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"La inflación me roba la capacidad de soñar y de planificar"

26/04/2016 00:00 Santiago
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Por Emilio Marcelo Jozami

@emiliojozami

Bernardo Stamateas defiende enfáticamente el "optimismo inteligente" que todo ser humano debe abogar para superar crisis, sean éstas afectivas o económicas.

En una entrevista exclusiva con EL LIBERAL, el prestigioso psicólogo y autor de libros de autoayuda aconseja no bajar los brazos cuando los tiempos económicos apremian.

Para resolver situaciones extremas, Stamateas es práctico cuando motiva a la gente a no perder los sueños sino a construir esperanzas, a saber administrar y aprender de las enseñanzas de la vida.

"Ese optimismo dice que uno puede tener problemas, pero también tiene la capacidad de elegir cómo responder, cómo construir", resalta. Pero, ¿de qué manera influye la situación económica en la construcción de ese optimismo inteligente? Sobre ése y otros temas giró la conversación con el también destacado pastor de la Iglesia Bautista Ministerio Presencia de Dios. "La fe te acompaña donde la razón te abandona", remarca.

En estos tiempos de inflación, cuando el dinero no alcanza y las angustias crecen, ¿qué aconseja usted a una persona que atraviesa por esta situación? Dos cosas. Lo primero es que el problema de la inflación nos lleva a pensar a corto plazo. Es decir, yo voy al almacén, no me alcanza para aquello, para el otro y tengo que hacer malabares para ver cómo me alcanza la moneda. No puedo pensar a largo plazo, no puedo planificar, tengo que vivir en la inmediatez. Y esto es lo peor de la inflación desde lo psicológico. Me roba el pensamiento de largo plazo. Me roba la capacidad de soñar y de planificar. Entonces, lo que tengo que hacer es pensar para adelante, seguir soñando; es decir, no quedarme en la inmediatez y en la angustia de la hora que no me alcanza sino construir esperanza. ¿Qué quiere decir esto? Soñar con la casa que queremos tener y no dejar que nos roben el futuro. Se ha demostrado que la gente que sueña, que tiene metas grandes hacia adelante es gente que tiene más fuerzas para lograrlo. Siempre digo que hay que aceptar el diagnóstico, pero no el pronóstico. Nosotros tenemos que armar nuestro pronóstico y no dejar de soñar. Lo segundo, es lo que le sucede a mucha gente, es que si vos ganabas $20 y ahora ganas $10 y seguís viviendo con el ritmo de $20 esa frustración del bajo sueldo que uno no acepta le genera un estrés. Si esa persona se acomoda a vivir con esos $10 logró la satisfacción de que ahora se siente que está en control. Así podrá generar un pensamiento creativo e ir por esos $10 que se le fueron para seguir creciendo.

Para generar ese pensamiento creativo, poder seguir soñando y construir esperanzas, ¿cuánto influye ese viejo adagio de que el dinero hace a la felicidad? El dinero es una herramienta, es un medio y no un fin. Si el dinero es nuestro fin somos esclavos del dinero. Es porque estamos tapando algún agujero. El dinero es un recurso y no tenemos que perder de visto eso, que es un medio para un fin. Lo más importante son los vínculos afectivos. Lo que nosotros tenemos que armar en situaciones de crisis, económicas o lo que fuesen, son madrigueras. La madriguera es un espacio afectivo, de amistad, de intimidad afectiva, de gente que me quiere, donde ahí yo cobro fuerzas para ir por los momentos difíciles. Hay que cercar espacios positivos, amigos, pequeños placeres que nos den la energía para ir a los espacios negativos y poder cambiarlos.

¿A partir de qué hechos concretos pueden plasmarse esos pequeños placeres? Tomemos el caso tan reciente de la droga. Un chico se droga porque huye de un malestar. Un malestar no es un conflicto sino que es algo sostenido en el tiempo. ¿Hacia dónde huye? Huye hacia un concepto de la cultura que le transmite la mega felicidad, la felicidad plena, porque ese chico no puede disfrutar de los pequeños placeres. Para encontrar esos pequeños placeres no necesitamos buscar la mega felicidad. Es pequeña felicidad va desde tomar un café hasta charlar con un amigo, poder caminar y mirar el cielo. En Psicología decimos que lo mínimo es máximo.

Usted suele decir que "no podemos elegir nuestras batallas, pero sí nuestras reacciones". ¿Cómo se aplica esta máxima en esta lucha por soñar, construir esperanzas y disfrutar de los pequeños placeres que nos da la vida? No podemos controlar todas las cosas, pero siempre podemos hacer algo. Entonces, yo tengo que pararme en que puedo hacer, porque cuando yo me paro en lo que yo puedo hacer esa es la manera de gastar la ansiedad. La ansiedad se libera mediante la acción. Si yo me quedo sin acción la ansiedad se potencia y me enfermo. Cuando una persona puede gestionar sus emociones, gana seguridad, gana capacidad de razonamiento y eso hace que trabaje mejor con el otro, en la familia y en el trabajo. El optimismo dice que uno puede tener problemas, pero también puede elegir cómo responder, cómo construir. Puedo evaluar qué puedo hacer, asumiendo que no puedo controlar todo, pero puedo controlar algunas decisiones. Por ejemplo, no podemos controlar el clima, pero decidimos si salimos con paraguas o no; no podemos controlar el tráfico, pero podemos decidir qué camino tomar.

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