Dolar Oficial: - Dolar Blue:- Dolar CCL:- Dolar Bolsa: - Dolar Mayorista: -

EL LIBERAL . Santiago

Crónica de los amarretes

Por Belén Cianferoni. 

Crónica de los amarretes

Crónica de los amarretes.

18/05/2025 06:00 Santiago
Escuchar:

Crónica de los amarretes Crónica de los amarretes

HACÉ CLICK AQUÍ PARA UNIRTE AL CANAL DE WHATSAPP DE EL LIBERAL Y ESTAR SIEMPRE INFORMADO

Dice la Real Academia Española sobre los avaros:

avaro, ra

También te puede interesar:

adj. Que tiene un afán desmesurado de acumular riquezas y escatima exageradamente en lo que gasta o en lo que da.

Ej. Es tan avaro que, por ahorrar, no enciende la calefacción.

Dicho de una persona, también sust.: Un avaro como tú siempre evita pagar la parte que le corresponde.

Tacaño, agarrado, mezquino, avaricioso, miserable, estrecho, apegado, avariento, cicatero, codicioso, ruin, sórdido, usurero, envidioso, egoísta, interesado, rapaz, roñoso, ambicioso... "rata" para los argentinos, "cutre" para los gallegos, ávido de dinero… y mis favoritas: amarrete y devoto de la virgen del codo.

Todos conocimos o conocemos a uno en nuestra vida. Y si pensás que, en verdad, las personas derrochadoras son las peores… pues, estimado lector, esta crónica podría tenerte como protagonista.

El avaro no solo disfruta de no gastar, sino que se regocija encontrando la salida más rápida, insólita y rebuscada con tal de ahorrarse unos centavos. Le encanta ver cómo los demás gastan sin culpa, mientras él se ríe —desde la miseria— por caminar cuadras bajo el sol o aguantarse la sed durante horas, solo para tomar agua en su casa. Extremo, pero cierto.

Estas son cosas que suceden en Santiago del Estero, y alguien tiene que relatar la amarretería de nuestros pagos. Reírnos un poco y también aprender. Estuve investigando incansablemente entre los ciudadanos santiagueños y conseguí tres anécdotas que prometen acompañarnos con el café o la espera. Hice una curaduría de estas historias para que se rían… y si acaso son ustedes, tranquilos, que no los voy a mencionar. ¿O sí?

Tercer puesto: El que no llegó al segundo por rata

Desde el interior de La Banda llega este caso. Un pariente de un amigo bandeño protagoniza esta historia: un viejo de manual, "ratonis in extremis". Había asado en la casa del Tío Negro. Este, de buen corazón pero prevenido, invita a este sujeto amarrete, pero —para evitar que se haga el vivo— le dice que traiga Coca-Cola, que después él se la iba a devolver. Mentira: no pensaba devolverle nada. Solo quería que sintiera el peso de sus acciones pasadas.

El viejo cayó al almuerzo con las manos vacías. El Tío Negro, ya sabiendo todo, le preguntó por la bebida para el fernet. A lo que el otro respondió:

"Estaba cerrada la boca de expendio."

Difícil armar una trampa para ratas, eh.

Segundo puesto: La reina del desayuno gratuito

Esta mujer, de quien reservo el nombre, se queda con la medalla de plata. Su majestad en la ratonería me dejó sin palabras. Es la clásica compañera que llega demasiado tarde para ayudar y poner plata en el asado, pero lo suficientemente temprano para elegir con astucia qué va a comer.

Nuestra amiga se había mudado a un departamento topísimo en la avenida Roca. Para estrenarlo, se nos ocurrió organizar una merienda de amigas. Éramos cuatro. Cada una llevaría algo para que la mesa sea digna de foto en redes. Ella, muy organizada, se ofreció a hacer el sorteo de quién llevaba qué.

Llegó el día. Cuando entramos a su departamento, todas nos sorprendimos: ¡todas habíamos llevado medialunas y un litro de jugo! No lo podíamos creer. Nos mirábamos como diciendo: ¿pero no era que sorteó todo?

Ella llegó, se hizo la sorprendida y dijo:

—"¡Ay, qué estúpida! Voy a tener que freezar todas las medialunas y usar los jugos a lo largo del mes."

Nos ganó. Nos hizo comprarle la merienda y el desayuno para un mes entero. Brillante.

Primer puesto: Terapia emocional a bajo costo

Pensé que mi recuerdo iba a ser el mejor caso de amarretismo… pero no. Una amiga se llevó el oro. Me lo contó en primera persona.

Había sufrido una ruptura amorosa muy fuerte. La habían dejado y nada calmaba su tristeza. Caminaba durante horas por el parque, por la plaza. Nada alcanzaba para aliviar ese dolor. La habían engañado con su prima, y sentía que todo se le derrumbaba.

Mi amiga siempre fue de buen pasar. Trabajadora, racional. No muy creyente en la ayuda divina, más bien del esfuerzo propio.

Un día, durante una caminata, decidió entrar a la iglesia solo para sentarse a descansar. En ese silencio, se largó a llorar al escuchar que un grupo de mujeres rezaba una novena por una prima. Todo el dolor volvió de golpe. Un sacerdote se le acercó, le ofreció un vaso de agua y contención. Ella le contó todo. Sintió alivio. Salió más liviana.

Pero no fue la contención lo que la dejó feliz.

—"¿Sabés qué? Es más barato que terapia. Voy a venir a hablar con el cura cuando me sienta mal."

El pobre hombre todavía cree que puede devolver esta ovejita al rebaño. Pero nuestra amiga, la más astuta de todas, encontró en la iglesia su consultorio gratuito. Se llevó el oro al ratonismo.

Mientras escribía esta crónica, se fue de este mundo el gran Pepe Mujica, expresidente de Uruguay. Un hombre admirable que no tenía todo lo que quería, pero amaba todo lo que tenía.

Creo que todos nos quedamos con varias de sus frases resonando, pero me quedo con esta por sobre todas:

"Cuando compras algo, no lo pagás con dinero. Lo pagás con el tiempo de vida que tuviste que gastar para tener ese dinero."

Y si de ahorrar vida se trata, tal vez estos amarretes sepan algo que nosotros no…

Por lo pronto, yo seguiré aquí gastando el teclado, hasta que nos volvamos a ver.

Lo que debes saber
Lo más leído hoy