Para qué sirve un bastón y cómo manejarlo

Mira, no te voy a contar nada nuevo, así que podrías ahorrarte el tiempo de leer esta página y dedicarlo a algo más útil, que no te faltarán ideas. Hecha esta aclaración paso al asunto, o sea que agarro el bastón por el mango con la mano derecha porque soy diestro. No de derecha, que no haya malentendidos. Es por esa cuestión de los hemisferios cerebrales de la que tanto se habla. 

La asociación me lleva a la geografía del planeta que también tiene los suyos, claro que uno arriba y otro abajo (según desde donde se mire por supuesto) mientras en el cerebro están uno junto al otro, y reunidos forman el cacumen, que está en la cabeza –también zabeca– arriba y detrás del rostro, o cara, donde se ubican ojos orejas, nariz y mandíbula, a veces batiente. 

Vuelvo al tema. Ya que tengo el bastón en la mano lo miro. Y lo admiro. ¡Oh, mi bastón! Es de caña, mide 73 cm, tiene empuñadura de plástico negro en forma de S horizontal, atada con alambre, y una capucha de goma en la parte inferior. Pesa 90 gramos según mi cálculo, ya que no tengo otra balanza que mis manos. 

En tono campechano le diría gracias, cuánto te debo, hermano. Porque también sentimos fraternidad con los seres materiales que nos ayudan a vivir, nos acompañan, y en este caso nos sostienen.

He ahí la esencia del bastón. Sostener. La misma función que el horcón de un rancho, pero en este caso un rancho caminante, un cuerpo humano dotado de tres patas, que al andar dibujan triángulos móviles que solo registra el ojo del observador avezado. 

Otra día hablaremos del triángulo, ahora lo importante es el bastón. Puede ser usado en el escenario, como lo hacía Antonio Gasalla en su personaje de la abuela, pero esa representación refiere a un individuo que lo usa por necesidad, tal como la ceguera, la fractura de fémur o la mera disminución de la autonomía al caminar. 

Pero no debemos limitar el uso del bastón al cuerpo individual, ya que de él se propagó al cuerpo social. Báculo del profeta o el rabdomante, de la misionera caminante (Beata Antula) o símbolo de mando (los usan los papas y presidentes) el bastón es un símbolo de poder. Aquí pasamos a otra dimensión, las posibilidades y responsabilidades que supone el uso del bastón que además de ayudar a caminar señala hacia dónde.

Vuelvo a mirar a mi bastón y lo veo transformado. Abre caminos a la imaginación. Me permite sentirme campesino y pastor de un rebaño de cabras, director que lleva la batuta (fino bastón al fin) en la orquesta, y hasta gobernador de una provincia por fundar. 

En todos los casos debo ser prudente. Como al caminar, no puedo dar un paso en falso. Mi tarea es cuidar las cabras, evitar tonos desafinados, tratar de imitar a Sancho en su realismo y a Alonso en su sueño, necesarios para un buen gobierno. 

Por eso, cuando veas un bastón detén la marcha. Piensa en ti mismo y en quien lo lleva. Más aún, imagínate con un bastón en la mano y las circunstancias que te llevaron a usarlo, y las responsabilidades que implica. Cuidar las cabras de la boca del lobo, no confundir los tonos, pensar el próximo paso. 

Y si te tocara ser jubilado o jubilada que va los miércoles a Plaza de Mayo recuerda que no debes usarlo para amenazar a los policías, porque el bastón lo tienen ellos.