Por Facundo Rubén Piñón.
Mercosur: Desafíos y tensiones de un bloque que no termina de consolidarse Mercosur: Desafíos y tensiones de un bloque que no termina de consolidarse
El pasado 3 de julio, en Buenos Aires, los mandatarios de los países miembros del Mercosur se reunieron en una cumbre marcada por las intenciones compartidas, pero avances escasos. La indefinición sobre cuestiones clave resalta la existencia no solo de falencias estructurales y tensiones políticas, sino de desafíos estratégicos a futuro.
Este bloque nació con la idea de formar un mercado común que promoviera la integración competitiva y el desarrollo económico, la armonización de las políticas macroeconómicas y la coordinación de una agenda política. Hoy, a más de treinta años de su creación, muchos de estos propósitos no se cumplieron o lo hicieron parcial e insatisfactoriamente. El mercado común está lejos de consolidarse -los expertos lo consideran una unión aduanera imperfecta-, mientras que se duda de su utilidad como herramienta de representación de los intereses comunes.
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En Buenos Aires se puso al descubierto una vez más la existencia de profundas diferencias entre las naciones. En los últimos años, las disidencias se concentraron principalmente en el debate sobre la flexibilización en la negociación unilateral de acuerdos, las excepciones arancelarias y la ampliación de la agenda regional. En general, los países modifican notablemente sus posturas cada vez que sus gobiernos cambian de signo político, lo que dificulta aún más fijar compromisos a largo plazo. "Emprenderemos el camino de la libertad acompañados o solos", dijo el presidente argentino al reclamar reformas durante la cumbre, en una clara señal de los profundos desacuerdos sobre el rumbo del bloque. A pesar de las divergencias, hubo intentos de reactivación del bloque, como la firma del acuerdo con la Asociación Europea de Libre Comercio (EFTA).
Sin embargo, los desafíos no son únicamente internos. A medida que el mundo se torna más competitivo y proteccionista, el futuro de la integración regional se vuelve más complejo e incierto. Así, el Mercosur se ve hoy más desorientado que nunca ante un escenario global hostil, que demanda dinamismo y asertividad. Las consecuencias de esta situación son evidentes: la falta de consenso obstaculiza la negociación del acuerdo con la Unión Europea y, en general, la rigidez del bloque afecta directamente a su competitividad en el comercio global. Además, la integración económica se debilita, al punto que el comercio intra-bloque representa solo el 15% del comercio total de los miembros y la infraestructura regional continúa siendo deficiente.
En este contexto, las críticas al funcionamiento del Mercosur se multiplican, y los gobiernos exploran otras alternativas ante el surgimiento de formas de cooperación más modernas y flexibles. Por eso, es urgente que los miembros adopten enfoques renovados que logren equilibrar los intereses nacionales con la cohesión regional. A su vez, resulta clave aprovechar el potencial estratégico de Sudamérica, que es uno de los mayores productores de alimentos y cuenta con vastas reservas energéticas, hídricas y minerales.
En conclusión, es incierto si el bloque podrá estar a la altura de las expectativas que le dieron origen y de los desafíos del mundo actual. Al Mercosur aún le queda un largo camino por transitar, y su éxito dependerá, indudablemente, de la voluntad de los Estados de seguir apostando por un proyecto común que fortalezca a la región y de la capacidad de crear de consensos que trasciendan las diferencias.








