Ser o no ser argentinos

No se trata de parafrasear el famoso dilema universal literario, sino de evaluar lo que está ocurriendo estas últimas semanas en materia de lo que nos enseñaron durante más de dos siglos sobre lo que ocurrió cuando el 9 de julio de 1816 se declaró la Independencia, a partir de ese momento se enseño y se enseña lo que nuestros máximos héroes como San Martin ;Belgrano , y Güemes entre los más destacados nos legaron para sentir orgullo de ser libres como Argentinos.

Vemos estupefactos, azorados, confusos, incrédulos de qué manera nuestro presidente llega a la sumisión más abyecta en sus encuentros en calidad de mascota con Donal Trump, nos guste o no el defiende con uñas y diente los intereses de su empresa y de todo el poder de dominación cuasi colonial que despliega el país del norte sobre su patio trasero de Latinoamérica y donde Miley se erige como su subordinado preferido. 

En la pugna globalizada por mantener sus dominios Estados Unidos ha perdido por ahora un poco de influencia de países importantes como México y Brasil, que mantenido su soberanía y sus verdaderos intereses nacionales comercian con todo el mundo (esto es China, India y el que sea según su conveniencia) ya no le que le ordenen de USA. Ahí es donde la Argentina, pasa a estar en la atenta mirada del Coloso del Norte que no puede permitirse perder más influencia en su patio de dominación. 

La expresión en ingles que significa vergüenza ajena en cringe Se usa para describir la sensación incomoda que siente al presenciar una situación incómoda o vergonzosa para otra persona, hay que aclarar que este termino la palabra "cringe" se usa en EE. UU. y en todo el mundo como jerga de internet para describir algo que provoca vergüenza ajena o incomodidad extrema. Se popularizó en las redes sociales por su brevedad y se utiliza para calificar situaciones, comportamientos o contenidos considerados vergonzosos, ridículos o socialmente incómodos. Aunque tiene origen británico, su uso es ahora internacional, incluyendo el inglés estadounidense, donde se usa a menudo en la cultura de internet y la comedia, esto es lo que provoca Miley en su desesperación por ganar una elección a costa de endeudar, endeudar y seguir endeudando. 

Es increíble que "para no juntarse con las cucas" haya una parte de la oposición, esa que oposición fue solo un par de veces, se pliegue también al enajenamiento de todos nuestros recursos, como el programa nuclear argentinos o nuestras centrales hidroeléctricas, Vaca Muerta, la hidrobia del Paraná. Eso no es oposición a Estados Unidos, que es el país que ya gobierna aquí. Eso se llama colectora y conduce hacia la misma vergonzosa sumisión. Y ya que estamos porque no una base militar.

¿Con quién tiene sentido discutir? Me lo pregunto hace ya años, porque no todo debe discutirse con todo el mundo. En este estado de cosas excepcionalmente amenazante y terminal, uno no debe gastar sus argumentos con cualquiera, y me estoy refiriendo a los fascistas, nazis, narcos, machistas asesinos, coimeras, vende patrias y sigue la lista de este vertiginoso camino al infierno al que nos llevan Milei y sus malas compañías. Trump no lo quiere, como él si quiere a Conan; cuando se muera nadie lo van a clonar. Encontrarán otro benefactor de gringos, como hace años encontraron a Zelensky en Ucrania, y tuvieron la paciencia de que llegara el golpe de Estado y que su mascota ganara las elecciones para acercarle una base de la OTAN.

En tiempos donde la palabra "libertad" es usada como disfraz para justificar la entrega de nuestros recursos, nuestras decisiones y hasta nuestra dignidad, se vuelve urgente levantar la voz en defensa de algo que no se negocia: la soberanía nacional.

La Argentina que nuestros próceres soñaron y construyeron a sangre y fuego no fue una república arrodillada ante intereses extranjeros, ni un mercado abierto al saqueo global. Fue un proyecto de país libre, justo y soberano, donde el pueblo fuera el protagonista de su destino. Hoy, ese legado está siendo pisoteado. Una entrega disfrazada de modernización

El actual gobierno de Javier Milei, con un discurso ruidoso de liberalismo extremo, ha comenzado un proceso de entrega sistemática de nuestra soberanía. Desde acuerdos militares con Estados Unidos que comprometen la autonomía de nuestras fuerzas armadas, hasta la cesión de recursos estratégicos como el litio y Vaca Muerta a manos extranjeras, asistimos a una política que pone el futuro del país en manos ajenas.

¿Qué nos dirían San Martín, Belgrano y Güemes?

¿Aceptarían nuestros héroes de la independencia que se entreguen tierras al Comando Sur norteamericano? ¿Que se abran nuestras puertas al espionaje extranjero? ¿Que se destruyan las industrias nacionales en nombre del libre mercado? ¿Que el Fondo Monetario Internacional dicte las políticas económicas?

San Martín se negó a libertar Perú con ayuda de Inglaterra porque no quería deberle nada a ninguna potencia. Belgrano donó su premio en dinero para fundar escuelas públicas en el Norte argentino. Güemes defendió el suelo salteño con milicias populares, sin pedir permiso ni esperar favores externos. Ellos no se arrodillaron ante nadie.

La lucha hoy es con conciencia, palabra y organización

Hoy no peleamos con armas, pero sí con ideas, con organización y con conciencia. La defensa de la patria no es nostalgia: es una tarea viva, que se manifiesta en cada persona que defiende la educación pública, los recursos naturales, el trabajo argentino, la justicia social y la autonomía económica.

No somos una empresa ni una plataforma de inversiones. Somos un país. Con historia, con identidad, con derechos. Y cuando eso se olvida desde el poder, es el pueblo quien debe recordarlo.

La Patria no se vende. Se defiende.