Daniela Cardone lució, con elegancia, diseños de modistos santiagueños y de Buenos Aires.
La modelo dijo sentirse orgullosa de contribuir con una causa noble.
Daniela Cardone: "Yo soy como el Ave Fénix, renazco de mis cenizas" Daniela Cardone: "Yo soy como el Ave Fénix, renazco de mis cenizas"
La vida de Daniela Cardone es un flujo de partículas permanente. Esa renovación de energías le permite seguir adelante en el cada vez más competitivo mundo del modelaje.
Más introspectiva que nunca, busca encontrar, aún hoy a sus 48 años, respuestas a su existencia y conocer más a sus semejantes. Acoge al Budismo y cumple con este dogma.
Haberse convertido en abuela le generó un nuevo mundo de sensaciones que ella está dispuesta a explorar y vivir intensamente.
Al nombre de su nieto lo exhibe con orgullo en su brazo derecho, donde se tatuó el nombre del hijo de Brenda Gandini y Gonzalo Heredia, al lado del nombre de su mamá.
En su brazo derecho tiene tatuado símbolos inherentes al budismo.
Con la fortaleza que le da sentirse muy bien interiormente, pero con la flaqueza que le generó el dolor de haber perdido a su abuela, Daniela Cardone vino a Santiago y participó, junto con Lara Bernasconi, del desfile benéfico que se realizó en la explanada del Hospital Independencia.
Al concluir su trabajo en la pasarela, Daniela concedió una entrevista exclusiva a EL LIBERAL.
La moda vuelve a ser solidaria y vos con Laura se pusieron al servicio de esta causa.
Siempre estamos dispuestas a brindar nuestro granito de arena cuando se trata de algo tan maravilloso como es el funcionamiento de un hospital. La moda siempre ha sido solidaria. No sólo es glamour sino también un espacio para ayudar al prójimo. Es una tendencia que, cada vez, está más fuerte y competitiva. Una ropa te marca un estilo, época, historia y el ser uno. La gente que se atreve a juntar fondos para una institución también tiene que ver con esto de la magia, el glamour.
¿La energía fluye y complementa tu vida?
Mucho. Soy muy budista, muy para adentro. Trato de bajar todo el tiempo y no estar en las nubes. La felicidad es, para mí, un estado que me eleva espiritualmente. Vivo el día a día pero no olvido de darle sentido a mi existencia.
¿Qué te permite esta introspección?
Estudiar más a las personas, aprender más. Generalmente, las personas con dolores aprendemos más rápido y tratamos de controlar más el entorno. Es una forma de vida.
Eloy, tu nieto, ¿contribuye a esa felicidad, a ese redescubrirte?
Todo es aprendizaje en la vida. El nacimiento de Eloy me permitió seguir pensando que vale la pena seguir viviendo y proyectando cosas positivas. Jamás está todo conocido. Todo es un proceso de estar, de caminar y de seguir buceando en uno misma para encontrar esa felicidad y esa dicha de seguir vivo. Eloy es eso: es vida. Todo depende de como tomás las cosas que se presentan a diario en tu vida.
¿Esa fortaleza espiritual hace que vivas en tiempo presente, renovándote y proyectándote hacia el infinito?
Yo soy como el Ave Fénix, renazco de mis cenizas y decanto lo que no sirve. En la vida, todo es aprendizaje, todo enseña, todos los días vas aprendiendo cosas nuevas. Por eso soy cada vez más la mujer de acero.
¿Esa reinvención te permite mantenerte con el eje en la tierra?
Uno trata, siempre, de buscar el eje. A veces, uno se pregunta si cuál es el eje. Hay tantas preguntas que uno no se puede contestar.
¿Sigues formulándote esas preguntas existencialistas?
A todas y todos los días y, a veces, sin respuestas. Nunca dejo de hacérmelas.l
