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Hablemos de cultura

28/08/2019 07:14 Opinión
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Hablemos de cultura Hablemos de cultura

Por Emily Azar. Psicóloga

Al hablar de cultura es indispensable aclarar que no coincide este término con raza, etnia, nación ni lenguaje, y que la misma es creativa, ya que con sus elementos los seres humanos crean y recrean significados, es compartida en tanto que sea juzgada como apropiada por una mayoría social. 

Desde que nace inserto en un contexto cultural -el proceso de socialización que surge a partir de la indefensión del bebé- lo lleva a tomar usos y costumbres de otros que le permiten armar un mapa mental para ser y vivir en determinado lugar. Todo ello es posible gracias a los patrones culturales, como ser las reglas, la historia, los mitos, el lenguaje, y aquellos inobservables como las normas, las creencias. 


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Es ese plano cultural el que impacta directamente en la constitución del sujeto indicando tipos de familia hasta la forma de resolver situaciones conflictivas, patrones de crianza hasta elecciones de parejas, la relación con la autoridad y con los otros, etc., manifestando así el carácter normativo de la cultura. 

Todo ello convierte en indispensable tocar el concepto “significación”, eso que remite a las diferentes formas de ver las cosas que prevalece en cada lugar. Los abordajes científicos llevan a comprender la relación que tiene la cultura con la psique en tanto se puede inferir sobre ciertas características mentales a través de observar el comportamiento humano individual y colectivo. He aquí el valor central que tiene la cultura para la comprensión de algunos fenómenos psicológicos. 

Un ejemplo puede ser el análisis del trabajo. Ver la forma en la que el hombre interactúa con la naturaleza (natura) y genera productos culturales específicos (nurtura) y con ello emergen roles adscritos a la estructura social, posiciones definidas socialmente y conductas esperadas (padres-hijos, trabajador social-inmigrantes, etc.). En líneas generales en aspectos objetivos de la cultura (patrones de reproducción, danzas antiguas, rituales, hábitat, recuperación y mantenimiento de los objetos, el idioma), se observa la subjetividad. 

Masculina y femenina 

Remitirnos a un análisis cultural requiere tener en cuenta la diferenciación de la cultura masculina y la cultura femenina. En la primera, predomina el ser competitivo y ambicioso, tanto el hombre como la mujer tienen determinado roles específicos. Es la cultura patriarcal en la que el hombre es el eje de la familia y la mujer lo respeta y se encarga exclusivamente de los hijos siendo la procreación es una prioridad. En el caso de las segundas, el acento está puesto en las relaciones y la armonía personal, eclipsando los roles de género, siendo ambos responsables de gestionar la vida familiar por ejemplo. Esto se mimetiza con la cultura igualitaria, en la que los demás son semejantes y entre sí cooperan voluntariamente según las necesidades de los otros. Aquí encontramos que lejos de intentar cambiar y explotar al entorno, tratan de aceptarlo como es uniéndose a la naturaleza, preservando la paz y lo bello en conceptos filosóficos. 


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Adherirse a los patrones culturales regionales tiene otra función psicológica: evitar la incertidumbre ya que indica a los miembros de una sociedad donde sentirse cómodos, por lo que ante situaciones no estructuradas o desconocidas, las personas pueden sentir una ansiedad intolerable frente a la misma. En este sentido, la tecnología es una herramienta que permite enfrentar o huir de esa ambigüedad ya que se pueden predecir acontecimientos futuros y además guiar el comportamiento. Es frecuente, para estos casos, la necesidad de asistencia psicológica. En relación a esto, se ha incrementado la consulta de personas provenientes de otras provincias o países que aún no logran adaptarse a la vida santiagueña. 

Una de las características de la cultura es que es dinámica y contraria a la vez. Oscilamos entre individualización y a la vez respeto por la individualidad del otro. En el 2007, Basabe, puntualizó que la cultura occidental se destaca por el individualismo y la expresión de emociones negativas es más intensa que en los contextos colectivistas; advierte que dos valores incompatibles (el individualismo y el colectivismo) pueden coexistir en la misma cultura y activarse según la situación. Así, los miembros de las culturas colectivistas pueden actuar de una forma muy individualista cuando tratan con personas que no son miembros de su endogrupo (unidad social con la que se identifica el individuo). Por tanto, cuando se trata de explicar el comportamiento en las culturas colectivistas es importante tener en cuenta en qué escenario social se realiza la interacción y quiénes son «los otros».

Estudiosos como Schwartz postula que existen valores motivaciones como ser la tradición, ese respeto, compromiso y aceptación de las costumbres e ideas que la tradición cultural o la religión prescriben. Algo que se puso en evidencia con mayor auge en el mes de Julio, con los festejos aniversario de la provincia. 

Característica del santiagueño 

Otro valor es la benevolencia, refiriéndose a la preservación y preocupación por el bienestar de la gente con la que se está frecuentemente en contacto, y esto es característico del santiagueño. El mate, la tortilla, una reunión, la calidez que perciben muchos que están de paso por Santiago, a pesar de que se le hace difícil en un principio al extranjero procedente de culturas individualistas. Con ello se puede inferir que el conservadurismo (valores de tradición, conformidad y seguridad) predomina por sobre el factor de promoción personal (logro y poder) siendo aquello una prioridad valorativas en la sociedad santiagueña. En Santiago del Estero entonces sostener el statu quo, depender de la colectividad tendría como fin la solidaridad y mantener el orden establecido. A mayor colectivismo más conservadurismo. 

Ello no quita que no existan individuos únicos que expresen sus preferencias, motivos y sentimientos y dentro de esto encontramos los que son autónomos efectivos positivos, que buscan el placer y los autónomo intelectuales, quienes se asientan en las perspectivas teóricas, son curiosos y creativos. 

La cultura no justifica todo ya que su análisis implica tener en cuenta una conducta social responsable, las cuales dependen de las formas de cómo motivar a las personas a respetar el bienestar de los demás y coordinarse con ellos. Se debe considerar las pautas de interacción entre personas socializadas en diferentes culturas, al decir de los científicos, la sociedad receptora tiene que encontrar el mejor modo de incorporar a sus nuevos integrantes y saber manejar las diferencias culturales, religiosas y de organización social que traen consigo las personas extranjeras. Y aquí nos remontamos al concepto de aculturación, el cual consiste en modificaciones de sus patrones de conducta, que hacen los extranjeros en su identidad etnocultural, es decir, engloba su sentido subjetivo de pertenencia y todos los demás cambios producidos por el hecho de vivir en un lugar distinto. 

Si bien es cierto que cuando dos culturas entran en contacto experimentan cambios e influencias mutuas, la tendencia general es a que exista desigualdad en la magnitud de dichas modificaciones e influencias, y que una cultura tenga más dominio sobre la otra, lo que posibilita el poder llegar a diferenciar entre una cultura dominante y su relación con el conjunto de grupos minoritarios no dominantes. 


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El choque cultural avasalla junto con la resocialización en el nuevo entorno. Se produce una desorientación en las personas y los grupos cuando se adaptan a una nueva cultura y muchas veces deriva en estrés de aculturación. Es decir que la distancia cultural se asocia al estrés, problemas psicológicos y dificultades de aprendizaje sociocultural. Esto deviene en depresión y frustración por la tensión o fatiga cultural, esa sobrecarga por la necesidad de operar permanentemente de forma consciente y voluntaria (irritabilidad). Aparecen aquí emociones universales como sorpresa, disgusto, ansiedad, ocasionadas por el hecho de tomar conciencia de las diferencias. 

Esto es recuperable con el universalismo como valor, entendiéndose por éste la comprensión, tolerancia, apreciación y protección del bienestar de toda la gente y de la naturaleza, funcionando de manera más grupal, valorando más las reuniones, el pasar el tiempo juntos con toda la familia o con un grupo amplio de personas, en unión y con educación, respetando desde los niños a los ancianos, tal y como sucede durante el mes de Julio.

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