Cien años de Añatuya

Los aniversarios importantes son la ocasión propicia para agradecer a Dios el don recibido. El pueblo donde vivimos nos marca profundamente. Lo forman un conjunto de bienes naturales, como lo son las casas, calles, plazas, escuelas, negocios, etc. Pero todo eso está animado por las personas que viven en él.

La ciudad de Añatuya es la más importante del Chaco Santiagueño. En otros tiempos fue también un centro ferroviario que se destacó particularmente. En ella tuvo lugar no sólo el movimiento propio de una ciudad importante de la zona, sino también se destacó por su bagaje cultural. Ya desde mucho tiempo atrás Añatuya contó con personas de alto vuelo en el campo de la literatura, la poesía, la música, etc.

Es importante conocer y dar valor a quienes nos precedieron para aprovechar su legado y enriquecerlo.

La gente que hoy forma parte de Añatuya, en su gran mayoría es gente sencilla y buena. Tienen profundas raíces cristianas y los valores propios de los pueblos del interior: hospitalidad, solidaridad con el que sufre, etc.

En su momento fue elegido como cabeza de la segunda diócesis de la provincia por el Beato Pontífice Juan XXIII. Su primer obispo fue el inolvidable y hoy Siervo de Dios, Mons. Jorge Gottau. Durante el tiempo de su episcopado la ciudad se vio también enriquecida por la venida de personas de la talla del P. Paris Maponi, la Hna. Isabel Torrens, y tantos otros que sería largo mencionar. Entre sus personalidades culturales y religiosas debo destacar al P. Haroldo Suárez Hamman, venido de Bandera, y que tanto colaboró por una lado en obras espirituales como los Cursillos de Cristiandad, y por otro, fue mentor fundamental en el hoy importantísimo Festival de la Tradición que año tras año engalana nuestra ciudad.

Pido al Señor que bendiga nuestra ciudad, en la que tenemos la gracia aún de conocernos, en la que podemos todavía, tan diferente a las grandes ciudades, salir a caminar seguros por la noche. En la que la gente reza por sus muertos, valora la vida natural y sobrenatural, esto último a través del bautismo. Sería largo continuar. Que Añatuya viva feliz sus primeros cien años de ciudad, y que todos los que formamos parte de ella, nos esforcemos para hacerla cada día más hermosa, no sólo en la fachada de sus casas o sus paseos, sino también en las virtudes de sus habitantes. l

*Sacerdote. Vicario General – Diócesis de Añatuya