La mente lo puede todo: la “conspiraonia” La mente lo puede todo: la “conspiraonia”
H ay personas que creen que una parte de la realidad permanece oculta a causa de las conspiraciones. Una conspiración es la asociación ilícita entre personas para llevar a cabo una acción contraria a la norma y generalmente de una manera brutal y perjudicial para alguien. Se trata de un fenómeno que ha estado ahí a lo largo de toda la historia, como por ejemplo el asesinato de César y otros mandatarios tanto anteriores como posteriores en el tiempo. Pero a veces algunas personas tienden a elaborar teorías conspirativas exageradas como forma de explicar la realidad. De la conspiración a la “conspiranoia”, el hecho de ver indicios de una conspiración por todos lados, hay unos pocos pasos. En esta nota vamos a ver algunas de las teorías conspirativas o conspiranoicas más extrañas, como muestra de hasta dónde podemos llegar a la hora de deformar la realidad para tratar de encontrarle sentido a aquello que vemos y no entendemos.
¿Qué es una teoría conspiranoica y por qué se denomina así?
El concepto de teoría conspiranoica hace referencia, de una manera ligeramente despectiva e indicando por lo general la ausencia de creencia en ellas, a las teorías de la conspiración o conspirativas que se aventuran a dar explicaciones yendo mucho más allá de los hechos comprobados. Estas teorías pretenden describir uno o varios hechos que han ocurrido o podrían ocurrir a partir de la existencia de una supuesta conspiración por parte de uno o varios grupos secretos que manipulan los acontecimientos con propósitos generalmente negativos para el resto de la población.
El denominarlas “conspiranoicas” proviene de la asociación de los términos conspiración y paranoia, indicándose que las teorías que se manejan son difíciles de creer, retorcidas y extrañas. La elección de la palabra paranoia no es casual. Muchas de las creencias y teorías incluidas dentro de este grupo revisten muchas o todas las características que poseen los delirios; por lo general no se sustentan en evidencias demostrables, no son compartidas por el resto de la población, tienden a ser fijas e inmodificables.
De hecho, a menudo quienes tienen esas creencias ven a quienes las critican como pertenecientes a la conspiración en sí. Muchas de ellas aparecen por el miedo, por experiencias sensoriales anómalas o, de un modo más interesado, por simple interés político o económico.
Si se consideran como conspiranoicas es porque deforma la realidad de formas poco creíbles para la mayoría de la población. Empero, a pesar de su gran extravagancia ello no implica necesariamente el padecimiento de ningún problema mental, siendo únicamente una creencia más o menos sistematizada.
Aunque existen estereotipos bastante peyorativos de las personas con este tipo de creencias, lo cierto es que no existe un prototipo de persona que las crea. Cualquier persona de cualquier sexo, raza, edad, profesión o posición social pueden mantener creencias de este tipo. Quienes las mantienen suelen tener cierto sesgo de confirmación, buscando y centrándose solo en aquellas informaciones que confirman sus hipótesis. También se observa que la probabilidad de creer en una de estas teorías se ve modificada por la sensación de pertenencia; alguien que forme parte de un colectivo amenazado por la supuesta conspiración tenderá más a creerla.
Sesgo de confirmación: cuando sólo vemos lo que queremos ver
Además que algunas personas identifican el corazón con la emoción y el cerebro con lo racional. Tal y como indican muchísimos estudios, la irracionalidad también está perfectamente integrada en el funcionamiento de nuestro sistema nervioso, en el cual se incluye el cerebro humano. Uno de los aspectos de nuestra conducta en los que más se deja notar ese componente irracional son los sesgos cognitivos, es decir, deformaciones en la manera de razonar que acostumbran a ser inconscientes e involuntarias. Uno de los más frecuentes es el sesgo de confirmación, muy frecuentes tanto en nuestra vida diaria como en lo profesional.
¿Qué es el sesgo de confirmación?
Dicho de un modo resumido, el sesgo de confirmación es una propensión a dar más importancia y credibilidad a los datos que encajan con nuestras creencias que a aquellos que las contradicen, aunque en un principio ambas informaciones sean igual de fundamentadas. Este sesgo no solo es negativo porque contribuya a que nuestras ideas no cambien. Además, bajo su efecto corremos el riesgo de creer que ideas totalmente discutibles y opinables son casi verdades reveladas, conocimiento puramente objetivo que sería poco sensato poner bajo sospecha. Es decir, que el sesgo de confirmación es el peor enemigo de la filosofía, dado que refuerza constantemente las ideas que de manera automática hemos decidido creer a toda costa.
El papel de la disonancia cognitiva
La disonancia cognitiva es un concepto muy conocido en el ámbito de la neuropsicología, y consiste en el sentimiento de malestar que experimentamos cuando una idea entra en conflicto con una de nuestras creencias. A veces aprendemos a gestionar este malestar de un modo constructivo modificando nuestras explicaciones acerca de la realidad, y otras no lo conseguimos y nos limitamos a manipular esas ideas de cualquier manera para que prime la importancia de lo que ya veníamos creyendo desde antes. El sesgo de confirmación es uno de esos elementos que nos lleva a descartar ideas provocadoras por el simple hecho de serlo. Para entender mejor lo que es un sesgo de confirmación y el modo en el que la disonancia cognitiva puede ser mal gestionada, veamos algunos ejemplos basados en un caso ficticio.
Por el Lic. Mariano Vega Botter
Neuropsicólogo








