Dolar Oficial: - Dolar Blue:- Dolar CCL:- Dolar Bolsa: - Dolar Mayorista: -

EL LIBERAL . Santiago

Crónica de los que ya no tenemos 35 años

Por: Belen Cianferoni.

Crónica de los que ya no tenemos 35 años

Crónica de los que ya no tenemos 35 años.

13/07/2025 06:00 Santiago
Escuchar:

Crónica de los que ya no tenemos 35 años Crónica de los que ya no tenemos 35 años

HACÉ CLICK AQUÍ PARA UNIRTE AL CANAL DE WHATSAPP DE EL LIBERAL Y ESTAR SIEMPRE INFORMADO

En 40 días voy a cumplir 38 años. Treinta y ocho. ¿Ustedes me entienden? ¡Voy a cumplir 38 años y todavía estoy esperando la nueva temporada de Sailor Moon! TREINTA Y OCHO AÑOS.

Ayer me quedé viendo la serie sobre Menem. Está buenísima. Pero pensaba: todo fue hace tan poco... y en realidad sucedió hace más de treinta años. Nada. La serie empieza con mi año de nacimiento: 1987. Tengo la misma edad que las patillas de Menem. Miraba eso y me sentía... vintage, como el pelo con permanente, como un vestido con hombreras.

También te puede interesar:

Nada es como antes. Pago monotributo. Perdí a mi padre. Soy esa adulta responsable a la que los niños consultan cuando falta algo (usualmente chocolates). Hasta recuerdo los números de teléfono de antes, cuando no tenían ese 4 al principio. Podría decir que me acuerdo de lo que era llamar desde un teléfono fijo, y sería igual de doloroso. ¡Conozco las guías de teléfono! Muchos chicos hoy en día —poetas ya, con libros publicados— jamás tocaron una guía. Y tampoco experimentaron lo que era jugar con el cable enrulado del teléfono mientras esperabas que te atendiera tu compañera del colegio. No era gran cosa tampoco, eh... solo mirar cómo se estiraba y volvía a su forma habitual. Romantizo un poco, nada más.

En cuarenta días cumplo 38 años. La urgencia del tiempo me hace pensar en cada cosa. Y cuando digo "cada cosa", es cada cosa. El otro día me quedé llorando frente a un par de convocatorias para libros de poesía que buscaban autores de hasta 35 años. Miraba la pantalla y fruncía la boca. Tengo una manía: poner la jeta de costado, hacia la derecha, cuando estoy enojada o pensando, y morderme los labios cuando estoy razonando algo. Mi cara jamás se movió tanto como en estos días: pasé del enojo a la duda, de ahí a la racionalización, después a ponerme en el lugar del otro y pensar.

¿Será que soy muy vieja para participar en un concurso o en una convocatoria? ¿Volveré a publicar alguna vez con el estado de la economía argentina? Uff. En el fondo me estaba preguntando si soy lo suficientemente autora como para editar un libro de nuevo, con todo lo que conlleva publicar.

Vamos a pensar los dos lados, porque, así como hay alguien que dice: "¡Ay, por qué a mí!", también hay otra persona que se está esforzando, tratando de incluir a la mayoría... pero no puede. También es cierto que es difícil hacer una convocatoria interminable, porque cuando pongan 40, de seguro habrá alguien de 41 en la misma posición que yo. Me quedé viendo ese número 35, que se repetía, y me pregunté: ¿qué hice yo a los 35, que no me presenté a ningún concurso? Era 2022. Pensé en ese año y me dije: ah... claro. Año jodido.

Me quedé pensando en los concursos de poesía y narrativa. Les voy a ser sincera: jamás gané ninguno. Y les sumo otro dato: casi nunca me presento. Porque siempre pensaba: "¿A quién le puede interesar esto? Esto es una ridiculez que escribí mientras hacía tal cosa, o cuando me pasaba tal otra. No es lo suficientemente bueno. Me da vergüenza."

Bueno, Belén del pasado... pará un poco, nenita, que así no se baila el tango de ser escritora y vivir en el interior de Argentina. Tenemos más exigencias para poder participar —algunas autoimpuestas— y, aun así, ahí vamos.

Tenemos pocas editoriales que se esfuerzan en salir a publicar día a día, como quien pelea contra un gigante de siete brazos, pero también hay servicios editoriales que publican por pedido. En ninguno de los dos casos es fácil, porque publicar se vuelve un sueño cada vez más lejano.

Ay, Sailor Moon, ¿dónde estás? Te necesito, para que me devuelvas esa niña que esperaba las cinco de la tarde para poder merendar viendo la tele. Pero quizás, con un poco de coraje y un archivo de Word lleno de poemas que no me animo a mostrar, todavía haya tiempo. No para volver a tener 35, sino para escribir algo que la yo de 45 mire y diga: "Mirá lo que hiciste cuando todavía creías que ya no."

Treinta y ocho.

Me faltan dos años para volver a quedar afuera de otro concurso, pero también para escribir algo que solo esta edad me permite ver. A lo mejor, después de todo, la edad no es un límite, sino una excusa. Y yo ya estoy grande para excusarme.

Lo que debes saber
Lo más leído hoy