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César Bordón a EL LIBERAL: “Yo no he copiado a Hugo López”

15/05/2021 21:15 Pura Vida
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César Bordón a EL LIBERAL: “Yo no he copiado a Hugo López” César Bordón a EL LIBERAL: “Yo no he copiado a Hugo López”

Por Emilio Marcelo Jozami. De la Redacción de EL LIBERAL

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“Que gusto estar hablando con mi querido Santiago del Estero. Como me gusta que el país sea federal y darme una vuelta por todo la Argentina”. Quien se expresa afectuosamente, antes de comenzar la entrevista exclusiva que concedió a EL LIBERAL, vía Zoom, es César Bordón, actor argentino con una dimensión planetaria tras su lograda composición de Hugo López, el manager del cantante mexicano Luis Miguel, en “Luis Miguel: La Serie”, exitosa biopic sobre el "Sol de México" que se emite por Netflix todos los domingos.

“Mire, hay dos provincias en las que no he estado en mi país y una es Santiago del Estero y la otra son sus rivales tucumanos (sonríe). Todas las demás las conozco”, destacó quien hizo personajes memorables en televisión y en cine.

En TV trabajó en “Chiquititas”, Poliladron”, “Sheik”, Montaña Rusa”, “Muñeca Brava”, “Campeones”,  “El Infiel”, “90 60 90”, “Mujercitas”, “Como pan caliente”, “Carola Cassini”, “El Paparazzi”, “Como vos y yo”, “La condena de Gabriel Doyle”, “Trillizos”, “La mujer del presidente”, “Por el nombre de Dios”, “Tiempo fina”, “El show de VideoMatch”, “Costumbres Argentina”, “Rincón de luz”, “Locas de amor”, “Los Roldán”, “El tiempo no para”, “Niní”, “Impostores”, “Jungle Nest Disney XD”, “Morir de amor”, “Campanas en la noche” y en la primera y segunda temporada de “Luis Miguel: La Serie”.

En cine exhibió su talento en “Relatos Salvajes”, “La mujer sin cabeza”, “La noche de 12 años”, “Colonia”, “El Censor”, “Rosarigasinos”, “Cautiva”, “Fierro, la película”, “The city of your final destination”, “El 5 de Talleres” y “Lobos”, entre otras.

En teatro estuvo en “Proceso interior”, “No me dejes así” (ganó el Premio Mejor Dramaturgia), “Solas”, “El hombre es el hombre” y “La farolera”, entre otras obras.

El prestigioso actor argentino se encumbró a nivel mundial con la composición del venerable Hugo López, el representante de Luis Miguel que por años fue una figura de confianza y paternal para el estelar cantante.

La resolución que se hace sobre el fallecimiento de Hugo López es de una factura extraordinaria ¿Cómo vivió ese momento y la forma en que se trató el tema?

Es curioso, pero hay un desarrollo que llevamos adelante con la vinculación de estos personajes. No es que llegamos a esa escena, sino que veníamos de un desarrollo muy conversado, muy emotivo del transcurso de los personajes, del trato que iba a llevar uno con otro y de esta relación paternal y todo eso. Veníamos escondiendo datos que, bueno, escondiendo datos como que el personaje no le dice a su representado que está en esta circunstancia. Toda una connotación de cuestiones que no son menores a la hora de llegar a eso. La resolución, por ende, tiene que ser una resolución que venga con la misma factura que ha venido el resto, con la misma calidez que hemos tratado estos personajes y con la verdad irrefutable de lo que tienen delante de la cara que es algo por el que todo vamos a atravesar. A partir de ese momento, nosotros llegamos a esa escena, confieso, que era tan emocional esa escena que lo primero que hicimos fue comenzar a tirar las líneas y llorar desconsoladamente uno al lado del otro a tal punto que nos dimos cuenta que estaba pasada la escena de dramatismo y era una escena menos dramática porque, además, para el espectador tal vez sea dramática, aunque también filosófica y era la parte que más nos interesaba. Así que tuvimos que ecualizar, si se lo puedo decir de alguna manera, para centrar en el punto exacto que fue el que finalmente quedó en la grabación.

¿Cómo analiza el fenómeno que generó la serie y, particularmente con usted en un personaje tan querible como el de Hugo López?

Escapa a mis posibilidades. Es algo tan demencial, tan inabarcable lo que sucede. El cariño de la gente, la difusión, la proyección que tiene y el alcance que tiene la serie no lo puedo dimensionar, no lo puedo contener. Supongo que, como todas las cuestiones de la vida, deban pasar unos años para que yo pueda comprender el fenómeno, el momento que tocamos, el tema que tocamos, el cariño de la gente. Quisiera apostar a que en un mundo sórdido la persona noble, la palabra exacta, la bondad, la franqueza, aunque están en desuso, son valores que todos añoramos. Y posiblemente, en esa lógica entre Hugo López y esa relación, sobre todo partiendo de la ficción en un mundo tan sórdido que lo acompaña el protagonista y que tengo la fortuna de estar como fuera de este mundo sórdido y estar en este bálsamo de afecto y de emotividad.

Lucía Miranda, exesposa de Hugo López, destacó la composición que hizo de Hugo López. Por su parte, Diego Boneta, actor que interpretó a Luis Miguel, puso de relieve su don de gente y su profesionalismo. ¿Cómo llegan a usted estas apreciaciones?

Como un cariño, como un mimo. Con enorme afecto, con enorme alegría lo tomo. Yo pienso lo mismo de Boneta. Creo que es un ángel, un muchacho que tiene por delante una carrera maravillosa, que es tan cálido, tan franco a la hora de hablar y tan ávido a la hora de aprender, tan generoso para enseñar, tan disciplinado a la hora de hacer y además con un talento y un don único. Que él me halague de esa manera no es más que un cariño. Con respecto a Lucía, la he escuchado a Lucía y me parece fantástico. Yo no he copiado a Hugo López. Supongo que es un halago también porque, evidentemente, a partir de las relaciones, las cuestiones sobre las que yo compuse al personaje me acerqué, efectivamente, a eso. Considero que también ha de ser muy fuerte y muy movilizante para ella este tema de tener a su viudo en pantalla, reflotado y porque no destacado dentro de una ficción que ella estuvo dentro de esa ficción. Entonces, debe ser muy fuerte como lo ha de ser para Luis Miguel, a quien no conozco, pero que supongo que ver su vida reflejada ahí en una pantalla y el mundo celebrándolo es algo fuerte, muy fuerte. Así que, supongo, el shock de todo eso.

Laurence Olivier afirmaba: “El actor debe ser capaz de crear un universo en la palma de su mano”. Usted, físicamente, no se parece a Hugo López. Valiéndome de la frase de Olivier, ¿cómo creó el universo de Hugo López en la palma de sus manos?

Voy a contar algo más íntimo. Hablaba con el director, que me felicitaba por lo que había sucedido, y yo le decía que hay una escena en el primer capítulo que para mí fue como una bisagra que empezó la emotividad de estos dos personajes cuando le digo “andá a ver a tu hija” y “la vida se esfuma…” Era una escena muy ligera y yo dije porque no nos sentamos y se lo digo abrazado. Nos sentamos, nos miramos a los ojos y nos emocionamos que no estaba previsto. Y nos metimos en una emocionalidad. Y le decía al director justamente esto, que maravilla esto que hacemos nosotros. Valiéndome de la sabiduría que usted me ofrece de la palma de la mano de Laurence, de Sir Laurence, nosotros lo hacíamos pequeñito, el director, Diego y yo, creamos un mundo, hacíamos unos castillitos con unos granitos de arena y eso, luego, toma una dimensión increíble. Así lo hacemos, con sensibilidad, creando cada escena, pensando que le diría Hugo López, como le miraría Luis Miguel y “tú qué harías”, “¿tú le responderías?” “yo no le respondería”, “¿y si nos quedamos en silencio un rato a ver qué sucede?” Ese juego, como el niño que juega a que es un astronauta y en realidad, usted dice, ni siquiera está saltando está pisando la tierra y cierra los ojos y vuela, es un poco de esa manera. Lo grato es cuando el espectador lo recibe y cuando ese mensaje se multiplica.

¿Cuánto lo desmarca Hugo López de personajes tan recios como el Marcos de “La mujer sin cabeza”, el Cuenca de “Relatos Salvajes”, el sargento de “La noche de 12 años” y el Manuel Contreras de “Colonia”?

Yo he tenido la suerte de ser uno de esos actores que nunca ha estado encasillado. El Cuenca de “Relatos Salvajes” era brutal, pero el Marcos de “La mujer sin cabezas” era muy campechano y muy cansino, aunque tramaba internamente algunas cosas. Y el sargento, que a mí me encanta esa película que yo hice en Pamplona de “La noche de 12 años”, era un personaje muy interesante porque era dual: era un sargento que padecía un mal de amor pero que en realidad estaba ahí porque era el único trabajo que encontró ser milico cuando tenía 20 años y quedó enganchado en el medio de un fuego cruzado que fue la dictadura uruguaya. No era ese maldito, tenía que hacer ese trabajo lo cual le daba una ambigüedad como de un lado de ternura y de otro lado una maldición. Creo que a cada uno de los personajes hay que encontrarle un “yeite”, como dicen mis amigos de Brasil. De eso se trata mi trabajo.


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