Ludovico Di Santo: El hombre que quería vivir Ludovico Di Santo: El hombre que quería vivir
Sencillo, optimista y eterno enamoradizo, como él se define, este talentoso actor concedió una entrevista exclusiva a PURA VIDA.
¿Qué te aporta ponerte en la piel de personas inseguras, contradictorias, que viven al límite como es el caso de Octavio Linares Calvo, de El Elegido?
Me aporta desde el momento en que es un trabajo y disfruto de hacerlo. Este personaje me divierte. Entra en permanentes contradicciones, como todas las personas, y eso es lo más rico que tiene. Es muy seductor bucear en la contradicción y las inseguridades de ese tipo de personas. Te permite conocer lugares del ser humano a lo que uno no va porque no se lo permite o porque les son ajenos. Yo disfruto hacerlo y me comprometo con ellos.
¿Es con el physique du rol que das para hacer estos personajes o es un encasillamiento en el que te pusieron los productores que te convocan?
Estoy dispuesto a aceptar cualquier rol que me resulte atractivo. Generalmente, los roles atractivos son los que más conflictos tienen, los que más contradicciones poseen y los que menos lineales son. Como espectador me gusta lo mismo. Los personajes que tienen más matices son los más atractivos. Eso es lo que, generalmente, uno busca cuando labura. El malo, malo, malo tiene un costado tierno y bueno. A veces, los personajes lo eligen a uno.
¿Octavio Linares Calvo te eligió o vos lo buscaste por los matices que tiene?
Los personajes son momentos de la vida que le llegan a uno, y por algo llegan en ese sentido. Me vinieron con la propuesta de hacer este personaje y me encantó. En parte los elijo y un poco es lo que me toca en suerte. Son personajes más divertidos e interesantes para hacer que el del típico héroe. Octavio Linares Calvo es el típico antihéroe, pero es inmensamente humano, lleno de valores y con códigos muy fuertes.
¿Octavio Linares Calvo te permite lucirte como actor y demostrar más?
Siempre y cuando haya un buen personaje y una buena historia para contar, te permite lucirte como actor. Un personaje es conocerse un poco uno y buscarse en uno y ver qué saco de mí para este personaje. Ahí es donde uno empieza a buscar y a encontrar cosas que no sean literalmente iguales. Los problemas del personaje no son mis problemas pero yo tengo problemas. Entonces, cuando el personaje desea algo por ahí yo deseo otra cosa.
A propósito de lo que dices, ¿qué rescatas del Jagger de Frecuencia 4 y de Teo Carrasco de Alguien que me quiera, entre otros personajes?
De Teo, sin dudas, su relación con su madre. Haber trabajado con Susú (por Pecoraro) fue algo maravilloso. Fue uno de los grandes gustos que tuve. En cuanto a Jagger, en algún lugar es como mi primer gran amor. Es el personaje que más quiero, es al que más amor le tengo, es como mi adolescente perdido, con muchos miedos, muchos errores, con muchas contradicciones. Jagger me hizo crecer.
Mónica Antonópulos me decía que El Elegido critica el cinismo y la hipocresía de una sociedad.
Si partimos de que es una ficción y todo está magnificado, El Elegido es una muestra de cómo somos. Si bien hay personas que son muy h… de p… y otras que son buena gente, hay que buscar la manera de que todo sea interesante para ver. En mayor o menor medida, creo que todos somos culpables de los pecados capitales. Todos somos pecadores desde el momento en que nacemos. Desde ese lugar, El Elegido retrata eso.
También posibilita la reflexión, entre otros temas, acerca de si el ser humano es esencialmente bueno y las razones de sus cambios de actitudes en la vida.
Es una temática para sentarse largo a conversar y determinar, como lo intentaron grandes pensadores del mundo, si el hombre nace bueno o malo y la sociedad los corrompe y lo lleva por determinados caminos. Igual, El Elegido es un retrato de eso, de la bondad y de la maldad en general que pueden llegar a tener los hombres. Podemos ser cínicos, pero también hay muy buena gente y personas que al final se redime.
Lito Cruz me decía que su Oscar Nevares Sosa es un instrumento del mal mientras que Andrés Bilbao (Pablo Echarri) es el del bien.
Lo que me resulta atractivo del personaje de Andrés es que tampoco es tan bueno. Es bueno porque su fin es bueno, pero es medio maquiavélica la situación. ¿El fin justifica los medios o no? Hay una escena donde yo digo: “Por qué para hacer el bien hay que recurrir al mal”. Eso es como la síntesis: ¿cómo se hace? ¿hasta cuándo se negocia? De eso se trata, de ver hasta dónde uno negocia en su afán para conseguir uno lo que quiere.
¿Por qué elegiste a la actuación como una carrera?
La depresión. Yo estaba muy deprimido en una época. No sabía qué hacer de mi vida. Entonces, empecé a estudiar teatro y me di cuenta de que era eso lo que quería hacer. Es lo que me hizo sentir mejor. Es lo que le dio un sentido a mi vida. De estar deprimido y sin saber qué hacer ni qué desear pasé a desear muchas cosas. Fue un paso importante el que di en mi vida. Con la actuación arriesgo y pruebo y siempre gano.
¿Llegaste a la actuación por esa búsqueda misma de superación personal o por qué alguien te lo indicó?
Fue por esa búsqueda incesante para superar mi depresión. Nadie me dijo que apueste a eso. En esos momentos en que yo me sentía profundamente deprimido, lo único que me gustaba hacer era ir al cine. Era el único momento donde yo encontraba calma. Cuando se apagaban las luces yo decía:”¡Uffff! son dos horas donde no voy a pensar en nada”. A través de la actuación exorcicé demonios, me liberé de presiones y hoy vivo intensamente.
¿Esa rebeldía que se destacan en tus personajes es transferencia de tu propia vida?
¿Sabés que no? Parezco muy rebelde, pero no lo soy. Supongo que utilizo a los personajes para poder rebelarme. En algún lado hay que hacerlo. Estoy sublimando. l








