Vietnam, del horror de la guerra al paraíso Vietnam, del horror de la guerra al paraíso
Regresé a Vietnam después de 10 años a pasar unos días en el mes de julio.
Mientras recorría el trayecto desde el aeropuerto hacia el centro de su capital, Hanoi, observando a los campesinos trabajar en los arrozales bajo el calor húmedo y pegagoso del trópico a los costados de la ruta, no pude dejar de pensar en los años de cruenta guerra (1964-1975) que vivieron.
No sólo por el desvastamiento y la pérdida de vidas humanas, sino también por el aislamiento internacional, el sufrimiento de su pueblo y el costo de esa victoria: 4 millones de muertos y heridos.
Este país del sur de Asia, uno de los últimos bastiones del socialismo revolucionario que gracias a su tesón, el trabajo invertido, la formación de su gente y también a la liberación de su economía para atraer capitales extranjeros, se va convirtiendo en uno de los destinos de Indochina más visitados por los viajeros que evitan el turismo masivo y prefieren playas tranquilas y la excelente cocina.
Costumbres
Los cambios estaban a la vista después de una década. Encontré un Vietnam en pleno crecimiento, más moderno y con mucha onda positiva.
Me llamó la atención entre los visitantes la considerable cantidad de norteamericanos que aparte de disfrutar del país como homenaje quieren conocer el “escenario” donde quizás padres y abuelos dejaron sus vidas en épocas tristes y convulsionadas.
El año 2000 con el gobierno de Bill Clinton, los Estados Unidos y Vietnam se dieron la mano para sellar la paz y ponerle paños fríos a esta relación conflictiva y dolorosa.
Este pueblo mira hacia adelante, pero no olvida su historia, así que en algunas ciudades o sobre los campos se recuerda a los caídos, se ven los restos de algunos búnkers o hay pequeños museos al aire libre que muestran los cazabombarderos de aquella época y tanquetas.
Los vietnamitas son un pueblo agrícola, muy disciplinados, prolijos y trabajadores, pero sobre todo amables y dignos, interesados en saber sobre otras culturas y latitudes, lo que los convierte en amigos de los viajeros, pese a que es un poco difícil entender de primera intensión el inglés con marcado acento oriental que hablan.
Quizás uno de los pocos lugares del mundo donde algunas damas siguen llevando guantes en sus manos pequeñas y estilizadas y cocinan en braseros tradicionales es este país.
El traje tradicional de las mujeres es una elegante y larga túnica abierta en los costados, hasta la altura de la cintura sobre pantalones amplios sujetos por un lazo, se llama Ao Dai.
Población
En el país viven unas 54 etnias diferentes de las cuales los Tay, los Muong y los Khmer son mayoría, manteniendo sus tradiciones y coloridos trajes en zonas rurales.
El 70% de la población practica el Budismo, pero también se practica el Taoismo, el Cristianismo y el Protestantismo en menor escala en hermosos templos.








