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La violencia y el motivo de la sexualización de Cristo en el filme santiagueño “Almamula” contado por su director a EL LIBERAL

23/08/2023 15:12 Pura Vida
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La violencia y el motivo de la sexualización de Cristo en el filme santiagueño “Almamula” contado por su director a EL LIBERAL La violencia y el motivo de la sexualización de Cristo en el filme santiagueño “Almamula” contado por su director a EL LIBERAL

Por Emilio Marcelo Jozami. De la Redacción de EL LIBERAL.

El pasado martes 22 de agosto, en el Centro Cultural del Bicentenario, se realizó la avant premiere de “Almamula”, filme santiagueño dirigido por Juan Sebastián Torales y que, a partir de este jueves 24 de agosto, podrá ser visto en las salas de Sunstar, Atlas, en La Banda (Renzi) y en Las Termas de Río Hondo (Rex).

Al finalizar la proyección de la función especial, en la que estuvieron todos los actores, Torales abrió su corazón y reveló aspectos puntuales que aborda en su ópera prima.

-En la avant premiere, antes de la proyección, invitaste a ver tu filme recurriendo a una metáfora: “Tiro una soga y los invito a dejarse llevar”. Si tienes que desarrollarla, en virtud de lo que planteas en la película, ¿qué agregas?

“Almamula” es un viaje. Es como ir en un tren fantasma, en una sala oscura, haces de cuenta que sos ciego y de a poquito vas escuchando sonido. Lo dice la primera escena. Estamos en la oscuridad total y de golpe la violencia, la violencia del mundo, la violencia del ser humano, la intolerancia y la falta de empatía. Y ahí agárrate fuerte de la soga, porque es todo un camino de transformación con este niño que hace lo que puede con su dolor. Es un poco lo que lo sentí en mi vida cuando me pasó lo que me pasó…

-Iba a preguntarte si cuánto de autorreferencial hay en ese Nino, en esa historia que desarrollas.

La violencia la conozco y el limbo en el que vive Nino lo conozco también. Yo puedo decir que desde los 12 hasta los 18 años he vivido en un limbo, de cierta forma, por creer que estaba errado en este mundo y porque lo que me gustaba no era lo que me tenía que gustar. Así que, de alguna manera, “Almamula” refleja ese limbo y esa búsqueda de una realidad diferente de la que nos han impuesto siempre, de lo que te impone la política, la religión, lo que sea, todo lo que condicione el comportamiento humano. Es tratar de salir de eso y buscar nuevas realidades.

-Voy a usar una frase de uno de los actores, en la escena del río, en la que va desnudo y con Nino por detrás, cuando le dice a Nino: “Vos tienes que ser libre”. ¿Hacer esta película te hizo más libre? ¿Te sanó?

Totalmente. Es una película de sanación. Es una carta de amor a Santiago. Es una manera de conectar de vuelta con mi provincia, yo que vivo afuera. No sé cómo va a quedar la relación con mi madre después de todo esto. Ella es una persona muy católica, pero católica desde el punto bueno de la religión, desde el punto de vista empático, no la religión que me enseñaron en catequesis a mí que era como aterradora.

LA SEXUALIZACIóN DE CRISTO

-Hay una tensión sexual permanente que remite a ciertos filmes de Pier Paolo Passolini. ¿Te lo has planteado en esa referencia o salió de tus propios recuerdos de toda esa tensión que has vivido?

“Almamula” es una pintura inconsciente. Así la defino yo. Todo lo que se ve es cosas que están aquí, en alguna parte de mi cabeza, que he vivido, que he escuchado, que he sido testigo, que me han contado. Yo lo veo así. Cada pincelada es una imagen de algo que me ha traumatizado, que me ha gustado, que me ha excitado…y esta sexualización, de alguna manera, de Cristo…

-Eso te iba a preguntar. Es algo que no se ha visto mucho en el cine hacer este tipo de abordaje.

En mi casa, el único hombre semidesnudo que estaba colgado en las paredes y en las estampitas era él. Sí, de alguna manera, se volvió mi primer referente sexualizado si se quiere decir. En la película, es una manera de Nino de atraer y también al Almamula, rebelarse contra todo. Yo siento que el Almamula no es una mujer castigada por sus pecados, es una mujer, punto. Por ser mujer la han castigado. Viene por ahí la cosa, revalorizar la imagen de la mujer, revalorizar lo que a uno le gusta, su sexualidad.

-El personaje de Luisa Paz es, si se quiere, un elemento místico dentro de la historia.

Ella sabe todo. Ella sabe si a alguien se lo llevó el Almamula, si alguien ha sido desalojado. Ella ve todo. Sabe quién destruye el monte. Ella sabe quién está de un lado o del otro. Ella es un ser místico, una chamama. Por eso, ella también asume que lo que le pasó a su nieto es parte del destino y que no puede hacer nada, pero también esa resignación que tiene refleja un poco la manera de pensar que tiene la gente en el campo. Las cosas son así y no podemos hacer otra cosa porque es lo que nos toca. Eso es lo que he tratado de reflejar con Luisa.

LAS MáQUINAS, EL MONSTRUO QUE DESTRUYE LA NATURALEZA

- La pintura que busca, encuentra y exhibe Nino, que a mí me remite a “El Grito”, ¿qué relación tiene con esa rebeldía que expresa Nino permanentemente?

La pintura es los monstruos del monte, es toda entidad que vive en el monte, que es amenazante y que está ahí. Es una presencia que puedes encontrarte o no. Su hermana le dice: “¿Te acuerdas el cuadro que nos había pintado el abuelo y nos daba miedo?” él, inmediatamente, lo va a buscar al galpón, lo encuentra y ese se vuelve su imagen del Almamula, en cierta forma. Esa es la imagen que él adopta del Almamula. Es la imagen que va a encontrar al final y que es esa mujer con sombra negra y que tiene ojos rojos.

-¿Cuánto de mensaje ecológico tiene “Almamula”?

“Almamula” es una película que habla sobre minorías y yo considero a la naturaleza como una minoría que está siendo cada vez más chica. Y el real monstruo son las máquinas y no es el monstruo que vive en el monte y que te va a castigar por hacer lo que te gusta, por lo que deseas, sino que es el monstruo que destruye lo poco bueno que queda en el mundo, que es la naturaleza.

-¿Cuánto interpela “Almamula” a todos esos sectores que plantea tu película?

No es mi deber decir que está bien y que está mal. La película muestra. Todo lo que estoy haciendo es mi interpretación. No puedo decir que es lo que está bien y qué es lo está mal. Yo muestro una realidad y soy imparcial; o sea, es o no es. El público decide.

LA AMBIGÜEDAD. SU ADMIRACIóN POR LURECIA MARTEL

-La respuesta que has tenido a nivel internacional ha sido sorprendente. ¿Cómo has tomado ese recibimiento allá y ahora aquí, en Santiago?

Proyectarla afuera es increíble porque la gente descubre Santiago, descubre el monte, descubre el ruido, descubre un acento y descubre una leyenda también. Es emocionante, pero al final es todo lo mismo porque una vez que largas una película al público ya no te pertenece y la gente hace sus interpretaciones. Es una película que no quiere tener un significado, todo es ambiguo, inclusive el trabajo de los actores. Cuando la madre le está curando la cara al hijo, no sabe si la madre está preocupada, si la madre lo odia, lo detesta. Yo traté de ser lo más ambiguo posible como somos los seres humanos. Es una película que es un experimento en todo sentido. Esto, que yo te digo, en las escuelas de cine te dicen “¡no lo hagas!” No puedo haber ambigÜedad en el cine porque si no el público está perdido, tal vez está perdido, pero ¿qué es si se pierde? De algún lado se va a agarrar, va a encontrar la soga y va a seguir. Quería hacer una película con un montón de apuestas estéticas y llevarlas al extremo. Quería planos simples, una cierta duración, quería un cierto ritmo. Y son apuestas. Cuando uno hace una película tiene que apostar y hacer algo distinto. Siento que hice algo distinto y estoy orgulloso.

-¿Admiras a Lucrecia Martel?

¡Quién no admira a Lucrecia Martel! Sí, Lucrecia es madre.

-Te lo preguntaba por las escenas de la pileta que hacen recordar a “La Ciénaga”.

Es que Lucrecia es también el Norte Argentino (la cineasta es oriunda de Salta). Es la primera que hizo una película en el Norte Argentino. Estas escenas de piscinas, por ejemplo, somos nosotros, somos el calor. Uno si hace una película sobre su niñez no puede no poner una escena sobre ese momento del verano, ese momento de convivencia, ese momento familiar. Para “Almamula”, a cada persona que venía a trabajar le decía que no traigan referencias y empecemos de un lienzo de cero, que sea nuestro inconsciente el que trabaje y que lo mezclemos con lo que nos da el ambiente, el sonido y los mismos actores que nos han abierto su caja de Pandora cada uno para hacer con ellos lo que queríamos y construir los personajes.

SE VIENE LA TRILOGíA DEL MONTE

-¿Qué viene después de “Almamula”?

La idea es hacer una trilogía sobre el monte, pero ya no escribir más sobre mí mismo, sino pasar a otra cosa, escribir sobre otra gente, sobre otros personajes. La próxima película está escrita al 50 % ya. Tengo productores interesados que los conocí en Los ángeles (Estados Unidos).

-¿Está inspirada en Santiago o es más universal?

La próxima película está inspirada en Santiago y sobre la sociedad santiagueña, pero es más sobre una parte de la sociedad…, no puedo decir mucho, pero es muy extraña y fascinante. Cada vez que pienso en esa película vibro, tal vez vibro más que con “Almamula, porque por una vez no estoy escribiendo sobre mí y eso está bueno.


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