Por Caroline Moulinet
¿Hay que dar dinero a los hijos cuando sacan buenas notas? ¿Hay que dar dinero a los hijos cuando sacan buenas notas?
Los padres a veces se sienten desamparados ante el comportamiento de sus hijos frente a las expectativas de la escuela. Los niños que hacen sus deberes y repasan para los exámenes por su cuenta parecen ser la excepción. Esta es la experiencia de Lisa, madre soltera de un niño de 11 años y una niña de 7: "Es una batalla con los deberes. Me veo obligada a amenazar con prohibir los videojuegos si quiero que mi hijo haga sus deberes, o bien a prometerle un regalo, dinero o más tiempo para jugar".
La preocupación por los estudios es un aprendizaje difícil de transmitir y, sin embargo, necesario, como recuerda el hermano Paul-Adrien d'Hardemare en su libro Je crois en Dieu, connaître la foi chrétienne (Creo en Dios, conocer la fe cristiana):
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"Como padres, [se espera de ti] que pases tiempo con tus hijos. Como hijo [se espera de ti] que obedezcas a tus padres y que te preocupes por tus estudios".
No minimizar la curiosidad de los niños
Además, es aconsejable no minimizar la curiosidad de los niños: desde muy pequeños, los niños tienen el deseo de descubrir el mundo. Cuando preguntan por qué el cielo es azul o cómo se forma un arcoíris, no buscan una recompensa económica. Lo que prevalece es el placer de aprender y comprender. Esta apertura de la inteligencia puede perdurar a medida que crecen y el dinero no parece ser la solución más adecuada para fomentar este sentido.
¿Una buena nota en un examen de francés o el éxito en un examen de música valen 100, 500 o 1000 pesos? ¿Cómo se puede monetizar la disciplina y la perseverancia demostradas durante el año? Los esfuerzos y el camino recorrido podrían reconocerse sin recurrir al dinero, sino con sorpresas como preparar el plato favorito del niño cuando menos se lo espera, meter un flotador gigante en la maleta de las vacaciones, regalar un bonito libro u organizar una cena familiar en un restaurante frente a la puesta de sol.
Estos momentos compartidos muestran a los niños que sus padres ven su trabajo y elogian sus esfuerzos. Estas atenciones llenas de ternura demuestran que los padres están contentos de que el niño se tome en serio sus estudios.
Una mala nota puede ocurrir
Sobre todo porque tener una mala nota puede ocurrir, incluso a los niños que trabajan con ganas. Un fracaso acompañado de la supresión de la recompensa económica puede actuar como un doble castigo y alterar la autoestima de los jóvenes. El amor de los padres va mucho más allá de las notas e incluso de su deseo de ver a sus hijos trabajar y tener éxito.
Al fin y al cabo, los niños pueden aprender que, en última instancia, trabajan para sí mismos, para crecer y convertirse en adultos. Complacer a su profesor o enorgullecer a sus padres es agradable, pero secundario. Sus esfuerzos, sus dificultades y sus éxitos forman parte de su historia y contribuyen a su crecimiento en sabiduría e inteligencia.
San Pablo se lo recuerda a los colosenses: "Cualquiera que sea vuestro trabajo, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para complacer a los hombres: sabéis bien que a cambio recibiréis del Señor vuestra herencia" (3, 23-24). Una herencia eterna dada por el Señor, ¿no es mejor que un pequeño billete metido en un sobre?
Por Caroline Moulinet para Aleteia








