La reforma de la Carta Orgánica del BCRA

Hasta la Primera Guerra Mundial funcionaron las políticas monetarias basadas en el llamado “patrón oro”. El mecanismo de creación de moneda en cada país era relativamente sencillo y estricto: solo se emitía dinero local contra el oro que se recibía en las ventanillas de las cajas de conversión. Aquella guerra impidió la normal circulación del oro y se libero su relación con la cantidad de dinero circulante en cada país. La política monetaria se podía tornar ahora subjetiva y arbitraria. La hiperinflación alemana de la 1ª post guerra fue el primer ejemplo práctico.

La creciente practicidad y las sucesivas innovaciones tecnológicas aplicadas a las comunicaciones y a las técnicas bancarias y financieras, hicieron inevitable la definitiva salida del patrón oro. Paso a ser entonces muy relevante la honorabilidad y la responsabilidad personal de los directores de los bancos centrales, que seguían el ortodoxo y sano consejo de “modificar la cuantía del dinero circulante de acuerdo con la variación del volumen de los negocios observados en la economía real”.

Después de la crisis global del año 1929, nuestro país, con Prebisch y Pinedo, debatió seria y responsablemente en el Congreso durante 2 años, de 1933 a 1935, la creación del BCRA con el objetivo de disponer de una moneda sana, de fijar objetivamente los préstamos a los bancos y de una correcta administración de los títulos públicos de largo plazo.

Resulta muy vigente la observación efectuada entonces por las bancadas socialista y demócrata progresista:”El BCRA debe ser el custodio de una sana política monetaria y cambiaria y no solucionar las dificultades financieras de los gobiernos de turno ni de sus amigos, que habían llegado a esa situación por impericia y/o deshonestidad”.

Incluso, de los catorce integrantes del Directorio inicial del BCRA, el gobierno sólo designaba tres, los bancos otros siete y los cuatro restantes representaban a los sectores más dinámicos de la economía real de entonces de nuestro país. Esa conformación da una idea de la independencia que guio su creación. Pero, desde entonces su Carta Orgánica fue modificada doce veces, la primera en el año 1946. Lo que resulta en una vigencia promedio de sólo 4,5 años por Carta Orgánica.

En sus 77 años de existencia, el BCRA tuvo cincuenta y cinco presidentes, que resulta en una media de 1,5 años por gestión. La volatilidad fue la constante, los trece ceros incorporados a nuestra moneda el resultado. Esta decimotercera reforma sigue la declinante tradición histórica institucional. Expande la posibilidad de financiar al Tesoro Nacional con emisión monetaria del 10% al 20% de la recaudación fiscal anual, del orden de los $700.000 millones, o sea $70.000 millones más de préstamos contra títulos públicos.

Es sólo una reforma coyuntural microeconómica mas de corto plazo, sin ninguna estrategia estructural macroeconómica anti cíclica, pese a la exposición de sus variados motivos:”desarrollo económico con inclusión social, orientación del crédito con sentido nacional…etc.” Pero, resuelve el problema financiero del gobierno de este año mediante el impuesto inflacionario de alrededor del 30% anual sobre las familias, manteniendo bajo el salario mínimo no imponible, y sobre las empresas, al no permitir el ajuste por la inflación en sus balances, gravando en ambos casos “ganancias” inexistentes.

Siguen plenamente vigentes los fundamentos de los bancos centrales que los guían para que, cuando aumente el efectivo de los bancos en las fases del crecimiento económico, se acumule parte de ese adicional, moderando prudentemente la expansión del crédito. Para luego, cuando arriben los ciclos recesivos, reponer el efectivo y atenuar las contracciones económicas. Criterios pre ideológicos históricamente sanos, hoy penosamente olvidados por la dirigencia y la sociedad de nuestro país. l

* Diputado provincial y presidente de PRO