Crónica de las santiagueñas saltarinas que son un ejemplo

¿Cómo anda esa familia santiagueña? ¿Todo bien este domingo? ¿Algún asadito en marcha o una lagrimita cayendo por el mate?

Es maravillosamente difícil vivir peleándole a la gravedad y al tiempo. Vivir es, en el fondo, jugar con las leyes de la Tierra. Tal vez por eso nos fascina ver cuando alguien salta o desafía las reglas del suelo, así, de la nada.

Ahí va alguien caminando apurado al trabajo, ve un charco y —sin pensarlo— ¡zas! Un saltito elegante y logra la hazaña de cruzar sin mancharse de barro ni agua servida. Un campeón de la vida diaria. Nadie lo sabe, pero esa persona lleva en su mente la medalla de oro al "Salteador de charcos".

Podría pasarme horas viendo esos pequeños milagros cotidianos y pensando que, por un segundo, la física no existe para ellos.

Pero hay otras personas que se ríen en la cara de la gravedad cada día: nuestra SELECCIÓN FEMENINA DE BASKET PROVINCIAL, que enfrenta al tiempo y a la naturaleza magnética del planeta en cada partido.

Me quedo viéndolas jugar y me dejan sin corazón… porque te lo roban. La U11, la U13, y todas las "U" que siguen: te dejan diciendo "uuuuuhhhh, ¡no puede ser!".

Voy a confesar mi absoluta inutilidad deportiva, pero también mi capacidad de maravillarme. Porque verlas moverse es ver magia: dominan el cuerpo y la pelota como si fueran una sola cosa.

Y además, no compiten: comparten y juegan. Ver niñas sonriendo en la cancha también es una forma de resistencia frente a una sociedad que muchas veces no deja jugar.

Día de calor: saltan.

Día de frío: saltan.

Lluvia o viento: saltan igual.

Y cuando el Huayra sopla, parecen volar con él. Aterrizan y una siente que tienen alas en los talones.

Nuestras pequeñas gigantes dejan todo en la cancha. No necesitan musculosas para demostrar fuerza: *llevan la bandera provincial como un escudo contra el miedo en cada partido*.

¿Cómo no amarlas? Larga vida a mis titanas santiagueñas, que esta semana se enfrentan a Jujuy y la próxima a Córdoba.

Fuerza, mis santiagueñas saltarinas: sigan desafiando la gravedad. No piensen en la victoria, piensen en la belleza de volar junto a sus amigas y sonreír como último acto de resistencia.

Una nunca sabe cómo resultan las cosas: ganar o perder son las dos caras de una misma moneda que nos acompaña todos los días. No son buenas ni malas, son parte de crecer y de vivir.

Por lo pronto, mis santiagueñas: recuerden que cada vez que salten, yo también salto con ustedes.

Hasta el próximo vuelo.