Enzo Tévez se ocupó de criar con libertad a su hija Nasira

Enzo Tévez tenía 23 años cuando se convirtió en padre. Y a pesar de ser joven, él sabía muy bien cómo iba a criar a ese primer hijo o hija. "Era una ilusión muy grande ser padre. Yo sentía que iba a ser bien tenida, bien criada… hablo de dar cariño, amor, contención, de dar la vida por ellos; no de lo material", aunque tampoco le iba a faltar porque él trabajaba y estudiaba desde los 17 años.

Apenas egresó como bachiller a los 17 años, Enzo había comenzado a ejercer como docente en una escuela rural, mientras cursaba el Profesorado de Educación Primaria, por la tarde. "Tuve una juventud madura porque de chico ya pensaba en tener mi casa, mi medio de movilidad, ya planeaba cómo quería que fuera mi vida", contó.

Nasira es la mayor de dos hermanas. Desde temprana edad mostró su gusto por la música. "En realidad Nasira ya ha venido con esos genes para la música porque desde chiquita le gustaba la percusión. Con un vecinito tocaban con tarritos, ya tenia oído para la música", recordó Enzo.

Él sabe que la vida de cualquier artista es difícil. Sin embargo, nunca intentó hacer desistir a Nasira de forjar un futuro con la música como baterista, productor musical, compositor, cantante, DJ. La paternidad de Enzo estuvo siempre apoyada en la libertad.

"No he sido un padre de poner muchos límites, o sea de decirles por ejemplo, 'si no vuelves a tal hora no entras a casa'. He tratado de criar a mis hijas con libertad. Yo quiero que Nasira haga la vida que le guste; cómo, cuándo y dónde este cómoda y feliz, y para mí va a estar bien, también", remarcó.

Y como todo padre espera que sus hijas "no sufran, que vivan bien, de la forma que ellas decidan. Yo creo que como padre siempre he estado y estoy, a pesar de que ya son grandes. Nasira cien mil veces me ha pedido que la lleve a tocar, y la he llevado. Es una persona muy especial, y lo único que deseo es que logre todo lo que se propone", confesó.

Los hijos, a veces, espejan

Enzo Tévez reconoce en su hija Nasira -conocida como Nax- la herencia musical no solo de su abuelo materno y de los tíos de su esposa, que se dedicaron a alegrar la vida tocando chamamés, a la par que atendían un almacén de ramos generales en Monte Quemado, sino también de su propio gusto.

"Yo toco la guitarra, folclore, canto karaoke, además escribo temas, solo que nadie los conoce, los comparto en rueda de amigos. A mí me ha despertado ese gusto por la música un maestro que he tenido cuando era chico", confesó Enzo y contó que a sus 40 años pudo recién comprar su equipo de sonido, aunque aún no puede darse el gusto que se da su hija de viajar para acompañar con su batería a una banda.

"Yo tengo otro trabajo. Trabajo en una escuela. Y creo que voy respetando las etapas de la vida que me tocan vivir. Mi plan con la música es para cuando me jubile, y pueda ir a tocar -aunque sea en una ronda con amigos- sin límite de tiempo, de hora", se animó a proyectar el padre de Nax.

Y así como cuando iba a convertirse en padre sabía lo que esta tarea iba a significar, hoy Enzo cree haber podido dejar una huella en sus hijas a través de su amor incondicional. "Cuando me preguntan algo, o me consultan, me doy cuenta de que nos han escuchado. Ahora que son grandes ya no le voy a decir qué hacer o qué no hacer… por ahí, uno les anticipa que pueden pasar ciertas cosas, nada más, pero cada una de mis hijas elige la vida que quiere hacer", remarcó.

¿Cómo quisiera que lo recuerden? "Como un padre presente, que siempre ha estado en las buenas, en las medias y en las malas, aunque gracias a Dios malas, malas, no hemos pasado; hablo en cuanto a lo espiritual, emocional porque creo que eso es lo importante".