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El arquitecto Alejandro Bustillo, el creador del estilo clásico nacional

06/10/2019 00:46 Santiago
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El arquitecto Alejandro Bustillo, el creador del estilo clásico nacional El arquitecto Alejandro Bustillo, el creador del estilo clásico nacional

La arquitectura argentina ha transitado por diversos caminos, todos previstos anteriormente por la cultura universal, y los pocos vestigios precolombinos que sobrevivieron nos permiten afirmar que no existe una tradición constructiva argentina previa a la llegada de los españoles a nuestro territorio. A su vez, las limitaciones económicas y las dificultades para la obtención de buenos materiales de construcción hicieron de la arquitectura colonial en nuestro país una variante sumamente simple con exponentes claros como los Cabildos de Buenos Aires, Luján y Salta, y muchas de las iglesias hoy conservadas, entre ellas el antiguo santuario de Sumampa. Aparecen también excepciones como la exquisita Catedral de Córdoba y el sistema de estancias jesuíticas.

La llegada del desarrollo económico luego de la sanción de la Constitución Nacional de 1853 permitió la contratación de arquitectos e ingenieros en Europa que modificaron con rapidez los entornos urbanos a través de nuevos edificios que son palacios, y el espacio campero con los cascos de estancias, que aparentan castillos. Sumado a esto la creación de cátedras universitarias dedicadas a la arquitectura terminaron de definir un estilo de construcción exageradamente vinculado a Italia, Francia, Alemania e Inglaterra, en desmedro de la tradición hispánica. Recién en 1910 comienza a florecer un regreso del estilo colonial, en medio de los debates ideológicos sobre la identidad nacional.

En este contexto, aparece Alejandro Bustillo, que encabeza una búsqueda de un estilo nacional propio, tomando como vertientes todas las influencias, y es el autor de edificios sin los cuales, el paisaje argentino sería diferente. Por eso hoy nos dedicaremos a su vida y su obra.

NACIMIENTO, FAMILIA Y FORMACIóN

Alejandro Gabriel Bustillo Madero nace en el seno de una familia patricia, que es decir una familia presente en la Argentina desde 1810 y con una participación activa en los eventos revolucionarios, el 18 de marzo de 1889 en la ciudad de Buenos Aires. Fue bautizado el 8 de mayo de ese año en la antigua iglesia de San Nicolás de Bari, ubicada donde hoy se levanta el Obelisco porteño. Su padre fue José María Bustillo, un abogado redactor del primer Código de Justicia Militar, cuyos abuelos fueron héroes de la independencia: uno Manuel Bustillo, teniente del Regimiento de Patricios, y el otro, Francisco Díaz, teniente del Regimiento de Granaderos que cruzó los Andes. Su madre fue María Luisa Madero Ramos Mejía, proveniente de una familia acomodada a fines del siglo XIX, cuyos nueve hijos pudieron alternar con lo más granado de la generación del ’80.

A principios del 1900, Alejandro comienza a cursar en la Escuela Industrial de la Nación, donde se gradúa de maestro mayor de obras. Su inicio en el arte es la pintura, a la que dedicará gran parte de su vida, a tal punto que suspende sus estudios en la Academia de Arquitectura de la Universidad de Buenos Aires, para dedicarse plenamente al arte de los lienzos. En 1912 es galardonado con el 1° Premio del Salón Nacional de Pintura, con su obra “Autorretrato”. En 1914 recibe el título de arquitecto, decidiendo entonces dedicarse a las construcciones rurales.

El 8 de agosto de 1916 se casa con María Blanca Ayerza Jacobé en la parroquia San Miguel Arcángel de Buenos Aires. Ofició el matrimonio el obispo de La Plata monseñor Juan Terrero. A lo largo de los siguientes once años tendrán ocho hijos. La profunda espiritualidad de su familia quedará plasmada en la aldea que construirá Bustillo en Plátanos, al sur de Buenos Aires, donde alrededor de una capilla hará una casona para el matrimonio y ocho casitas para cada uno de sus hijos, un complejo que hoy forma parte de una escuela religiosa.

SUS COMIENZOS

Su primera obra es una casa de campo en Pila, al sur del río Salado, en la provincia de Buenos Aires en 1916. Dos años después su familia paterna le encarga el casco de la estancia “La Primavera”. En 1920 vuelve a vivir en Buenos Aires. Su consagración viene de la mano de la familia Tornquist, que le encarga en 1923 la sede central de su banco, en la calle Bartolomé Mitre. A partir de entonces comienza a construir edificios de renta, es decir departamentos para alquilar, en tiempos que no existía la propiedad horizontal. Construye varios en Buenos Aires, y entre 1925 y 27 lo hace en París y en Bruselas.

LAS GRANDES OBRAS PúBLICAS

En 1932 comienza su espléndida carrera como constructor de obras públicas al realizar la reforma de la casa de bombas de Obras Sanitarias de la Nación, en el barrio porteño de Recoleta, convirtiéndola en la sede del Museo Nacional de Bellas Artes. En Misiones la gobernación lo contrata para realizar la casa del gobernador, varios parques, comisarías y el cercado de las ruinas jesuíticas de San Ignacio Mini. La presencia de su hermano en la dirección de Parques Nacionales lo convierte en el creador del estilo andino que va a caracterizar las construcciones oficiales en la Patagonia.

SUS EDIFICIOS MáS SIMBóLICOS

Sin duda, tres son las obras más características de Bustillo, que fundan el estilo clásico nacional: el hotel Llao Llao, en las afueras de San Carlos de Bariloche, el complejo de la rambla de Mar del Plata, con el Hotel Provincial y el Casino Central, y la sede central del Banco de la Nación Argentina, frente a la Plaza de Mayo en Buenos Aires.

HOTEL LLAO LLAO

En 1938 comienza la construcción de un hotel de lujo en las cercanías de Puerto Pañuelo, que es sin duda una de las maravillas arquitectónicas de América. El primer edificio fue realizado totalmente en madera y a los ocho meses de inaugurado se incendia. Bustillo decide incorporar la mampostería y lo reconstruye en menos de un año. Sigue en funcionamiento y ha sido sede de las mayores cumbres políticas internacionales de la Argentina.

La adaptación de esta obra al paisaje es inigualable, y el conjunto se completó con la capilla San Eduardo, decorada por pinturas sobre la vida del santo realizadas por el gran artista Raúl Soldi. Los interiores del hotel asombras por la exquisita combinación de la madera autóctona, con el ladrillo de apariencia británica, la mampostería de aroma colonial y el uso de grandes espacios sin columnas, que es una de las características de la obra de Bustillo: llegar a la demostración práctica de la posibilidad infinita de la arquitectura.

CASINO CENTRAL Y HOTEL PROVINCIAL

El gobernador bonaerense Manuel Fresco lo convoca para dar carácter monumental a la rambla de la playa marplatense. Se decía por entonces que “si Fresco pone un ladrillo, para eso lo llama a Bustillo”. El proyecto fue soberbio, ya que implico la demolición de la antigua rambla francesa, y la construcción de dos enormes edificios gemelos en su apariencia: el Casino Central, que posee la sala de juegos más amplia del mundo, y el Hotel Provincial, separados por una plaza seca dedicada al almirante Guillermo Brown, enmarcada por dos lobos marinos de piedra, obra del esloveno Juan Antonio Gruden.

Los frescos del vestíbulo principal del Hotel son obra del hijo mayor de Bustillo, César. Sobre estos frescos formidables, los más grandes de Sudamérica, surgió una controversia cuando se realizó la primera edición del Festival Internacional de Cine en 1953. El entonces secretario de Información Pública Raúl Apold obligó a César Bustillo a tapar los desnudos de sus propios frescos, a los que consideró impúdicos. El haberse convertido en el “braghettone” de su propia obra demolió al hijo de Bustillo, que iba a morir poco tiempo después.

CASA CENTRAL DEL BANCO DE LA NACIóN ARGENTINA

Es quizá el encargo más significativo que el Estado hizo a Bustillo: la construcción de la casa central del Banco de la Nación Argentina, en el viejo predio que ocupara el primer Teatro Colón y frente a la Plaza de Mayo y la Casa Rosada. La mole tardó quince años en culminarse y se caracteriza por la enorme fachada neoclásica que da hacia la casa de gobierno, cuyas gigantescas puertas de bronce general un espacio de monumentalidad. El coronamiento del edificio con una mansarda metálica es una marca de Bustillo.

El espacio de atención pública de la primera planta está resguardado por la cúpula de hormigón armado más grande del mundo, que está apoyada sobre rodillos metálicos que absorben la dilatación de tan extensa construcción, de más de 60 metros de díámetro. El área de los despachos del directorio del Banco es de una potencia decorativa acorde a la demostración del poder económico de la mayor institución financiera argentina.

La galería de arte del edificio lleva el nombre de Bustillo y la finalización de la obra en 1955 marca el inicio del retiro del arquitecto como constructor de obras de gran porte.

(Continuará)

Por Eduardo Lazzari

Historiador


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