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EL LIBERAL . Opinión

Los desafíos del nuevo ciclo político

02/11/2019 21:36 Opinión
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Los desafíos del nuevo ciclo político Los desafíos del nuevo ciclo político

Quedaron atrás las elecciones que consagraron un nuevo gobierno que asumirá el próximo 10 de diciembre. Están a la vista los desafíos que tiene de corto plazo, en torno a lograr implementar un programa de estabilización de la economía que quiebre las expectativas y ponga las variables más importantes de la macroeconomía en senderos de normalidad y razonabilidad.

Un equipo económico creíble y un programa consistente, que aborde a la economía en su conjunto, será condición necesaria para encontrar un camino de estabilización: inflación que en 2019 rondará el 60%, mercados de crédito voluntario cerrado, caída en la demanda de dinero que hace desconfiar de la moneda local, tasas de interés nominal en niveles altísimos que no incentivan la inversión productiva, déficit fiscal elevado, presión fiscal altísima y caída del producto en los dos últimos años. La tarea no es menor.

Un programa económico debe ser un sendero consistente de políticas fiscales (ingresos y gastos), monetarias (cantidad de dinero y tasa de interés), tipo de cambio, apertura comercial, incentivos al comercio exterior, tarifas de servicios, relaciones con el sector financiero, entre otras variables fundamentales de la economía.

De corto plazo, el nuevo gobierno deberá afrontar el cuello de botella planteado por el endeudamiento tanto en pesos como en dólares que vence durante 2020. Por el lado de la deuda en moneda extranjera, deberá encontrar mecanismos amigables de extensión de plazos acordados con los acreedores, que eviten la caída nuevamente en default con los efectos adversos que tiene para el conjunto de la economía argentina.

En tanto que la deuda en moneda local, al ser enorme la cantidad de pesos que se volcarán a la economía, hay un riesgo latente que se profundice una corrida contra el peso, se acelera la caída en la demanda de dinero y se espiralice la inflación.

El arbitraje contra el dólar que hasta aquí se vino haciendo usando la tasa de interés, será también un factor determinante. A la luz de la experiencia de los últimos años y lo que se puede recoger a nivel internacional, cualquier plan de estabilización de los precios internos, hará converger la inflación gradualmente a tasas más razonables en un proceso de más de tres/cuatro años. Con esto, tendremos el año próximo, una tasa de inflación todavía alta que se estima rondará el 40% anual.

En consecuencia, la tasa de interés no podrá ya usarse como elemento para evitar la huida hacia el dólar ofreciendo tasas siderales, pero debe mantenerse en tasas reales positivas que incentiven el ahorro y haga que los individuos y las empresas lo canalice en el sistema financiero formal.

La tarifa de los servicios será otro elemento determinante en la estabilización de corto plazo. Por un lado, seguramente van a revisarse los mecanismos de ajustes de las tarifas, pero tampoco puede permitirse caer en atrasos tarifarios que rompan contratos acordados o lo que es peor, nos vuelvan a sumir en el desabastecimiento de servicios por la falta de señales claras para la inversión. Mucho más de cara a que uno de los sectores llamados a liderar la recuperación de Argentina en largo plazo está directamente relacionado a la explotación de áreas petroleras no convencionales.

Finalmente, la negociación salarial va a ser otro punto de este conjunto de desafíos inmediatos del próximo gobierno. El salario real se ha visto deteriorado en los dos últimos años y es esperable que haya una fuerte presión sindical por la recomposición de los mismos. La dificultad radica en que, en una economía recesiva, con caída del producto en los dos últimos años y proyectada también para el año próximo, difícilmente pueda en el corto plazo recuperar el salario real el terreno perdido a riesgo de que aumentos importantes en el salario nominal, terminen inexorablemente trasladándose a precios.

En consecuencia, por lo descripto, la tarea del gobierno entrante, para estabilizar en el corto plazo, será un desfiladero angosto, no desprovisto de grandes incertidumbres y necesitado de una gran solvencia, consistencia y experiencia en el manejo de la economía.

 

NO PERDER DE VISTA

EL LARGO PLAZO

Estabilizar el corto plazo, no debe hacernos perder de vista que para evitar las caídas en las recurrentes crisis como las que afectan a la Argentina y que son un lugar común al analizar el ciclo económico de nuestro país. Es decir, empezar a responder al interrogante que plantea R. Cortés Conde en el párrafo inicial de este artículo.

Contamos con el doloroso record de ser quizás el único país de la era moderna, que habiendo sido rico terminó pobre al correr de un siglo. La casi totalidad de las naciones (con excepción áfrica sub sahariana), en el periodo que van desde la década del 80 del siglo pasado a la actualidad, han reducido sus niveles de pobreza. En palabras del presidente del Grupo Banco Mundial JimYongKim:“En los últimos 25 años, más de 1000 millones de personas lograron salir de la pobreza extrema, y actualmente la tasa mundial de pobreza es la más baja de que se tenga registro. Este es uno de los mayores logros de la humanidad en nuestros tiempos”

La argentina no ha podido, con la democracia, traer una mejora en estos guarismos. Al menos un tercio de la población se encuentra azotada por este flagelo, y aunque hay movimiento alrededor de esta media, no logramos bajar consistentemente este índice. Las crisis recurrentes, cuando pasan, dejan como capas geológicas, una nueva cantidad de personas condenadas a la pobreza o a su peor cara que es la indigencia. ¿Qué hacer entonces?

Lo primero, es mirarse en el espejo de aquellos que crecieron consistentemente en los últimos 30 años. En mas o en menos, todos los países que crecieron lo hicieron sobra la base de dos premisas: instituciones sólidas que respeten las libertades individuales, el derecho de propiedad, los contratos y una fuerte inversión en capital humano.

Para ello y a modo de enunciación, debemos emprender reformas sustentables en el largo plazo en al menos cuatro sectores:

a) Una reforma del Estado, que devuelva solidez fiscal y a su vez modernice las instituciones estatales para que verdaderamente el estado llegue a los sectores más necesitados;

b) Una reforma en el régimen previsional, que devuelva solidez intertemporal al sistema jubilatorio. Asumiendo que la situación actual del mercado laboral, esperanza de vida, salud general de la población son sustancialmente diferentes al momento en que fue diseñado hacia mediados del siglo pasado;

c) Reforma laboral que baje el altísimo costo que tiene el sistema para incorporar personal, que posibilite el acceso de los más jóvenes a su primer empleo, que propicie la capacitación y premie la productividad;

d) Reforma del comercio exterior. Somos uno de los países más cerrados del mundo en términos de importaciones y exportaciones en relación a su producción. Las ganancias en competitividad se obtienen cuando podemos relacionarnos comercialmente con el mundo: venderles y comprarles. Debemos asumir, si queremos pertenecer al mundo desarrollado, que este mundo es un mundo globalizado. Donde predominan las corrientes de comercio de bienes y servicios mediante acuerdos país a país o entre regiones.

Hasta hace unas décadas la riqueza de las naciones era una riqueza estrictamente material. El stock de capital físico más la dotación relativa de recursos naturales explicaban el crecimiento del capital por trabajador y esto, hacia crecer la productividad, hacía a los países más competitivos, crecían en el comercio y eso era un circulo virtuosos, que, a pesar de algunos movimientos en el ciclo económico, la tendencia de largo plazo era altamente positiva.

El mundo actual, es un mundo donde prima la idea que “el conocimiento es riqueza”. A la luz de este nuevo paradigma, hemos visto crecer de manera asombrosa a países carentes de recursos naturales, situados en áreas prácticamente inhóspitas, alejados de los centros de consumos más importantes.

Remata JimYong Kim “Sin embargo, para que podamos poner fin a la pobreza a más tardar en 2030, necesitamos muchas más inversiones, sobre todo en el fortalecimiento del capital humano, para ayudar a promover el crecimiento inclusivo que se requerirá para llegar al resto de los pobres. Por su bien, no podemos fallar”. En resumen, Investigación y Desarrollo y Libertad. l

 

(*) Docente Facultad de Humanidades, Ciencias Sociales y de la Salud/ Unse


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