Cecilia Dopazzo presenta hoy Made in Lanús

Hoy el teatro 25 de Mayo recibirá en su escenario a "Made in Lanús", la célebre obra de Nelly Fernández Tiscornia que llega a Santiago con un elenco de lujo bajo la dirección de Luis Brandoni. Entre sus protagonistas está Cecilia Dopazzo, quien encarna a Mabel, una mujer marcada por el exilio y por las contradicciones de una Argentina que aún resuenan en el presente.

— ¿Qué consecuencias sociales de la dictadura aborda?

—Cecilia: "Made in Lanús" cuenta la historia de Osvaldo y Mabel, que se tuvieron que ir en la dictadura militar y vuelven al país después de diez años en EE.UU.. Se reencuentran con el "Negro" (el hermano de Mabel, que es mecánico) y la "Yoli" (la cuñada), que siguieron luchando desde acá. Es un reencuentro luminoso y emotivo, pero también una historia triste porque ellos fueron obligados a irse. Osvaldo está nostálgico y querría volver a vivir en el país, mientras que Mabel, mi personaje, está enojada y no piensa regresar. Esa contradicción es lo que hace que la obra hable de lo que vivíamos en 1985 y, de algún modo, seguimos viviendo.

—¿Qué significa para usted abordar estas temáticas como actriz y ciudadana?

—Me siento una privilegiada. Es un honor ser parte de este proyecto porque la obra me convocó desde siempre. Es un clásico que habla de pertenencia, identidad, del irse y del quedarse. Brandoni nos guió con un trabajo muy profundo de mesa, reflexionando sobre cada motivación. Lo interesante es que los cuatro personajes tienen razón en lo que sienten, y eso permite que el público empatice con todos.

—En particular, ¿qué conflictos atraviesa Mabel?

—Ella está muy enojada porque no se fue, la fueron. Esa herida no cicatriza, pero a la vez se le nota la nostalgia, el dolor por haber tenido que irse. Y tiene un objetivo claro: llevarse a su hermano y a la cuñada a EE.UU. Esa propuesta genera un punto de giro en la obra y pone en evidencia que cada uno de los cuatro personajes siente algo distinto frente al país.

—¿Cómo se relaciona esa temática con la actualidad?

—Es todo cíclico. La obra habla de la dictadura y de Malvinas, pero también muestra cómo el país va de derecha a izquierda y de izquierda a derecha. Hoy vivimos otra etapa, con otras características, pero la interpelación sigue vigente. Todos tenemos a alguien querido afuera, y eso genera identificación inmediata en la platea.

—¿Cree que "Made in Lanús" puede leerse como una forma de resistencia?

—Sí, de algún modo sí. Resistencia porque alecciona sobre nuestra identidad, sobre las elecciones que hemos hecho como país, sobre las cicatrices y dolores que arrastramos, pero también sobre las alegrías. Es una obra que entretiene mucho, pero que también conmueve y hace pensar. Tiene mucha sustancia y por eso sigue siendo tan actual.

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