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EL LIBERAL . Santiago

Miriam, la madre que sola crio a cuatro hijos cosechando papas 

Arrancó como cosechera a los 26 años, con la cebolla. Después fue la papa, lo más duro. También cosechó choclo y zapallo, entre otras tareas inherentes.

19/10/2025 06:00 Santiago
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En muchos sentidos, la vida de Miriam Quiñones es un reflejo de lo que miles de santiagueñas viven cotidianamente, además de ser madre soltera, es trabajadora rural, cosechando, lavando y ahora analizando papas de campos de Comandante Nicanor Otamendi, en la provincia de Buenos Aires, a 38 km de Mar del Plata.

Ella lo cuenta: "Soy mamá soltera. Tengo cuatro hijos y esa fue la situación que me largó a trabajar al campo. Dentro de todo uno gana, pero es sacrificado. Yo no recibí planes, ni nada por el estilo. Ahora ya son grandes mis hijos, pero sigo trabajando. Me separé cuando mis hijos eran chicos, cuando vivía en Buenos Aires, después me vine a vivir a Otamendi. Desde entonces siempre salí adelante, trabajando, (pagando) alquiler, hoy tengo mi casa".

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"Hace 7 años que estoy en pareja. El resto para atrás, crié sola a mis hijos. Es lo más lindo ser mamá, lo más lindo que hay".

Un nuevo dolor

Y mañana (por hoy), el Día de la Madre, es el primer año sin mi mamá, y hoy ando triste, llorando. Es mi primera vez que estoy sin mi mamá, pero bueno, hay que seguir adelante en la vida".

Aún así, no desconoce lo positivo: "Siempre agradeciendo a Dios que me dio la posibilidad que me tuvieron en cuenta en el lavadero de papas. Yo estuve un tiempo en lo que es la lavadora, la cinta, en la clasificadora, y este año me propusieron estar en el laboratorio, de analista, con Karina que ella años hace que está, ella me enseñó. Acá es más tranquilo, siempre para adelante".

Ya mejor encaminada, sintetiza su vida y lo que superó: "Mi hijo mayor ya cumplió 30 años, el segundo de 28 y mis mellizas de 22. Yo tengo 48 años. A pesar de tanto laburo sacrificado, sigo bien. Y a pesar del trabajo que es duro, yo tenía que llegar a mi casa y seguir con la vida cotidiana: limpieza, revisar tareas de mis hijos, todo. Es duro, a veces pienso por toda las etapas que he vivido y trabajo duro. Pero bueno, es lo que había en ese momento. Hoy estoy más tranquila, en un laboratorio de papas (desde 2023), haciendo análisis, un trabajo más tranquilo, pero bueno, pasé por todo". 

Madre y cosechera, hija y hermana de cosecheros

Llevada por su familia, Miriam Quiñones siempre estuvo vinculada al campo, la vida rural y sus destrezas.

"Yo nací en Santiago del Estero. Mi papá, Néstor Quiñones, venía a trabajar desde chico para el tiempo de la papa acá en Comandante Nicanor Otamendi. Después mi mamá decide venirse, nosotros éramos cuatro hermanos, yo tenía 7 años. Y mi papá con mis hermanos trabajando desde los 11, 12 años en la papa. Cuando cumplo los 15 me voy a vivir a Buenos Aires, Capital. Viví unos 9 años. Después volví a Otamendi", recordó la madre santiagueña.

Sobre cómo llega a su actual trabajo, detalló: "Antes, hice otros trabajos, en fábricas. Después empecé a trabajar en la (cosecha de la) cebolla. Éramos siete mujeres. Y con el tiempo quedé trabajando, las demás se fueron yendo de a poco, hasta que me quedé sola. Era yo sola con todos los varones. En ese ínterin también hice la cosecha de la papa, la sacada de la papa con mi hermana".

Cuando habla de sacrificios, Miriam se refiere a esta parte de su vida: "Ahora no es la maleta, sino que te ponés, te sinchás la bolsa y vas juntando la papa. Yo y mi hermana y todos varones. También andamos arriba del camión, haciendo de estibadoras. Tal vez lo que tiene Otamendi es que no hay mucho trabajo para la mujer. Siempre dependés del trabajo rural, del campo. Y… es jodido, agarrás lluvia, viento, heladas, de todo".

"Lo mío siempre fue eso, la papa, sacada de choclo, cebolla, zapallo. (El trabajo de) la papa es muy sacrificado. Si ya para los hombres es sacrificado, para la mujer más. Tal que si no cargás el camión te van a descontar. A veces los compañeros nos decían 'vayan arriba del camión de estibadoras' y por ahí no nos dejaban cargar abajo. Momentos duros, pero conocés buena gente. Y bueno, la vida te va llevando a esto", reflexionó.

Otras tareas que le tocó hacer no fueron menos duras: "También hice riego de papas con caños. Se hace de todo. También está el tiempo en agosto que es de cortar la papa. Cuando empecé no tenía idea y me largué así. Andar en la cosechadora, de cascotera también, ahí también agarrás lluvia, frío, todo. Acá en la zona de Otamendi, yo de cascotera era la única mujer, que cuando venían camiones de afuera a cargar se sorprendían que anduviera una mujer en el campo".

Para ser cortadora de papas se usan cuchillas muy afiladas: "Los guantes son para protección, para no lastimarse con el cuchillo. En ese tiempo (agosto) sí hace frío, pero se usa más que nada para no cortarse.Cuando te apurás en la cortada, si se zafa el cuchillo, te hacés un corte. Obviamente, igual te cortás o cortás el guante". 

Cuánto rinde una mujer en las tareas rurales

Puesta a realizar tareas que tradicionalmente hacen hombres, por la rudeza que implican, las mujeres deben esforzarse para no desentonar y merecer la oportunidad.  "Yo por ser mujer (lleno) 60, 63 bolsas (de papa)" en una jornada de trabajo, reveló Miriam Quiñones sobre la tarea de cosechar. Por su parte, los hombres suelen llenar un mínimo de 100 bolsas al día.

En cuanto a la cortada de papas (para resiembra), precisó: "Por ser la primera tanda, seguramente son 400, 600 bolsas, y somos 4 o 5 (quienes cortan). De ahí se saca un promedio. Por ejemplo, mis hermanos que son mucho más rápidos (pueden completar) 60 bolsas, 80. Entonces se tarda tres días. Cortando en lienzo, nos tenemos que levantar y tirar en el bolsón. Yo lo mío, mi hermana lo de ella, mi compañera Ramona lo suyo (40, 60 bolsas cada una). No nos ayudamos ni nos ayudan. Cada una con su lienzo al bolsón. Y el lienzo, si lo llenás debe tener una bolsa rejilla de 60 kg de papa más o menos".

"Y cuando se desocupan los almacenes, que son las cámaras de papa, también toca limpiar", completa en alusión a los galpones en donde se hicieron los trabajos. 

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