Por Leonardo Innamorato.
Consideraciones sobre las interacciones en los grupos de WhatsApp: Un fenómeno habitual de nuestra vida cotidiana Consideraciones sobre las interacciones en los grupos de WhatsApp: Un fenómeno habitual de nuestra vida cotidiana
La tecnología es aliada de la vida moderna. Pues ésta tecnología y las aplicaciones de los teléfonos celulares llegaron para quedarse en nuestra vida cotidiana. ¿A quién no lo agregaron en esos afamados grupos de WhatsApp? Y es objeto de estudio de la micro sociología y de la psicología social, cuestiones tales como el secreto, la mentira, las relaciones de amigos, una relación de noviazgo, etc. Cuando tres o más personas interactúan constituyen un grupo, el hecho de contar con una tercera persona, ya nos está condicionando. Entonces, decodificar esas relaciones - pero insertas en el espectro virtual- es una novedad. Se da por echo que los grupos de WhatsApp son parte de nuestra vida social.
Es un fenómeno social que tiene mucho de vínculos, relaciones, participación, información y pertenencia. La usan los empleados de las fábricas, los amigos, ex compañeros de promoción, los alumnos, docentes, etc. Sin embargo, son un espacio central de nuestra vida social y la transformaron significativamente. Son usuarios imprescindibles y los que con mayor frecuencia las emplean, son los jóvenes de la generación Alpha los "nativos digitales", hace ya 14 años, son un ejemplo perfecto de cómo las personas moldeamos la tecnología para incluirla en nuestra vida, a la vez que la tecnología nos moldea a nosotros.
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Las simplificaciones léxicas, las abreviaturas y una escritura liberal en contraposición de las normativas de la RAE están a la orden del día compartiendo la idea que en una época propuso el célebre escritor García Márquez, jubilar la ortografía y escribir las palabras como suena, en contraposición del lenguaje formal. Pues aquí se escribe como quieran, y lo usamos en nuestros ámbitos de trabajo o la vida misma.
El habla, la relación cara a cara, aquí se lo reemplaza por el táctil de los dedos. La acción comunicativa se traduce en otro formato.
La investigación sobre cómo funcionan estos grupos, sin embargo, es poca. Los contenidos que intercambiamos en WhatsApp son más privados que los que aparecen en redes sociales, lo cual dificulta el acceso para los investigadores. A la vez, un hallazgo importante es que son una mina de oro para entender la sociabilidad actual: se trata de espacios donde podemos expresarnos sin mucha intromisión.
En palabras de la investigadora Eugenia Mitchelstein, "son el último refugio no algorítmico", el contenido y el lenguaje se lo va creando sin demasiadas restricciones gramaticales; (trazando un paralelismo con la violencia en el futbol, es en las tribunas de los estadios de futbol, el último lugar de la anarquía para dar rienda suelta a epítetos descalificantes, donde el hombre se ve llevado por la pasión y el descontrol de la horda).
El grupo de Whatsapp es uno de los espacios virtuales donde interactuamos, nos informamos, entretenemos, y podemos compartir archivos multimedias. Uno de los pocos lugares donde intercambiamos mensajes sin que una empresa tecnológica o red de espionaje, priorice o administre el contenido que vemos.
El hecho de pertenecer a un grupo social y que lo excluyan ya demuestra cierta discriminación, apartar a una persona, o analizar -según Robert F. Bales- de quien es el que emite y quien es el que recibe, y esta aplicación permite el uso de emoticones, stikers graciosos y un sinfín de novedades que van actualizando.
El ámbito de la docencia, por ejemplo, le vino como anillo al dedo estos grupos de WhatsApp, por el cual creamos rutinas que antes no existían. Ante nuevas necesidades surgieron por ejemplo los grupos de madres de la escuela, (que más de un dolor de cabeza les da a los preceptores) que conviven con muchos otros asociados a la educación: los estudiantes de cualquier cosa, los compañeros de deporte y los ex alumnos del colegio.
Un dato interesante es quizá, aquí también que se cumple la llamada "Ley de Pareto", debido a que por su dinámica en participación ha de esperarse que el 80% de los mensajes los acumulen el 20% de los miembros. Este dato va depender de cuestiones ligadas al liderazgo, al narcisismo de algunos miembros, el conocimiento o datos que manejen, su autoestima, etc. Este fenómeno se cumple siempre puesto a que algunos son los que más emiten de los que reciben. Quizá también en dichos grupos se los utilice por ciertos miembros como catarsis o terapia.
Pero muchas veces se torna un tanto pernicioso el hecho de abusar de ciertas cuestiones que están de más, o que se desvían de la propuesta o función para el cuál realmente fue creado tal grupo o comunidad. Es un imperativo posmoderno típico Nada de eso existiría de la misma manera sin el espacio virtual de WhatsApp.
La subcultura adolescente es un caso aparte. Nacieron con estos grupos y no conocen la socialización sin ellos. Siguiendo con los estudios, uno publicado en 2.019 en New Media and Society, Mitchelstein, con Pablo Boczkowski y Mora Matassi, rastrearon los usos de WhatsApp en una serie de entrevistas en profundidad. Según su análisis, los mayores de 60 usan los grupos para conectarse con los más jóvenes de la familia y con sus pares, pero de manera intermitente. Los adultos de un grupo etario de entre 35 y 60 años se conectan por temas laborales y de cuidado de sus familias, mientras que los jóvenes hacen un uso permanente siempre encendido, para hablar con amigos en todo momento.
Construyendo algunas tipologías microsociales
Clasificando perfiles de participantes, aquí hay "estantería para todo". Está el que emite, el que propone (el famoso "activen"). El usuario o miembro que abusa de emoticones y utilidades atractivas de la interfaz; luego, el que emite permanentemente el líder y los demás se pliegan a una consigna. Está el usuario indiferente, que solo lee los mensajes pero poco y nada tiende a participar; el "molesto" que luego de vínculos e intercambios el cuál considera que se torna tendiente, "sale del grupo" fastidiado porque no le gusta estar. Luego, el que le gusta innovar, por ejemplo esta aplicación permite participar en una encuesta por ejemplo. El "desviado o desubicado", que le gusta poner contenido que poco y nada tienen que ver con la temática, como videos o contenido inapropiado que va llenando de texto la interfaz.
Por consiguiente, en estos entornos comunicativos virtuales de grupos, hay una interacción que a la vez es simbólica, puesto a que estos usuarios crean significados que son compartidos a través de la interacción con otros y esos significados componen lo que interpretan con su realidad. Es lo que el mismo J. Habermas pensaba a cerca de su teoría sobre la "acción comunicativa", de no crear barreras que distorsionen esa acción comunicativa; en este caso dicha acción se ve llevada al ámbito de lo virtual y de las redes y grupos.
En consideraciones del lingüista de la prestigiosa universidad de Harvard. Adam Aleksic, más conocido como Etymology Nerd, viene rastreando las formas de sociabilidad en los grupos de WhatsApp. Uno de sus posteos más populares denota de cómo los adultos mayores escriben mensajes extensos y usan puntos suspensivos o puntos finales para separar frases. Esto es interpretado por los jóvenes como un lenguaje formal, que denota fastidio. Pues ellos, achican los mensajes con palabras y simbologías construidas, y legitimadas por ellos mismos.
Hay una diferenciación del costo de esta aplicación, el cual es beneficioso para el bolsillo. Sin embargo, probablemente se deba a que en la era del SMS, - o sea la tecnología anterior a esta red actual-, cada mensaje tenía un costo y había que aprovecharlo para decir más cosas. Los jóvenes, en cambio, crecieron usando estos grupos sin pagar, y separando sus frases en distintos globos de diálogo.
Para los jóvenes, a modo de imperativo, un grupo en Whatsapp está vigente si hay conversación todos los días, y si no es así se muere. De la misma manera, estar incluido en un grupo de WhatsApp equivale a ser parte de ese grupo también en la vida real. Y como viñetas de nuestros días, no falta la gente que sostiene que se enteró por una noticia con contenido morboso o humorístico por una viralización (reenviado) del WhatsApp, el cuál tambien sirve como instrumento elemental junto con youtube- para los creadores de contenidos en redes.
Estemos incluídos o no en un grupo de interacción comunicativa y social, cada uno sabrá, sin caer en la ingenuidad que estos nuevos hábitos nos trastornen o nos generen un barrote más en la jaula de esta vida racionalizada con estas nuevas tendencias tecnológicas que tendremos que aceptar. Esto, sin caer en comparaciones estériles de que todo tiempo fue mejor, ni del fenómeno de cierta "resistencia al cambio" que ancla las viejas estructuras y modos de proceder para conservar un orden social.
Será importante evitar la dependencia que nos genere ciertas ansiedades pensando en algunas respuestas esperadas por los demás miembros; disminuir las obsesiones, ya que el factor tiempo es tambien importante para los demás del grupo. Pero en definitiva, considero ser miembro de un grupo de WhatsApp, formar parte de un proyecto de trabajo, vincularse con los demás y compartir algo es mejor, antes que aislarse.
Lo cierto es que esta aplicación revolucionó nuestra comunicación y nos obligó a contar con un dispositivo móvil que lo haga posible. Es una realidad en nuestra vida social, ampliar nuestras redes y relaciones y que da para un estudio de índole cualitativas con metodología que contengan conceptos sensibilizadores y pueda acercarnos a esta reinterpretación intersubjetiva y comunicativa que nos ofrecen estos grupos de WhatsApp, que por cierto, seguro habrá que crear nuevos conceptos y o estudios exhaustivos que tiendan a dar resultados más enriquecedores al respecto.
Licenciado en sociología.








