Una presa ganó el primer premio Crónicas La Voluntad Una presa ganó el primer premio Crónicas La Voluntad
“No quiero hablar más, se me secó la lengua”, dijo Prieto entre risas, luego de su escalada a la fama con flashes y entrevistas de por medio. “Desde que me enteré que estaba dentro de los diez finalistas no caigo, todavía no caí y no sé cuándo va a ser”, bromeó la autora de “Crónicas tumberas”, ganadora del Primer Premio de Crónicas La Voluntad, dotado con 15.000 pesos y organizado por la Fundación Tomás Eloy Martínez, editorial Planeta y revista Anfibia.
Durante el acto de entrega, realizado en la sede de la Fundación Tomás Eloy Martínez, con la presencia de los diez autores de las crónicas finalistas -seleccionados entre 152 trabajos enviados de todo el país-, se anunció la mención especial para Prieto y la publicación de un libro con los relatos ganadores por la editorial Planeta.
Acompañada por su ex companera de unidad, Lili, su profesor del taller literario en la unidad 31 y su maestra de periodismo en el Centro Cultural de la Cooperación, Prieto dio un paso al frente para contar al público sobre su crónica, al igual que 8 de los ganadores del premio.
Cuando esta mujer de 46 anos -desde los 33 está detenida en el penal de Ezeiza condenada a cadena perpetua, ahora con salidas transitorias y con la proyección de estar en libertad en 2 años- escuchó su nombre, o mejor dicho el título de su relato “Crónicas tumberas”, aturdida de emoción dijo: “me tiembla la voz”.
A su lado, Caparrós, miembro del jurado junto a Eduardo Anguita, Paula Pérez Alonso, Cristian Alarcón y Ezequiel Martínez, explicó que “nos pasó algo muy raro porque cuando te elegimos nos enteramos que eras presa”.
“Sé lo que es la cárcel”, compartió con una mirada profunda a la ganadora, Eduardo Anguita, autor junto a Caparrós de “La Voluntad”, la investigación de tres tomos sobre las organizaciones revolucionarias y sus militantes desde 1966 a 1978 publicada en los `90.
Anguita fue uno de los impulsores de este premio de crónicas ancladas en la realidad social, política y cultural, y en este sentido rescató que “el lenguaje de la palabra iguala, nos hace muy parecidos a todos”.
Por su parte, Cristián Alarcón, director de Anfibia, destacó que “Crónicas tumberas” tiene un “ritmo fresco y para nada pretencioso y en el fondo tiene una ironía que escapa al cinismo. Silvina se ríe de lo que pasa allí, de Giselle (Rímolo), de sus compañeras, del sistema penitenciario y lo hace con muchísima elegancia”.
María Silvina Prieto, la flamante ganadora del reconocimiento, relató breve al público reunido en el barrio de Boedo su historia: “Tengo 46 años y caí en cana a los 33, o sea que ya venía con una cultura, un aprendizaje. Mucha de la gente que está adentro no tiene esas posibilidades y su vida delictiva viene de muy joven”.
“La mía no”, reconoció. “Estar presa no es un fatalidad, es un aprendizaje”, agregó la autora de esta crónica que relata su convivencia por casi un año con la falsa médica Giselle Rímolo en el penal de Ezeiza, para así también revelar desde la palabra el universo que se esconde tras las rejas, alejado de clichés y con un humor negro a flor de piel.
Prieto confesó que “escribir es un desahogo” y lo hace desde que tiene memoria: “A los 12 años escribí una novela de ciencia ficción para adolescentes, era algo así como Harry Potter pero en otro mundo, y después seguí escribiendo tanto adentro como afuera del country, como le digo yo a Ezeiza”, aclaró, entre los abanicos del calor agobiante de la ciudad porteña.
“Este premio es un empujón a seguir escribiendo”, expresó emocionada, mientras controlaba la ansiedad de ir corriendo y contarle a su mamá, que llegó hasta el lugar pero no pudo subir las escaleras. “Sin ella me hubiera muerto hace mucho anos porque tenés que tener mucha fortaleza para estar ahí adentro”, expresó.








