Dolar Oficial: - Dolar Blue:- Dolar CCL:- Dolar Bolsa: - Dolar Mayorista: -

EL LIBERAL . Viceversa

La poesía como instrumento de amor y combate

23/09/2017 22:09 Viceversa
Escuchar:

La poesía como instrumento de amor y combate La poesía como instrumento de amor y combate

Vivir escribiendo y escribir para morir. Una escritura unida a su vida, es lo que Gastón Merino busca permanentemente transmitir. Cuando se quita las mochilas del diario trajín, busca la poesía que le dicta la calle, para incluir en su literatura las prácticas y saberes de ese entorno cotidiano. Pero a la vez, su poesía busca abstraerse positivamente del tiempo, de vivir como en una ficción de velocidad. “El poeta tiene su parto al escribir la poesía, pero tiene su madurez al ser leído”, confiesa, por eso su manifiesto poético es claramente un grito, una revelación del hombre.

El mismo que dice provenir de “una vergonzosa e inmadura irreverencia a la poesía”, se ha hecho en el mundo de las letras y las emociones intensas, andando, sin descuidar lo que queda por aprender para seguir creciendo.

Creciendo y aprendiendo también de esos viejos maestros que a menudo lo rodean, porque es también un fan empedernido de las historias de emblemáticas composiciones a veces olvidadas en el cancionero folclórico de Santiago del Estero, de ese “quinteto de escritorio insustituible”, como él prefiere denominarlo a través de la figura poética de Felipe Corpos, Pablo Raúl Trullenque, Dalmiro Coronel Lugones, Canqui Chazarreta y Marcelo “Cola i’ Gallo” Ferreyra.

Y si de otras latitudes se trata, aparecen como sus poetas de cabecera: Miguel Hernández, Neruda, Gelman, portadores de una estética única en la poesía, pero también los bardos del Norte Argentino, y así podría seguir una lista interminable de prolíficos literatos capaces de despertar su mundo imaginario.

¿Para quién escribe el poeta?

-Creo que para responder esto, sería importante categorizar la dimensión de la escritura del poeta. En primer término, creo que escribe para él. El poeta vive y es en tanto pueda existir en el binomio escritura-lectura. Escribe para sí, para poder verse reflejada el alma, para contarse las costillas y para acreditar la suerte que uno tiene de nacer –de nuevo– en el universo de la prosa. Escribe para definir su posición en el mundo, frente al poder, frente a la cotidianidad, frente a los acontecimientos de la historia (tanto suya como colectiva) pero sobre todo escribe para decirse estoy aquí, vivo, diciendo mis consideraciones acerca del cataclismo que dejó una mujer, la estampa del mandarino en mi patio o el racconto de un fruslero cadáver, como el que a veces porta uno. Secundariamente, escribe para su pueblo. Es aquí donde se cumple el binomio que describo arriba. El poeta tiene su parto al escribir la poesía pero tiene su madurez al ser leído. ¿Qué sería de aquellos poetas, entonces, sin un pueblo que los leyera, los tomara y los reprodujera? Creo que nada. Por eso, para mí, se torna inexplicable que haya poetas que nada digan de la realidad de su pueblo; de la crisis de sus plebes; de las esperanzas que guarda la patria para liberarse, de los saqueadores, de los inefables detractores de la poesía. La poesía vive en el pueblo en tanto y en cuanto este pueda hacerla circular con vida dentro de él. Pero si no guarda nada en sus entrañas, al pueblo no le va a interesar que desande los caminos ciudadanos. Roque Dalton supo decir que “al único ser vivo con quién no se animaría a discutir es con su poesía”. Quienes nunca van a permitir esto, como tampoco permiten la alegría de nuestras clases populares, son aquellos que representan los intereses de la tristeza, del mundo cosmético y arreglado para las élites. Históricamente la poesía fue una dimensión de propiedad de las burguesías. Hace algunos siglos que eso se ha roto y se ha venido invirtiendo la fórmula. Pero aún no logramos, entre nuestras masas, que la poesía sea un lenguaje de comunicación corriente para los mundanos de a pie, para las clases trabajadoras, que sufren las calamidades propias de un orden injusto, y que tampoco pueden hacerse de la poesía como herramienta de combate. Para ellos, en definitiva, escribimos. También creo que escribimos para la muerte; para ya no estar; para poder haber dicho cosas que luego, por caprichos del tiempo, no podremos decirlas. La muerte como realización total y acabada de la vida nos genera un temor tan sobresaliente que precisamos ser urgentes en la palabra... Vivimos escribiendo y escribimos para morir, pienso algo de eso.

¿Estás preparando algo nuevo con vistas a ser editado?

-Hace poco más de un año y pico que vengo preparando mi tercer libro editado. Yo provengo de una vergonzosa e inmadura irreverencia a la poesía. Me he echado a andar en el mundo de la escritura sin mucha espalda a los 17 años, publicando a los 18 mi primer libro “Por el aire”, publicación con la que hoy –luego de andar otros caminos– no me encuentro muy empatizado. A los 22 años volví a desafiar la estética de la poesía, en un coqueteo con una forma de la prosa, pero ya esta vez en coautoría con un gran amigo poeta de Salta: Guillermo Plaza Schaeffer. Con él escribimos “Antología a dúo” (Poesía del Noroeste Argentino). Guillermo es, además de un amigo y médico comunitario, un poeta de muy buena estirpe, criado en el calor de esa delicada y fina poesía salteña, de suma referencia y lectura obligada, que tuve la suerte de adentrarme gracias a él. Por estos tiempos, estoy haciendo una re-selección de obras para concretar “Breviario al corazón”, una obra íntima, motivadora al desnudo público, con pequeños pasos errantes a mi anterior poesía, que será la tercera obra que planeo formular como propuesta literaria prontamente, tal vez a mediados del año que viene. En esta selección me ha estado ayudando el poeta y amigo Juan Avendaño.

Atento a tu acercamiento a la música ¿qué letrista o poeta ligado al folclore te despierta admiración por su obra?

-Es una pregunta difícil de responder y no quisiera caer en imperdonables olvidos. El mundo de la poesía folclórica es infinito. Pero si me permites contestar esta pregunta en dos planos (nacional y local) tal vez podría ser más preciso y sincero con mi respuesta. A nivel nacional admiro muchísimo el aporte de Armando Tejada Gómez como de Ariel Petroccelli, Manuel Castilla, Jaime Dávalos, Ramón Ayala y Oscar Valles (aunque podríamos decir que un pedazo grande de Oscar nos corresponde a los santiagueños pues lo consideramos hijo adoptivo de este suelo). Pero en el plano local, donde me vas a permitir sensibilizarme para responderte, es donde se torna aún más perenne esta dimensión. Mi quinteto de escritorio insustituible es Felipe Corpos, Pablo Raúl Trullenque, Dalmiro Coronel Lugones, Canqui Chazarreta y Marcelo “Cola i’ Gallo” Ferreyra. Siento que han sido fundadores cada uno de un estilo poético musical que deberíamos retomar y analizar tanto en su textura como en su mensaje, es sencillamente brillante. Por supuesto que tengo otros a los que siempre vuelvo, con la admiración intocable, y hablo de grandes maestros de la poesía como Felipe Rojas, Pablo Mema, José Simón (de los Hermanos Simón), Fortunato Juárez, Juan Carlos Carabajal, Cristóforo Juárez, Leónidas “Nono” Corvalán, José Montoya, Agustín y Carlos Carabajal, entre otros. Es un hecho que me estoy olvidando de grandísimos poetas que aportaron delicias al folclore, y me eximirá de culpa quién me lea, por favor. Pero lo que quiero hacer con esto es dar una nómina de ilustres compositores que le han dado magia y salud a Santiago, y que la juventud debería ahondar en una exhaustiva búsqueda de sus obras para deleitarse con ellas.

¿Cuáles son esas pulsiones a veces ocultas y otras expuestas que aparecen en tu mensaje poético?

-Pienso que no he aprendido aún a escribir desde lugares distintos a los que ya vengo escribiendo. Creo que debería deshacerme de esa hoja de ruta que me ha traído hasta aquí, hasta esta geografía de la poesía, a fines de cambiar el tacto de algunas obras. Noto que hay una síntesis que siempre respeto, que la mantengo indemne, y que a esta altura se ha transformado en una estética definida. Me gusta el impacto del verso, ese que penetra de lleno en la atención del lector. Y esa métrica es un recurso que trato de cuidarlo mucho, lo he observado mucho en la poesía del Norte. Es decir, si bien la poesía (como unidad literaria) configura un escenario de múltiples sensaciones, es el verso un rincón predilecto -para mí- del impacto fugaz y al paso, mientras va tragándose uno la poesía. Entonces creo que intento decorar algunos versos de manera tal que al leerlos, compartamos con el lector la posibilidad de decir: “con este verso me hizo la poesía”. Me gana la partida un buen verso autosuficiente, que se abastece solo y sin ayuda. Sin embargo, es una estética que estoy intentando cambiarla o al menos no repetirla tanto, también uno tiene que pensar en la oferta que se hace a sí mismo, al narrador y a quien la escuche.

¿Tienes una temática central en tu obra?

No la he advertido al menos. Me ha motivado tanto el amor como el desamor, la realidad política, el paisaje, los pequeños actos históricos que conviven en el inconsciente colectivo de mi pueblo, el porvenir, etc. Todo vale en la inspiración, al menos para mí, si de considerar la poesía como instrumento de amor y de combate se trata.

¿Cómo ves la relación entre poesía y las nuevas tecnologías/redes sociales?

-Con mucha frescura y salud. Los pequeños poetas hemos podido comenzar a difundir nuestros trabajos y nuestras obras a partir del surgimiento de las nuevas tecnologías comunicacionales. Hoy uno puede crear una obra y compartirla inmediatamente con una comunidad amplia de personas (interesadas y no) en cuestión de segundos. Creo que debemos agradecer eso, se ha logrado romper un poco con el elitismo editorial que tanto daño hacía. Es decir, con el internet y las redes sociales se abrió una pequeña grieta donde se pueden difundir las creaciones sin asistir a la aprobación o desaprobación del mundo de la industria editorial. Lo celebro. Eso sí, aún prefiero insobornablemente leer poesía de los libros, poder tenerlos en mis manos, mirar sus ediciones, su estética y su formato. ¡Eso es impagable, nada lo sustituye!

Lo que debes saber
Lo más leído hoy