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SHUT IN (2022): Una madre y su peripecia externa e interna

03/03/2022 20:41 Pura Vida
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No pareció muy atinado ponerle a esta película un título que ya fue utilizado varias veces en el subgénero del thriller de supervivencia, como el film de EE. UU. también conocido como "Intruders" (2015), de Farren Blackburn, o el canadiense "Shut in" (2016), de Adam Schindler. Pero seguramente la idea era no complicarse (ni complicar al eventual espectador) demasiado y redondear una propuesta de consumo fácil. Su realizador, el estadounidense D.J. Caruso (nombre que no por casualidad hace pensar en las nociones de "mezcla" y "entretenimiento"), tiene una vasta trayectoria tras las cámaras; un director de los llamados "de oficio", sin ninguna obra maestra en su haber, pero siempre dispuesto a ofrecer diversión y emotividad: "Taking Lives" (2004), "Disturbia" (2007), "I Am Number Four" (2011), "The Disappointments Room" (2016) y un largo etcétera. Incluso, tiene proyectado presentar en 2023 un largometraje basado en la serie "Are You Afraid of the Dark?".

Como sabemos, en todo "survival" la premisa es que el espectador sufra mucho mientras el héroe circunstancial trata de usar su ingenio e improvisa recursos para ir superando obstáculos de una mala situación que pone en riesgo su integridad física y su vida toda. Esta peripecia es no solo física, externa, sino también interior, psicológica ("la voluntad de vivir se encuentra en el interior", dice aquí el lema publicitario); el personaje en apuros recibe una oportunidad para el crecimiento personal, una especie de purificación, a través del dolor. Todo esto está en "Shut in". Desde el principio hay tensión cuando vemos a una niña pequeña, Lane, correr por un campo donde hay manzanas que se están pudriendo incluso en los árboles o cuando salta por sobre una tabla que está peligrosamente levantada en el piso de entrada de su casa.

Caruso disemina una serie de símbolos que le dan el mencionado aire alegórico a la aventura, donde prima la idea clásica del gótico de un hogar en decadencia. La joven protagonista, Jessica, ha decidido mudarse e iniciar una nueva vida dejando el viejo caserón heredado de la abuela; está en un periodo de recuperación de su adicción a las drogas; tiene a su cargo a Lane y al bebé Mason. La reaparición de su pareja, Rob, quien en cambio no ha podido superar la drogadependencia, trastoca sus planes e inicia la pesadilla que es núcleo del relato. Para colmo, él viene acompañado de un secuaz, Sammy, sospechoso de ser un pedófilo. Para el aficionado al terror, una niña que recorre en su triciclo las habitaciones y un marido desquiciado traen inevitables reminiscencias de "The shinning" (1980); pero aquí no hay componente sobrenatural ni un Stephen King en la base narrativa.

Una madre en apuros y niños que sufren –vaya un coscorrón para el realizador, que hizo asustar y llorar al bebé para poder montar una escena– son ingredientes infalibles para la identificación inmediata y para –como se dijo– empezar a padecer desde el primer minuto, esperando la deseada distención final (que en no todos los relatos de supervivencia llega). Caruso, siguiendo un guion de Melanie Toast, narra de manera prolija, dinámica, con las suficientes alternativas en la narración como para que no se estanque (a pesar de la limitada locación) y sin resentir demasiado la verosimilitud.

Se le puede reprochar un tono moralizante ingenuo de clara orientación cristiana; puede incluso ser perturbador y discutible el sentido bíblico que se le da a las imágenes de las manzanas podridas (idea que niega nociones tales como solidaridad y reintegración). No obstante, hay que reconocer cierto ingenio en el manejo de algunos íconos religiosos; por ejemplo, un crucifijo con la imagen de Cristo puede implicar un paralelo con los "estigmas" que sufre la protagonista o ser una inspiración para una defensa violenta y un momento "gore" en la trama. Así, entre defectos y virtudes, "Shut in" cumple con lo esperable del subgénero de supervivencia y ofrece un espectáculo aceptable para pasar el rato.

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