Las Marías y una historia entre mates, yerba y jesuitas Las Marías y una historia entre mates, yerba y jesuitas
Ese camino sería tomado por los jesuitas en su pacífica conquista, se convertiría luego en el Camino Real de los Yerbales y llegaría hasta nuestros días como la Ruta Nacional N° 14. De la misma forma, la estancia misionera ubicada en Umbú se convirtió con el tiempo en una enorme propiedad ganadera llamada la Vuelta del Ombú que luego se convertiría en la ciudad de Virasoro y en el Establecimiento Las Marías, en Misiones.
Tras la guerra del Paraguay, el uruguayo Víctor Navajas, uno de los refundadores de Santo Tomé, compró la estancia Vuelta del Ombú. A su muerte, legó esta propiedad a sus 7 hijos. En la fracción sur de la Estancia, cerca de dónde los jesuitas tenían la pequeña capilla de Santa María, uno de sus hijos, Adolfo Navajas, bautizó la porción de tierra que heredó con el nombre de Las Marías en 1912.
Ese mismo año, su viuda Concepción Centeno de Navajas, se mudó a la estancia con sus cuatro hijos, decidida a quedarse y a obtener de la tierra una forma de vida, sumándole a la clásica actividad ganadera algunas plantaciones. Cuenta la historia que ese mismo año de 1912, su hijo Víctor Elías Navajas Centeno, huérfano a los nueve años, en agradecimiento por unas plantas de citrus que había recibido de regalo, el día de su décimo cumpleaños le escribió a su abuela una carta premonitoria . “…con ella (por su mamá) y los peones plantamos con mucho cuidado las plantitas tan lindas y Dios quiera tengamos suerte y prendan todas y nos dejen las hormigas malditas, para algún día verla comiendo frutas de ellas”.
Aquel sueño recién pudo madurar varios años más tarde. En 1924, con 21 años y convertido ya en dinámico y brillante hombre, volvió a desafiar las tradiciones de la región implantando yerbales, esta vez con éxito. Al año siguiente, María Silvia Artaza, su mujer, le daba su primer hijo.
Tiempo más tarde Don Víctor decidió volver a desafiar al sentido común proponiéndose terminar de elaborar, aún envasar su yerba en origen. Y así lo hizo con una marca que hoy está entre las primeras a nivel nacional, Taragüi.
En lugar de recalar en aguas tranquilas y detenerse a disfrutar el merecido fruto de su acierto, Víctor Navajas Centeno prefirió disfrutar, pero no detenerse. En a la década de 1940 consolidó su posición, completó su familia con el nacimiento de su cuarto hijo.
En las décadas del ‘40 y del ‘50, la incorporación de su hijos mayores a la actividad productiva tuvo un efecto multiplicador. El té, que con éxito venía cultivándose en la región misionera, fue incluido a la producción en todos los niveles.
En la década de 1960, Don Víctor Navajas decidió retirarse. Viajó por el mundo, y, en ese plan, murió a los 64 años en Barcelona, el 10 de Julio de 1967.








