La licenciada en psicología Emily Azar reveló que esta situación impacta en la psiquis en formación, "de tal manera que influye en la relación del adulto consigo mismo, con los demás y en la forma de ver el mundo".
Las frases dañinas de los padres a sus hijos dejan secuelas que se manifiestan en la adultez Las frases dañinas de los padres a sus hijos dejan secuelas que se manifiestan en la adultez
Los padres muchas veces ven a sus hijos o quieren establecer un vínculo con ellos como si fueran adultos pequeños, sin tomar en cuenta que se trata de seres muy vulnerables, cuya identidad se encuentra en formación y que las experiencias nuevas que viven en esta etapa de sus vidas, les ayudará a moldear su forma de ser, su forma de verse y de ver al entorno que lo rodea.
Precisamente por ello, es por eso que se debe tener cuidado con el tipo de lenguaje y el tipo de frases que se usan para dirigirnos a ellos, puesto que estas tendrán un impacto profundo en sus recuerdos, vivencias y personalidades.
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Habrá que tener en cuenta también que, estas frases que los chicos escuchan y las internalizan, afectará su vida adulta, donde evidenciarán conductas negativas para su desarrollo como personas.
Precisamente, al abordar este tipo de conductas en la adultez como consecuencia de las frases hirientes que se recibieron en la infancia, la licenciada en psicología Emily Azar, sostiene que se debe entender el concepto de herir, se basa "cuando queda una secuela de algo vivido, puede haber sido traumático o no, pero que impacta en la psiquis de tal manera que después influye en la relación de la persona consigo misma, con los demás, y en la forma de ver el mundo".

(La licenciada en psicología Emily Azar, sostiene que se debe entender el concepto de herir.)
"Una de las más nombradas es la del abandono, de sentir el abandono, independientemente de la presencia física o no, de los seres queridos en la infancia, que genera en la adultez el apego y la necesidad de estar con el otro, de una manera en una relación más intensa, con la cercanía afectiva y la necesidad de la presencia del otro, que todo el tiempo le estará asegurando que estará ahí. También tiene que ver con lo que se tenga que hacer para que el otro no se vaya, con un condicionamiento y sensaciones de no ser o no merecer lo bueno, no merecer amor. Son personas que van a la consulta, ofrecen y esperan casi en la misma medida, pero eso no sucede así porque la vida tiene sus matices", profundizó.








