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A 200 años de la Autonomía Provincial: hitos y reflexiones sobre un año clave

31/12/2019 02:43 Opinión
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Por el Lic. Esteban Brizuela

Especial para EL LIBERAL

 

Primera escena: en la tarde del 2 de enero de 1953 se realizó un acto en Casa de Gobierno. Allí, Francisco González, gobernador peronista, dio lanzamiento a los festejos por el Cuarto Centenario de la fundación de la ciudad de Santiago del Estero. Ese mismo día EL LIBERAL había titulado su nota editorial “Nuestro IV Centenario”, texto en el que se ponderaba la importancia de esa fecha.

Cuando llegaron los meses de julio y agosto, los actos, las visitas protocolares y las inauguraciones de obras públicas se multiplicaron por doquier. Así lo cuentan dos investigadores santiagueños (Vezzosi y Gómez) en un trabajo sobre aquel año festivo, que puede leerse en el libro Discursos de identidad y geopolítica interior compilado por Ana Teresa Martínez.

Segunda escena: Estamos en abril de 1920. Se cumplía el primer Centenario de la Autonomía. La singularidad de esta conmemoración es que pocos días antes había asumido por primera vez un gobernador de signo radical en la provincia: Manuel Cáceres, quien había ganado las elecciones de enero de 1920, en las que casi duplicó en votos a Pio Montenegro, candidato de la UCR disidente. En esa ocasión ocurrió algo inédito: se publicaron los sufragios totales, números que antes no se daban a conocer por lo escaso de la participación ciudadana.

La primera actividad pública del gobernador, luego de su asunción, fue el acto por los cien años de la Autonomía. Presidió la conmemoración el santiagueño Ramón Gómez, ministro del Interior del presidente Hipólito Yrigoyen. También vinieron representantes de gobiernos de provincias vecinas, como el vicegobernador de Córdoba, Gerónimo del Barco. La Comisión de Organización de los festejos estaba formada por Baltasar Beltrán, Ernesto Corvalán, Miguel ángel Garmendia y M. Ordoñez

El ministro Gómez, enviado de Yrigoyen, dijo en aquel acto: “Una coincidencia feliz ha querido reunir, en muy contados días, un conjunto de fechas que significan los puntos culminantes de la historia de la provincia”. Se refería, claro, a la cercanía entre la fecha de asunción del primer gobernador radical (y de los primeros comicios limpios en la provincia) y la fecha de conmemoración de la Autonomía.

Cuando le tocó el turno al Dr. Manuel Cáceres, dijo en su discurso: “Grande fue aquel esfuerzo inicial; más grande aún los que siguieron para alcanzar a constituir los gobiernos regulares, después de la mortal congoja en que sumió a este pueblo una tiranía feroz, como un sudario inmenso, que dominó por espacio de treinta años a hombres sobresaturados ya de providencialismos por sus grandes azares”.

Era evidente que Cáceres no sentía mucha simpatía por el caudillo Juan Felipe Ibarra, el responsable de la mencionada “tiranía feroz”. Sin embargo, esa antipatía por Ibarra se convertía en simpatía cuando hablaba de quienes firmaron el acta de Autonomía: “Vemos allá en la lejanía del pasado histórico, aquel grupo de cabildantes pletóricos de amor a la libertad, fanáticos por la integridad de sus derechos, desafiar todos los peligros, correr todos los riesgos, como si en el misterio de la generación de la raza, se hubieran transmitido, como algo ancestral, aquel valor indómito hasta la inconciencia de los primitivos conquistadores”.

Estas dos escenas descriptas (la de los festejos por el IV Centenario de la ciudad en 1953 y el Centenario de la Autonomía en 1920) funcionan como antecedentes que tenemos los santiagueños cuando pensamos en la convocatoria lanzada por el gobernador Gerardo Zamora para el acto del 2 de enero en el CCB para iniciar este año especial: el del Bicentenario de la Autonomía.

A partir de aquí uno podría pensar qué sentidos tienen esta clase de conmemoraciones para un país o, como en este caso, para una provincia. Pienso que los sentidos atribuibles son muchos. Pero voy a proponer tres “usos” de esta celebración, si se me permite el término.

En, primer lugar, el bicentenario de nuestra separación de Tucumán podría ser el disparador para reflexionar sobre el abanico de significados que implica la palabra “autonomía”. Y no podemos pensar en autonomía sin vincularla con el federalismo. No son pensables un concepto sin el otro.

¿Qué modos hay de continuar elaborando estrategias para perfeccionar ese federalismo con serios problemas de origen que tenemos, tema que ya desveló a pensadores de la talla de Ezequiel Martínez Estrada? Hoy contamos con un gobierno nacional que vuelve, por lo menos en el plano discursivo, sobre la cuestión del federalismo. Tenemos una oportunidad más de profundizar los sentidos de la autonomía y el federalismo, en el marco de la región del NOA.

En segundo lugar, esta conmemoración resulta la oportunidad y la excusa perfecta para conocer más nuestra historia. Tenemos una gran ignorancia sobre lo que fuimos y sobre el largo camino que nos permitió ser la provincia que somos. Estudiamos historia y geografía de Santiago del Estero en 4° grado de la escuela primaria y después ya las referencias son pocas. Por lo tanto, ahora que en 2020 el tema por excelencia en la agenda pública será aquello que pasó hace doscientos años, aprovechemos la ocasión, especialmente quienes somos docentes, para conocer -y hacer conocer-el rico y apasionante pasado provincial.

En tercer lugar, esta efeméride puede ayudarnos a reforzar una identidad positiva. Tenemos una larga tradición de auto-denigracion, de ir a menos, de creer que lo bueno siempre está en otro lado. Está claro que esa autopercepción empezó a cambiar hace algunos años. Pero aún quedan resabios. No estaría mal procurar que al calor de todas las cosas que se harán en este año y de la fuerza que cobrará la reflexión histórica, podamos fortalecer una identidad que se traduzca en orgullo y compromiso por el desarrollo provincial.

En síntesis, sabemos que la historia sirve para despertar la imaginación política. Cuando queremos mirar hacia adelante, siempre miramos un poco hacia atrás. Echamos un vistazo a la historia para saber cómo lo hicieron otros, qué proyectos quedaron inconclusos, quiénes lo hicieron mejor que nosotros, qué cosas se podrían adaptar mejor a los tiempos que vivimos, etc.

Por lo tanto, el Bicentenario de la Autonomía exige nuestro compromiso ciudadano para que “los usos” que le demos a esta fecha nos permita hacer una contribución significativa en el logro de una provincia mejor para nuestros hijos. l


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