María Marta García Negroni: “La escritura debe ser comprendida por la mayor cantidad de gente posible” María Marta García Negroni: “La escritura debe ser comprendida por la mayor cantidad de gente posible”
“El texto es un objeto fetiche
y ese fetiche me desea. El texto
me elige mediante toda una
disposición de pantallas invisibles,
de seleccionadas sutilezas:
el vocabulario, las referencias,
la legibilidad, etc.; y perdido en
medio del texto (no por detrás
como un deus exmachina) está
siempre el otro, el autor.” Así
expresaba Roland Barthes su
devoción por la palabra escrita
en “El placer del texto”. Los
textos que inmortalizan ese goce
por la escritura y la celebran
en cada acción de leer. Ese texto
que merece la especial atención
de quienes se ocupan de profundizar
en el estudio del lenguaje.
María Marta García Negroni
es doctora en Ciencias del
Lenguaje por la école des Hautes
études en Sciences Sociales
y profesora titular regular de la
Facultad de Filosofía y Letras de
la UBA (Cátedra Corrección de
Estilo). En su paso por la provincia,
la lingüista concedió una
entrevista a EL LIBERAL.
Invitada por Edunse, la Editorial
de la Universidad Nacional
de Santiago del Estero (Unse),
García Negroni dictó una
capacitación en edición y corrección
de estilo en las instalaciones
de la Caja Complementaria
el 4 y 5 de agosto.
¿Por qué hablamos con María
Marta? Porque es una experta
en el lenguaje y, sobre todo,
porque es didáctica y generosa
a la hora de compartir los conocimientos
producidos en los
círculos académicos, como bien
lo hace en la tercera edición de
su libro, “Para escribir bien en
español: claves para una corrección
de estilo” (Waldhuter Editores,
2016)
Segura y perspicaz en cada
respuesta, la Dra. Negroni
es partidaria de “democratizar
el saber”. Se mostró gustosa de
haber sido invitada por Edunse,
y manifestó su intriga respecto
al “uso de los tiempos verbales
de los santiagueños”. La entrevistada
habló sobre diversos temas,
desde el trabajo del editor,
pasando por el lenguaje y terminando
sobre los libros.
Vino a la provincia a dictar
un taller sobre edición
de libros. ¿Qué involucra
la edición? ¿Es difícil editar
hoy?
Es mucho trabajo editar un
libro sobre todo si uno lo hace
a conciencia. Primero hay que
escribirlo y luego pasa a la etapa
de la editorial y ahí por sucesivas
etapas en las que intervienen
correctores, diagramadores,
diseñadores, editores, para
lograr un resultado que permita
que ese texto, que fue pensado y
producido por un autor, sea recibido
por los destinatarios de la
mejor manera posible. Es decir,
sin errores de ningún tipo, digamos
errores gramaticales, ni ortográficos,
pero también escrito
de tal manera que sea comprensible
y permita a los lectores acceder
al conocimiento porque
los textos cuando están mal escritos
o escritos de una manera
abigarrada o demasiado criptica,
hace que el conocimiento
no circule, y que quede limitado
a un circuito mínimo en
que esos textos son comprensibles,
cuando en realidad lo que
debemos hacer es democratizar
el saber. Y la edición está para
eso, para ayudar a los escritores
a mejorar el estilo, mejorar
su escritura, para que pueda ser
comprendida por la mayor cantidad
de gente posible.
¿Por qué hablamos de
un arte de escribir bien en
español, que casualmente
es el título de una de sus
obras?
Ese es el primero de la colección
de libros que fui escribiendo
desde 2001. Se me ocurrió
ese título porque hay como
una serie de textos que se llaman
por ejemplo el arte de conjugar,
el arte de escribir, el arte
de pensar, que tiene que ver con
concebir este tipo de acciones
desde el goce estético, el cuidado,
pero al mismo tiempo dar
las herramientas de ese arte para
poder ser lo más eficaz posible
con la escritura.
La corrección no se limita
estrictamente a evitar el error,
también busca ayudar, siempre
respetando el estilo original
del autor, pero uno puede
darle opciones. Si se puede conversar
con el autor para proponerle
opciones de reescritura,
siempre buscando que el texto
sea más eficaz, sobre todo en
los discursos académicos que se
publican en las universidades.
Es importante que el saber se
democratice y no quede reducido
a un grupúsculo de iniciados
en la disciplina.
El uso del lenguaje siempre
recae en sus vicios. A
manera de resumen ¿cuál
se podría resaltar?
Uno es el uso del gerundio
inadecuado. Tenemos exceso
de esto porque hay mucho calco
del inglés y del francés que tienen
formas que se traducen literalmente
como si fueran gerundios.
Otros que me parece aún
más grave es la correlación de
tiempos, que son muy frecuentes
en periodismo y yo creo que
en eso hay que tener mucho cuidado.
Por ejemplo “En 2001 la
gente pedía que el gobierno se
vaya”, cuando en realidad ahí lo
que corresponde es que “pedía
que se fuera”. Que se vaya es incorrecto
en ese contexto porque
ya se fue ese gobierno.
Después hay errores más pequeños,
como preposiciones,
dequeísmos, queísmos. Cuando
se dice “Me alegro que te haya
ido bien”, cuando en realidad
corresponde “Me alegro de que
te haya ido bien”. Lo que ocurre
es que hay errores que están estigmatizados
y errores que no
están tan estigmatizados.
En su apropiación del
lenguaje, se dice que los jóvenes
tienen una forma diferente
de expresarse.
Los jóvenes hablan con su
cronolecto. Nosotros hablamos
español, tenemos múltiples dialectos,
dentro de cada dialecto
hay sociolectos, cronolectos; es
decir tenemos uso de la lengua
según distintas categorías, clase
social, nivel educativo, según
las edades. Los jóvenes tienen
un cronolecto que los caracteriza.
La lengua es un organismo
vivo, que crece, que vive, entonces
cada nueva generación va
incorporando cosas y olvidando
otras.
Me parece que es importante
que, sobre todo desde
los medios, se amplíen los registros,
los distintos modos de
hablar, porque si en los medios
se escribe o se habla de la misma
manera que hablan los jóvenes,
eso sí me parece un problema.
Los chicos no hablan
mal, sino que acceden a otros
modos de decir que tienen una
construcción del mundo muy
limitada. Porque a través del
lenguaje construimos nuestra
representación del mundo.
Y el periodismo…
Ahí el periodismo tiene
un deber en la formación de
la gente. En la escuela mucha
gente no llega al secundario, y
mucho menos a las universidades.
Entonces los medios tienen
ahí un deber social importante.
Si hablamos todos iguales,
tenemos un lenguaje más
reducido.
Hay algunos términos
en inglés, que sin embargo
se usan en castellano,
los denominados extranjerismos.
¿Por qué tiende a
ocurrir esto?
Eso pasa porque estamos
en un mundo globalizado, entonces
las redes sociales, internet,
hace que se inventen cosas
y no hay tiempo de buscar traducciones.
Ante esto hay distintas
opciones frente a una palabra
extranjera: uno puede traducirla,
o usar un calco, es decir,
traducir literalmente, por
ejemplo con la palabra fútbol
usar balompié, en el caso de
mouse, usar ratón. Y la otra opción
es usar la palabra extranjera
como en préstamo, que sería
el caso nuestro de fútbol, ya que
no decimos balompié, pero no
escribimos con doble “o” ni con
doble “l”, es decir la palabra está
castellanizada.
Con las palabras procedentes
de otros idiomas no hay que
asustarse. Todas las lenguas se
nutren de palabras extranjeras
procedentes de otros idiomas.
El inglés en particular, últimamente
es una lengua de la que
tomamos muchas palabras porque
básicamente es la lengua
del imperio. También el uso tecnológico
hace que usemos palabras
provenientes de esa lengua.
Antes era el francés, o el
italiano. Nosotros tenemos en
Argentina muchísimas palabras
procedentes del italiano porque
tuvimos una inmigración italiana
y española muy importante.
Con lo que hay que tener cuidado
es con las copias de las sintaxis.
El español es una lengua
mucho más activa que el inglés.
Volviendo al tema del libro,
frente a opiniones que
hablan sobre el fin de los libros,
Umberto Eco consideraba
que el libro ha superado
la prueba del tiempo
y seguirá siendo lo que
es. ¿Está de acuerdo con
eso?
Por ahí se discute del formato
en papel, pero existe el eBook.
Hemos pasado del papiro
al libro encuadernado. Cada
cambio tecnológico modifica las
condiciones de producción, y de
circulación de los textos, pero
seguirán. Y si ocurre como aparece
en Fahrenheit que se queman
todos los libros, la gente
los recuerda. Eso es una cuestión
de humanidad.
Estos cambios implican
un desafío para los editores.
Es el caso del eBook, aunque
ya hay mucha gente formada
en esos niveles. Son herramientas
distintas, pero en el
fondo es lo mismo, trabajar con
textos para que estos circulen y
permitan la difusión de los conocimientos,
de la literatura, de
lo estético y del goce por la palabra.
¿Qué particularidades
ha podido percibir en
el lenguaje que emplea el
santiagueño?
Ustedes usan mucho el perfecto
compuesto, he ido, he venido,
me ha dicho. Yo trabajé
sobre la distinción en el español
de Buenos Aires entre el
perfecto simple y el compuesto,
es decir entre “comí” y “ya
he comido”. Para nosotros en
Buenos Aires el más frecuente
es “comí”, pero eso no significa
que no usemos el “he comido”.
Yo puedo explicar el español
de Madrid, pero no sé cómo
funciona en Santiago, donde el
impacto del compuesto es bastante
más notorio. Donde para
el relato usan el perfecto compuesto
y eso es muy llamativo. l








