El milagro singular de la espina El milagro singular de la espina
En un impulso de amor, Santa Rita preguntó a Jesús si podría compartir, al menos en parte, sus sufrimientos. Sucedió entonces el prodigio: Santa Rita fue traspasada de una de las espinas de la corona de Jesús. Fue un espasmo sin fin. La santa llevó esta llaga en la frente por 15 años como sello de amor.
Para Rita los últimos 15 años fueron de sufrimiento sin tregua, su perseverancia en la oración la llevó a pasar también 15 días sin interrupción en su celda “sin hablar con nadie más que con Dios”.
Además llevaba también el cilicio que le procuraba sufrimiento, y sometía su cuerpo a muchas mortificaciones: dormía en el suelo hasta que se enfermó, permaneciendo en este estado los últimos años de su vida.







