David tiene que cumplir un plan David tiene que cumplir un plan
Hasta este punto, todo pareciera normal, incluso la forma en la que David se topa la misma noche de las elecciones con Elise (Emily Blunt), una joven bailarina con la que de inmediato simpatiza.
Pero resulta que sus historias, salvo en ese pequeño lapso, están escritas para seguir senderos aparte. Así, pasa la elección, pasan los años y una mañana, por azar, David se sale de “su destino” y se topa, nuevamente, con Elise, en un autobús al que jamás debió haber subido; lógicamente su mutua atracción aflora, la química entre ambos es obvia y David promete llamarla en los días siguientes.
Es en ese punto cuando los de la “oficina de ajustes”, unos caballeros de sombrero que han venido siguiendo a David a lo largo de estos primeros minutos de la cinta, deciden tomar cartas en el asunto. Lo confrontan en solitario y le hablan de la realidad: el destino de cada persona está preconcebido y nadie puede alejarse del plan. Cuando alguien se sale del libreto, ellos están ahí, enmendando el rumbo. David debe ajustarse al plan, escrito por un ser superior; el libre albedrío no existe y debe acatar órdenes. Entre ellas, no volver a ver a Emily jamás; sus vidas están destinadas a ser vividas alejados el uno del otro. Si no sigue las instrucciones al pie de la letra, borrarán su memoria para siempre.







