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LOS LUGARES DE LOS JURAMENTOS PRESIDENCIALES

Por Eduardo Lazzari | Historiador

Antiguo Congreso Nacional

Antiguo Congreso Nacional.

26/11/2023 06:00 Viceversa
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LOS LUGARES DE LOS JURAMENTOS PRESIDENCIALES LOS LUGARES DE LOS JURAMENTOS PRESIDENCIALES

Los argentinos acabamos de consagrar al 50° ciudadano que ha de ejercer la Presidencia de la Nación en los 150 años de gobiernos constitucionales y legales de nuestra historia nacional. Mucho se ha escrito, mucho se escribirá y queda para los historiadores el recuerdo hecho relato de los eventos vinculados a los recambios presidenciales que se han convertido en una costumbre sana, confirmada en los últimos cuarenta años desde la restauración republicana de 1983, período en que se han sucedido diez presidentes, y los últimos cinco mandatos se han completado sin solución de continuidad por primera vez en la historia institucional argentina.

  Es por eso que dedicaremos esta columna de hoy en "El Liberal" a mostrar la larga saga de las inauguraciones presidenciales, sus espacios institucionales y sobre todo la construcción de costumbres, sus cambios y las peculiaridades de cada época, en la que algunas intenciones políticas dieron lugar a picardías y en otros casos significaron un avance en la consolidación de los símbolos como fundamento de la fe en las instituciones y de respeto a las tradiciones, que son el reflejo del sentir de los pueblos.

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El inicio de la tradición

   Las dos primeras presidencias tuvieron por testigo el antiguo edificio de la Sala de Representantes de la provincia de Buenos Aires, construido en la manzana jesuítica que todos conocemos como "Manzana de las Luces" en 1821 gracias al arte del arquitecto francés Próspero Catelin, quien también y por esos años diseñó la actual fachada de la Catedral porteña y el primitivo trazado del Cementerio de la Recoleta. Desde la convocatoria del Congreso General de 1824 y luego de la disolución de las autoridades provinciales, el recinto fue ocupado por la asamblea que instituyó por medio de una ley la presidencia de las Provincias Unidas de la República Argentina, designando sucesivamente a Bernardino Rivadavia en 1826 y Vicente López y Planes en 1827 para ejercerla, y tomándoles juramento allí mismo.

Desde los orígenes de estas ceremonias, su significación ha sido relevante, tanto por lo que representa como depósito del poder del Estado en las manos de quien ejerce la primera magistratura, como por el hecho de que esta ceremonia generalmente ha coincidido con el discurso que marca el horizonte de los proyectos políticos del presidente y anticipa las acciones de gobierno inmediatas que van a marcar el estilo y los propósitos del naciente mandato.

Los juramentos a orillas del río Paraná

   Un poco más de un cuarto de siglo después, el 5 de marzo de 1854 en el antiguo Cabildo de Santa Fe de la Veracruz, sede del Congreso General Constituyente que dictó la Constitución Federal de 1853 y ante el convencional presidente Santiago Derqui, juró Justo José de Urquiza, quien iba a ejercer su cargo entre la nueva capital de la Confederación Argentina, Paraná, y su residencia en las afueras de Concepción del Uruguay: el Palacio San José. Su sucesor, Santiago Derqui, el mismo personaje que había tomado su juramento, iba a asumir el cargo en uno de los nuevos edificios construidos para los poderes nacionales en Paraná: la Cámara de Diputados de la Confederación e iba a recibir sus atributos de manos de Urquiza. Un detalle simpático es que Derqui es el primer presidente que ordena tallar un sillón con el escudo confederado y es considerado la primera poltrona presidencial, hoy en el museo de la Casa Rosada.

   Lamentablemente estos dos edificios testigos de grandes episodios de la historia argentina fueron demolidos a inicios del siglo XX y sólo quedan algunas fotografías, además de pinturas, litografías y grabados que recuerdan esos espacios que merecían el destino de una mejor memoria. 

Los juramentos en Buenos Aires

   Luego de producida la reunificación del país tras el triunfo de las tropas porteñas comandadas por el general Bartolomé Mitre en la batalla de Pavón el 17 de septiembre de 1861, la sede del gobierno central se ubicó en la capital de la provincia de Buenos Aires. Cuando el 12 de octubre de 1862 Mitre asumió la presidencia, comenzó una costumbre que duró ciento cuarenta años, consistente en la separación en dos ceremonias de la inauguración del mandato presidencial. La primera ceremonia era el juramento del cargo ante la Asamblea Legislativa, tal como ordenaba la Constitución, y la segunda consistía en la entrega al nuevo mandatario de los atributos presidenciales en su propio despacho de la Casa de Gobierno: la banda, el bastón y la marcha, hecho que luego se trasladó al Salón Blanco.

Mitre juró el cargo de Presidente de la Nación Argentina frente al pleno de senadores y diputados realizado en la antigua Legislatura de la Provincia en la "Manzana de las Luces", que cedió sus espacios para que el Poder Legislativo Nacional pudiera reunirse allí. Desde entonces y hasta hace poco tiempo se mantuvo una tradición establecida por la dificultad de compartir un mismo espacio dos cámaras nacionales y dos provinciales, lo que determinó que se eligiera un día por semana para cada cuerpo de lunes a jueves. Apenas asumido, Mitre ordena al arquitecto Jonás Larguía la construcción de un nuevo edificio para el Congreso Nacional, en la esquina ubicada en diagonal al extremo sudoeste del antiguo fuerte de Buenos Aires, cuya casa virreinal oficiaba de Casa de Gobierno.

El siglo XX

   Inaugurado el nuevo recinto, juramentaron su cargo allí todos los presidentes desde 1868 hasta 1906: Domingo Faustino Sarmiento, Nicolás Avellaneda, Julio Argentino Roca en dos ocasiones, Miguel Juárez Celman, Luis Sáenz Peña y Manuel Quintana. Vale destacar que los vicepresidentes que asumían en este período por la renuncia o muerte de su antecesor, lo hacían en forma directa por medio de una ceremonia generalmente íntima en la Casa de Gobierno. Fue el caso de Carlos Pellegrini y José Evaristo Uriburu. A pesar de no estar concluida la obra, cuyo final demoraría tres décadas más, las dos cámaras trasladaron su tarea al Palacio del Congreso Nacional ubicado en la manzana limitada por las avenidas Rivadavia, Entre Ríos y las calles Victoria (hoy Hipólito Yrigoyen) y Combate de los Pozos, obra maestra de dos arquitectos: el italiano Víctor Meano y el belga Julio Dormal.

   Desde 1910 hasta 1999, los electos por el pueblo repitieron el ritual de dos ceremonias: Roque Sáenz Peña, Hipólito Yrigoyen dos veces, Marcelo de Alvear, Agustín P. Justo, Roberto M. Ortiz, Juan Domingo Perón en tres ocasiones, Arturo Frondizi, Arturo Illia, Héctor J. Cámpora, Raúl Alfonsín, Carlos Menem en dos mandatos y Fernando de la Rúa. Pero no se puede obviar el recuerdo del único presidente que asumió jurando frente a la Corte Suprema de Justicia en el Palacio de Tribunales: José María Guido durante la crisis institucional que provocó el golpe contra Frondizi, que culminó con su asunción "sui generis" que impidió un nuevo gobierno de facto, aunque con graves limitaciones a los preceptos constitucionales. 

La nueva costumbre desde el siglo XIX

   Sin que quede claro el porqué, durante los eventos de la crisis política, económica y social de fines de 2001, se modificaron algunos protocolos y el Palacio del Congreso se convirtió en el espacio para toda la ceremonia inaugural. Siempre hay que recordar que desde el punto de vista institucional, ni Raúl Lastiri en 1973, ni Ramón Puerta en 2001, ni Eduardo Camaño en 2002, ni Federico Pinedo en 2015 fueron presidentes sino sólo cabeza de alguna de las Cámaras legislativas a cargo del Poder Ejecutivo hasta que un primer mandatario elegido según la Constitución y las leyes asumiera el cargo. 

   Adolfo Rodríguez Saà y Eduardo Duhalde son hasta hoy los únicos ciudadanos elegidos presidentes por una Asamblea Legislativa, jurando el cargo y tomando los atributos presidenciales en el recinto de la Cámara de Diputados. Néstor Kirchner y su esposa, Cristina Fernández en dos ocasiones, repitieron esa modalidad, dejando de lado la Casa Rosada para la toma del mando. En 2015 Mauricio Macri volvió a la vieja tradición de las dos ceremonias, con la particularidad de que su antecesora no participó de los actos ni en el Congreso al juramento, ni en la Casa Rosada en la entrega de los atributos presidenciales. En el último traspaso presidencial, todo volvió al recinto de Diputados. Lo que ocurrirá el próximo 10 de diciembre todavía forma parte de los temas de discusión de la transición, quedando la expectativa sobre quien decidirá: si quien se va o quien entra al poder.

   Un hecho poco frecuente en el patrimonio argentino es la conservación en buen estado de los tres recintos legislativos nacionales sitos en Buenos Aires: la Sala de Representantes, uno de los espacios más relevantes del complejo histórico de la Manzana de las Luces, ubicada en Alsina, Perú, Moreno y Bolívar, donde además se encuentran la iglesia de San Ignacio de Loyola, el Colegio Nacional de Buenos Aires, la Procuraduría de las Misiones de la Compañía de Jesús, las casas redituantes y el despacho del presidente de la Legislatura; el antiguo Congreso Nacional que fuera desocupado en 1906 y que hoy pertenece a la Academia Nacional de la Historia, preservado como un tesoro bajo la mole de la actual sede central de la Administración Federal de Ingresos Públicos en Balcarce 142, a metros de la plaza de Mayo; y el actual Palacio del Congreso Nacional, que en los últimos años contempló el inicio de una recuperación arquitectónica y decorativa muy meritoria.

   No está de más recordar que en el caso de los trece presidentes de facto que ocuparon la primera magistratura entre 1930 y 1983, tomaron el poder en el salón Blanco de la Casa Rosada, como símbolo de la supresión de la división de poderes, ya que el Poder Legislativo siempre fue disuelto por los cinco golpes de estado triunfantes en 1930, 1943, 1955, 1966 y 1976.

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