de cuatro años, y luego Pío Montenegro, hasta la intervención que Ortiz por las mismas razones que en Buenos Aires decretó en 1939. Una curiosidad de esa década es que la mayoría de los gobernadores eran médicos. Queridos lectores de "El Liberal": aprovechemos esta jornada para construir juntos la historia, como hace cuarenta años nos hemos acostumbrado a hacer. 

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